Un itinerano de perfiles dram¨¢ticos
Esta tarde, Juan Pablo II aterrizar¨¢ por segunda vez en su tierra natal, Polonia. Lo hizo por vez primera hace exactamente cuatro a?os y catorce d¨ªas, y -aunque de una manera diferente- hoy como entonces la atenci¨®n internacional est¨¢ pendiente de este nuevo viaje de Karol Wojtyla. Precisamente 48 horas antes de que Juan Pablo II inicie su viaje, al Vaticano le ha llegado un mensaje muy significativo de Mosc¨². La revista Sovietskaya Rossia ha publicado un art¨ªculo en el que se niega que haya sido el Papa polaco quien "ha desestabilizado la situaci¨®n en su pa¨ªs y que haya sido blanco de un atentado inspirado por los pa¨ªses socialistas".Seg¨²n la publicaci¨®n moscovita, "es, al rev¨¦s, Washington quien tiene motivaciones v¨¢lidas para estar descontento del Papa y para desear su eliminaci¨®n risica". En el Vaticano estas frases han sido enseguida interpretadas como una especie de pasaporte sovi¨¦tico para el dif¨ªcil viaje que hoy emprende Juan Pablo II a Polonia.
Y el mismo Papa, como para tranquilizar a la Uni¨®n Sovi¨¦tica, que nunca ha visto con buenos ojos este paseo de Karol Wojtyla por las ciudades de su tierra natal, ha hecho una oraci¨®n a la Virgen de Jasna Gora pidi¨¦ndole que esta peregrinaci¨®n "sirva a la verdad y al amor."
El Papa define el momento actual, en el que se cumple su segundo viaje a Polonia, como "sublime y, al mismo tiempo, dif¨ªcil en la vida de mi patria". Que se trata de una hora dif¨ªcil, est¨¢n convencidos todos los observadores. El Vaticano tambi¨¦n, aunque ayer se intentaba no dramatizar y se afirmaba que Juan Pablo II est¨¢ muy feliz por este viaje; sus m¨¢s estrechos colaboradores est¨¢n convencidos de que "acabar¨¢ siendo un triunfo". Sin embargo, a todos parecen claras las diferencias entre el primer desplazamiento a Polonia y el que comienza hoy. Entonces era el momento de la gran esperanza, de la primavera de Solidaridad. Ahora es el momento del "compromiso hist¨®rico", hasta el punto que el fruto m¨¢s concreto del viaje, si no hay sorpresas, ser¨¢ un nuevo concord¨¢to entre el Estado y la Iglesia y la creaci¨®n en Roma de una Embajada polaca ante la Santa Sede.
Las restricciones papales
Pero para esto el Papa ha tenido que pa gar un precio alto. Por ejemplo, no podr¨¢ visitar algunas de las ciudades m¨¢s significativas de la resistencia polaca ni podr¨¢ exaltar en p¨²blico a Lech Walesa, que fue el alma del primer sindicato libre en el bloque sovi¨¦tico y a quien recibi¨® en el Vaticano con bombo y platillo; adem¨¢s, tendr¨¢ que estrechar la mano del general Jaruzelski, que decret¨® el estado de guerra y que mantiene a¨²n a 202 presos pol¨ªticos en los campos de concentraci¨®n.
En el primer viaje, apeflas Juan Pablo II lleg¨® a Varsovia le fue concedida la gran plaza de la Victoria, donde, por primera vez, una Papa celebr¨® una misa en un pa¨ªs comunista. Y en aquella plaza, Wojtyla arranc¨® un aplauso de 14 minutos, cuando grit¨®: "Nadie tiene el derecho de borrar a Cristo de la historia de los hombres". Esta vez la plaza no ser¨¢ para el Papa (dicen que "est¨¢ en obras") y dir¨¢ la misa en las afueras de la ciudad, en el estadio de f¨²tbol.
El viaje es en realidad un desafio. El Papa quiere demostrar c¨®mo, a pesar del estado de guerra, el pueblo polaco no se ha rendido y est¨¢ con la Iglesia. Quiere demostrar al r¨¦gimen que sin la. Iglesia no habr¨¢ paz social en ese pa¨ªs.
Juicios ajenos
El primado polaco, Glemp, le ha asegurado al Papa que la Iglesia de Polonia, con sus 21.000 sacerdotes, sus 11.000 iglesias, sus 37.000 religiosos, sus 7.500 parroquias, sus 46 seminarios mayores y sus 22.000 centros de catequesis, est¨¢ en grado de controlar la situaci¨®n. Que no habr¨¢ desmadre. Que los cat¨®licos no perder¨¢n la cabeza.
Juan Pablo II no es hombre de miedos f¨¢ciles. No duda en estos momentos. Menos fe tienen algunos observadores, incluso cat¨®licos. Por ejemplo, Giovanni Barberini, catedr¨¢tico de Derecho Can¨®nico de la universidad de Perusa, autor del libro Estado socialista e Iglesia cat¨®lica en Polonia, recientemente aparecido. Acaba de llegar de Varsovia y ha confiado a este peri¨®dico que "en 20 a?os que llevo visitando Polonia, nunca he estado tan pesimista como esta vez, porque he visto que la situaci¨®n es explosiva".
Barberini no le ve perspectivas a este viaje, por lo menos inmediatas, fuera del concordato entre los dos poderes.
Pero a?ade que tampoco ve qu¨¦ ventaja podr¨ªa acarrear el que Juan Pablo II no hubiera ido en este momento a su tierra. Seg¨²n el famoso catedr¨¢tico, este viaje se juega entre dos esperanzas y dos miedos. Las esperanzas de la Iglesia y de Jaruzelski de obtener frutos positivos para una situaci¨®n que se hace cada vez m¨¢s insoportable; y el miedo de ambos a que la situaci¨®n, por s¨ª misma o a causa de provocaciones externas, pueda hacerse incontrolable.
El juego est¨¢ en manos, como hace cuatro a?os, de Karol Wojtyla, que, dicen todos, es el ¨²nico y aut¨¦ntico l¨ªder actual de los polacos.
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