Las elecciones en el Pa¨ªs Vasco
LAS ELECCIONES del 8-M para los municipios y las juntas generales han vuelto a poner de manifiesto la peculiaridad del mapa pol¨ªtico del Pa¨ªs Vasco. El PNV, con el 39% de los sufragios emitidos, consolida su posici¨®n como primera fuerza de la comunidad aut¨®noma y aumenta su distancia respecto a su principal competidor, el PSE-PSOE, que obtiene el 26% de los votos y pierde tres puntos sobre los resultados del 28 de octubre de 1982. Tal vez una de las causas del avance relativo del PNV haya sido la debilidad del aparato pol¨ªtico del PSE-PSOE, que s¨®lo present¨® candidaturas en 102 de los 233 municipios de la comunidad aut¨®noma. Los votos obtenidos en los peque?os municipios, en particular de la zona costera de Vizcaya y Guip¨²zcoa, constituyen una de las claves del ascenso del nacionalismo moderado.Sin embargo, los socialistas, que cosecharon el pasado domingo 115.000 votos m¨¢s que en las municipales de 1979, han logrado trasladar a los ayuntamientos el grueso de su recuperaci¨®n durante las legislativas del 28-O. El PSE-PSOE ve aumentar de esta forma el n¨²mero de sus concejales en las tres capitales vascas y en todos los municipios de m¨¢s de 20.000 habitantes del Pa¨ªs Vasco, mientras que el PNV retrocede en Bilbao, Mondrag¨®n,
Renter¨ªa, Basauri, Durango, Getxo, Portugalete y Sestao. Los avances de los socialistas en localidades demogr¨¢fica y socialmente muy significativas les han permitido recuperar las alcald¨ªas de todos los municipios de la margen izquierda del Nervi¨®n, as¨ª como las de Ir¨²n y Renter¨ªa. Euskadiko Ezkerra, pese a perder 13.000 votos respecto al 28 de octubre, mantiene su peso global en la comunidad aut¨®noma, donde recoge el 7,93% de los votos v¨¢lidos para las juntas (frente al 7,72% de octubre). El futuro inmediato de este partido parece estar ligado a la perspectiva de su eventual participaci¨®n en un Gobierno de coalici¨®n con el PSE-PSOE en el hipot¨¦tico caso de que las elecciones auton¨®micas de 1984 im¨¢rtiesen en beneficio de la izquierda la actual mayor¨ªa del PNV.
Los resultados del 8 de mayo ofrecen una imagen pol¨ªtica de Euskadi mucho m¨¢s acorde con la pluralidad de la sociedad vasca que la proyectada por las elecciones locales de 1979 o las auton¨®micas de 1980, en las que -como ahora ha vuelto a demostrarse- la abstenci¨®n perjudic¨® particularmente a los socialistas. De prestar ¨²nicamente atenci¨®n a los planteamientos referentes a la cuesti¨®n nacional, las formaciones nacionalistas siguen teniendo un claro predominio en el Pa¨ªs Vasco. Juntando sus votos, el PNV, Herri Batasuna y Euskadiko Ezkerra representar¨ªan el 62% de los votos emitidos. Ser¨ªa un error, en consecuencia, que el Gobierno olvidara que esa correlaci¨®n de fuerzas hace inviable cualquier planteamiento de la cuesti¨®n vasca basado en la lucha antag¨®nica de las dos comunidades. En esta perspectiva, los esfuerzos realizados por Mario Onaind¨ªa y por algunos dirigentes socialistas vascos contra la polarizaci¨®n nacionalismo-espa?olismo son dignos del mayor elogio.
