El r¨¦gimen de Varsovia vincula la tranquilidad de la visita de Juan Pablo II a una posible derogaci¨®n del estado de sitio
El viceprimer ministro polaco, Mieczyslaw Rakowski, estableci¨® ayer en Varsovia la conexi¨®n entre la derogaci¨®n del estado de guerra en Polonia y un transcurso sin incidentes de la visita del Papa Juan Pablo II, que, por segunda vez desde su elecci¨®n, viaja hoy a su pa¨ªs natal. Rakowski declar¨® que una entrevista del "jefe del Estado del Vaticano" con el dirigente del sindicato prohibido Solidaridad, Lech Walesa, tendr¨ªa un significado pol¨ªtico y no excluy¨® la posibilidad de un compromiso. El viceprimer ministro expres¨® la esperanza de que la visita del Papa contribuya a estabilizar la situaci¨®n de Polonia.
A la pregunta de EL PA?S de si la anterior visita, en junio de 1979 contribuy¨® a la estabilidad de Polonia, Rakowski respondi¨® que "la situaci¨®n es diferente y seri¨¢ una discusi¨®n acad¨¦mica hablar obre lo ocurrido en 1979. Son otras gentes y otros problemas".Con el Papa llega esta tarde a Varsovia, por primera vez desde la declaraci¨®n de la ley marcial, el 13 de diciembre de 1981, una figura pol¨ªtica de rango mundial. Ni si quiera los dirigentes de los pa¨ªses hermanos de las Rep¨²blicas populares del Este, visitaron Polonia que ha vivido sometida a una especie de cuarentena pol¨ªtica. El r¨¦gimen de Jaruzelski ha sufrido la condena de los pa¨ªses occidentales y la desconfianza de sus aliados, que contemplaron con recelo la instalaci¨®n de un consejo militar al frente del pa¨ªs y la p¨¦rdida de influencia de un partido en bancarrota, el Partido Obrero Unificado Polaco (POUP, comunista).
Las expectativas unidas a la vi sita de ocho d¨ªas que inicia hoy el Papa en Varsovia son diversas y aparentemente, contradictorias El r¨¦gimen espera que aplaque la frustraci¨®n nacional, que sirva un poco de b¨¢lsamo de las heridas producidas en los meses de ley marcial, casi una especie de opio para el pueblo, un sedante capaz de aplacar la ira acumulada en la sociedad. Al mismo tiempo de esta funci¨®n estabilizadora, el Papa viene a dar una cierta legitimaci¨®n, al acudir a un pa¨ªs en cuarentena y estrechar la mano del general Jaruzelski.
La oposici¨®n organizada en las filas del sindicato clandestino Solidaridad y millones de simpatizantes, hoy condenados a la inact¨ªvidad o incluso la c¨¢rcel, esperan que el viaje del Papa sirva de sacudida de la conciencia nacional. Ser¨ªa un revulsivo, como hace cuatro a?os, que puede servir para hacer renacer -no de inmediato, porque.nadie se hace ilusiones- a las organizaciones populares, que, en su d¨ªa, representaba Solidaridad.
La visita del Papa puede suponer el enterramiento definitivo de los ideales que despert¨® en 1979 y que luego cristalizaron en Solidaridad, con lo que se habr¨ªa cerrado un ciclo; o, en cambio, la brecha que abra un nuevo camino en una situaci¨®n sin salida, el empate de fuerzas en que se encuentra Polonia desde el momento en que se declar¨® la ley marcial.
Rakowski advirti¨® ayer claramente al Papa que tiene una responsabilidad sobre la marcha de los acontecimientos y que una visita tranquila y sin incidentes puede traer la suspensi¨®n de la ley marcial. Las autoridades polacas juegan abiertamente la carta de la responsabilidad pol¨ªtica de la Iglesia cat¨®lica, en esta caso, del Papa polaco, y le hacen corresponsable del futuro de la naci¨®n.
Este argumento ha surtido efecto en el pasado, y el primado de la Iglesia polaca, cardenal Jozef Glemp, es un claro ejemplo de ello. La iglesia cat¨®lica polaca, al derrumbarse el sindicato independiente bajo la represi¨®n, ha quedado como ¨²nico interlocutor v¨¢lido del r¨¦gimen y tambi¨¦n como ¨²nica fuerza social intacta, despu¨¦s que el partido perdi¨® los ¨²ltimos restos de apoyo social que ten¨ªa.
El cardenal Glemp ha representado los ¨²ltimos meses el dif¨ªcil papel de mediador y moderador, en una situaci¨®n cr¨ªtica en la que sus tomas de postura llegaron a merecerle el calificativo de colaboracionista del r¨¦gimen.
Un solo vencedor
En todo el escenario pol¨ªtico polaco no se advierte m¨¢s que un claro vencedor: la Iglesia cat¨®lica, que saldr¨¢ fortalecida de la visita del Papa. La Iglesia tendr¨¢ un nuevo impulso, adquirir¨¢ m¨¢s prestigio y demostrar¨¢, una vez m¨¢s, su fuerza movilizadora, cuando en los pr¨®ximos d¨ªas concentre a m¨¢s de diez millones de polacos en torno a su l¨ªder, Wojtyla.
El r¨¦gimen corre un riesgo ante sus vecinos y sus enemigos interiores dentro del sistema, que esperan agazapados la ocasi¨®n de echar en cara al general Jaruzelski y su equipo su pol¨ªtica de entendimiento con la Iglesia, que pa¨ªses como Checoslovaquia y la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana no entienden ni admiten. Tampoco en las filas de los duros del POUP se ver¨¢n con buenos ojos las manifestaciones masivas de los pr¨®ximos d¨ªas.
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