Un viaje audiovisual por Ias luces y las sombras de la identidad catalana
J. J. NAVARRO ARISA.
La carpa blanca que cubre la entrada al centro cultural, limitada en uno de* sus flancos por la vigorosa cascada exterior es el pasadizo de entrada a un viaje sensorial por las se?as de identidad de la Catalu?a contempor¨¢nea. Tal vez el mayor m¨¦rito de la exposici¨®n organizada por la Generalitat sea su sugestiva mezcla de amenidad y rigor, de respeto y sinceridad hist¨®rica. El visitante entra en un universo de propuestas visuales y auditivas en las que est¨¢n contenidas las luces y las sombras, los claroscuros a veces violentos que han punteado la historia de Catalu?a durante los dos ¨²ltimos siglos.Desde la supresi¨®n de las instituciones catalanas a ra¨ªz de la derrota militar de 1714 hasta la normalidad de una sociedad democr¨¢tica abierta al futuro de 1983, pasando por los momentos euf¨®ricos dle la Exposici¨®n Universal de 1888, la violencia social de la Semana Tr¨¢gica de 1909, el nuevo oscurantismo de 1939 o la gozosa reivindicaci¨®n democr¨¢tica y catalana del 11 de septiembre de 1977, los hitos de la historia catalana -y espa?ola- est¨¢n arropados por im¨¢genes, rostros, objetos y sonidos que no tratan de imponer su mensaje, sino que invitan a la reflexi¨®n y el conocimiento.
El desaf¨ªo de explicar la evoluci¨®n de la sociedad catalana a lo largo de 269 a?os (en los que, por ejemplo, Barcelona ha pasado de 34.000 habitantes en 1716 a los cuatro millones de seres humanos que pueblan la metr¨®polis actual) es enorme. Sin embargo, el propio dise?o y distribuci¨®n de la muestra facilitan una r¨¢pida comprensi¨®n. Los diferentes per¨ªodos del lapso de tiempo que cubre la exposici¨®n han sido bien diferenciados y presentados en un entorno aciaratorio. La introducci¨®n generica viene dada por una serie de datos y obras fundamentales acerta de Catalu?a. As¨ª, el visitante averigua que los seis millones de personas que componen la sociedad catalana habitan un espacio de 22.000 kil¨®metros cuadrados en el que se dan los mayores contrastes geogr¨¢ficos y climatol¨®gicos. Uno de los mayores mitos peninsulares, el de la supuesta 'homogeneidad' catalana en oposici¨®n a la supuesta homogeneidad espa?ola queda as¨ª desmontado por una adecuada relaci¨®n de hechos objetivos. Esta introducci¨®n se completa con una explicaci¨®n breve y concisa de lo que fueron y son las instituciones catalanas, c-on la que el visitante puede darse cuenta -sin ir m¨¢s lejos- de que la Generalitat ya era el organismo de gobierno de Catalu?a antes de los Reyes Cat¨®licos.
La concepci¨®n hist¨®rica que subyace en el dise?o y presentaci¨®n de la exposici¨®n catalana en Madrid representa lo que se conoce como 'historia total', consistente en tener en cuenta todas las manifestaciones significativas de la evoluci¨®n de la sociedad. De este modo, los objetos de uso corriente, las im¨¢genes de la vida cotidiana, los documentos financieros y administrativos, los ¨²tiles de trabajo agr¨ªcolas e industriales y los veh¨ªculos e indumentarias tienen una funcionalidad semejante a la de las obras de arte. Adem¨¢s, los distintos apartados de la exposici¨®n,conceden una gran importancia a los movimientos sociales, las modas y los avatares pol¨ªticos en los que se insertan los objetos expuestos.
Del g¨®tico a Picasso
La Catalu?a medieval puede ser percibida a trav¨¦s de los aperos de labranza del siglo XIII o mediante el admirable tapiz de la Creaci¨®n, un aut¨¦ntico mandala mediterr¨¢neo del siglo XI. Las ra¨ªces deja personalidad industrial de Catalu?a quedan plasmadas en los documentos comerciales del siglo XVIII que dan testimonio de los albores de una industria de transformaci¨®n y de un pujante comercio internacional. La Catalu?a efervescente de la revoluci¨®n industrial deviene comprensible por los caminos diversos y convergentes de las edificaciones burguesas, el primer ferrocarril que funcion¨® en Espa?a, los ensayos pol¨ªticos que daban contenido al nacionalismo de las nuevas clases sociales o las muestras del genio t¨¦cnico catal¨¢n como el sumergible Ictineo inventado por Narc¨ªs Monturiol. El despertar a la modernidad de los primeros veinte a?os del siglo XX son ejemplificados por elementos tan apartados en el esp¨ªritu y tan pr¨®ximos en el tiempo como el cuadro La carga, de Ram¨®n Casas, el cartel de Els quatre gats de Picasso y las maquetas del recinto de la Exposici¨®n Universal de 1929, en que cristaliz¨® y gan¨® cr¨¦dito mundial el vanguardismo catal¨¢n. La ¨¦poca de la rep¨²blica y la guerra civil, con su tr¨¢nsito de una esperanza en libertad al ¨²ltimo y m¨¢s grave aplastamiento de la identidad catalana. La ¨²ltima parte de la exposici¨®n narra la dureza y el vac¨ªo de los primeros a?os del franquismo para convertirse en un crescendo que culmina en la recuperaci¨®n de la democracia y las instituciones aut¨®nomas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.