El pr¨ªncipe Felipe conquist¨® a los colombianos

El Pr¨ªncipe de Asturias conquist¨® a los colombianos sin apenas pronunciar una palabra. Bast¨® su solo, presencia para convertir el 450? aniversario de Cartagena de Indias en una jornada espa?ola. Situado en todos los actos oficiales junto al presidente de Colombia, el Pr¨ªncipe dio una lecci¨®n de aplomo, de saber estar en su sitio. "Pueden estar ustedes orgullosos de su Pr¨ªncipe; ha cumplido el encargo de su padre el Rey y nos enorgullece que sea aqu¨ª, en Cartagena, donde haya tenido su premi¨¨re internacional", dijo el premio Nobel Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez a los periodistas.Durante todo el mi¨¦rcoles, con s¨®lo dos breves descansos, y luego de una larga traves¨ªa sobre el Atl¨¢ntico, el pr¨ªncipe Felipe, que colgaba el Tois¨®n de oro sobre su solapa izquierda, se midi¨® con la dureza del protocolo y la incomodidad de los actos oficiales sin arrugar el gesto, como si esto formara parte de su costumbre de toda la vida.

Calor popular

Consciente de que todos los ojos estaban pendientes de ¨¦l, aguant¨®, sin dejarse caer en el respaldo de su sitial ni buscar el alivio de un di¨¢logo evasivo, la hora y media larga que dur¨® la conmemoraci¨®n pol¨ªtica de la fundaci¨®n de Cartagena, celebrada en el centro de convenciones al caer la tarde. No se concedi¨® a s¨ª mismo ni un titubeo ni un indicio de desinter¨¦s o distracci¨®n.S¨®lo las normas r¨ªgidas del protocolo impidieron el desbordamiento popular en torno al Pr¨ªncipe, al que los periodistas colombianos calificaron cari?osamente como "el principito" o el menudo espa?ol, en alusi¨®n al grupo musical portorrique?o Menudo, integrado por unos adolescentes que movilizan multitudes por estos pagos. Ha despertado el calor popular que s¨®lo levantan las grandes estrellas del espect¨¢culo.

En todos sus desplazamientos a trav¨¦s de la ciudad, los cartageneros buscaban la figura del Pr¨ªncipe para elogiar su altura ("es m¨¢s alto que Betancur", dec¨ªan), su aplomo de adulto o su guapeza. A nuestro lado, una mulata entrada en a?os, tal vez descendiente de los cartageneros que murieron hace m¨¢s de siglo y medio para independizarse de la corona espa?ola, comentaba: "Es un verdadero pr¨ªncipe; tiene cara de rey".

Felipe de Borb¨®n agot¨® el programa del mi¨¦rcoles con la visita a la Casa de Espa?a, donde tuvo un breve encuentro con la colonia hisp¨¢nica y la cena ofrecida por Belisario Betancur a m¨¢s de un millar de invitados.

Tras la quema de un castillo de fuegos artificiales, el Pr¨ªncipe se retir¨¦ a descansar a la casa de hu¨¦spedes ilustres, donde ocup¨® la suite presidencial, mientras Felipe Gonz¨¢lez se alojaba en otro de los apartamentos principales. Esta casa morisca, de construcci¨®n reciente, objeto de pol¨¦rnica en la ciudad por su elevado costo de mantenimiento, ha alojado solamente a dos inquilinos, el ¨²ltimo de ellos el presidente de Yugoslavia.

Cumplida la parte oficial del programa, el pr¨ªncipe Felipe dedic¨® el d¨ªa de ayer a visitar los museos de Cartagena y la zona amurallada de la ciudad, acompa?ado por el hijo del gobernador y por el historiador Donaldo Bossa, rodeado en todo momento por el cari?o de este pueblo, que d¨ªas antes acudi¨® a los hospitales para cubrir las existencias de sangre del tipo A positivo, el grupo sangu¨ªneo del Pr¨ªncipe, a fin de salvar cualquier contingencia.

Pasadas las cinco de la tarde de ayer (doce de la noche, hora peninsular), el pr¨ªncipe Felipe de Asturias fue despedido por el presidente Belisario Betancur en el aeropuerto de Cartagena, siempre en medio de un desbor damiento popular. Desde ayer muchos cartager¨ªeros se refieren a ¨¦l como "nuestro pr¨ªncipe".