La dimensi¨®n nacionalista tiene que ser conjugada con otros factores: la aceptaci¨®n o el rechazo del terrorismo (cuesti¨®n que a¨ªsla a Herri Batasuna de las restantes fuerzas pol¨ªticas), la firmeza de las convicciones democr¨¢ticas de los partidos y la ideolog¨ªa de derecha o de izquierda de sus plataformas sociales y econ¨®micas (que enfrentan al nacionalismo moderado del PNV con el nacionalismo de izquierdas de Euskadiko Ezkerra y a Alianza Popular con el PSOE). Un cuadro significativo que tomara en consideraci¨®n esas diferentes variables podr¨ªa arrojar como resultado la divisi¨®n del mapa pol¨ªtico del Pa¨ªs Vasco en cuatro segmentos: el PNV, con el 39,63 % de los sufragios emitidos en las elecciones a juntas; el PSOE, Euskadiko Ezkerra y el PCE, con el 36,71%.(26,69% m¨¢s 7,93% m¨¢s 2,09%); Herri Batasuna, con el 14,29%, y Alianza Popular, con el 8,81%. La eventualidad de otras combinaciones -los acuerdos del PSOE con Alianza Popular o los convenios del PNV con Herri Batasuna- presenta el aire de las alianzas contra natura. El cuadro antes bosquejado se caracterizar¨ªa por la existencia de dos bloques principales de entidad comparable, ambos instalados plenamente dentro del marco democr¨¢tico y representados respectivamente por el nacionalismo moderado del PNV y la izquierda no radical hegemonizada por el PSE-PSOE. Tal parece ser el punto de partida para cualquier intento de proyecci¨®n de los resultados del 8 de mayo sobre las elecciones auton¨®micas de 1984.
Herri Batasuna ha perdido, en relaci¨®n al 28 de octubre del a?o pasado, 39.000 votos en la comunidad aut¨®noma y unos 13.000 m¨¢s en Navarra. El dato de esos 52.000 sufragios arrebatados por la democracia al nacionalismo radical resulta especialmente significativo al tomar en consideraci¨®n que Herri Batasuna, que present¨® candidaturas -a diferencia del PSOE- en la inmensa mayor¨ªa de las localidades de Euskadi, ha perdido posiciones no s¨®lo en las tres capitales, sino adem¨¢s en todas las poblaciones con m¨¢s de 20.000 habitantes. Aunque la suya haya sido la lista m¨¢s votada en Hernani (con una diferencia de 300 votos respecto al PSOE) y en los peque?os pueblos de Lizarza, Zaldivia e Irurrieta, Herri Batasuna no ha logrado aumentar el n¨²mero de concejales en ninguno de los 81 municipios guipuzcoanos. El ¨¦xito de Herri Batasuna en Hernani (aunque pierda un concejal) resulta sintom¨¢tico por tratarse de un municipio en el que la gesti¨®n de su anterior alcalde, Juan Jos¨¦ Ur¨ªa, fue valorada de manera positiva, gracias a su gesti¨®n personal, por sectores no ideologizados del vecindario. Parad¨®jicamente, el ex alcalde de Hernani, partidario de que Herri Batasuna participara en todas las instituciones vascas, fue eliminado de las listas de la coalici¨®n radical para el 8 de mayo.
El importante descenso de Herri Batasuna, que perdi¨® el 28 de octubre -en beneficio del PSOE- la condici¨®n de segunda fuerza pol¨ªtica de la Comunidad Aut¨®noma lograda en las auton¨®micas de 1980 u que ser¨ªa la cuarta opci¨®n electoral si se incluyeran los resultados de Navarra en el c¨®mputo, podr¨ªa quiz¨¢s conducir a parte de sus dirigentes a replantear una estrategia que los ha convertido en meros portavoces o recaderos de la violencia de ETA. El hecho de que Herri Batasuna -para la que ETA pidi¨® p¨²blicamente el voto tres d¨ªas antes de las elecciones- haya experimentado sus retrocesos m¨¢s importantes en localidades como Bilbao (donde el d¨ªa 4 fueron asesinadas tres personas, entre ellas una mujer embarazada) o Renter¨ªa (escenario de actos criminales particularmente odiosos, como la mutilaci¨®n del ni?o Alberto Mu?agorri o el asesinato de tres trabajadores) podr¨ªa indicar que, incluso entre el electorado potencial del nacionalismo radical, hay ya una resistencia infranqueable a la tolerancia para los asesinos. En este sentido, las inveros¨ªmiles interpretaciones triunfalistas dadas por los portavoces de Herri Batasuna para consolarse de su derrota el 8-M indican la fragilidad de sus posiciones pol¨ªticas, seriamente quebrantadas por la lenta pero eficaz estrategia de desgaste llevada a cabo por las fuerzas democr¨¢ticas desde la aprobaci¨®n del Estatuto de Guernica.
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