La esencia de un mensaje
Cuando, en muy pocas palabras, hay que resumir la esencia del mensaje de la obra de Mar¨ªa Zambrano, yo recordar¨ªa una vez m¨¢s esa milagrosa fusi¨®n por ella lograda entre pensamiento filos¨®fico y pensamiento po¨¦tico, entre filosof¨ªa y poes¨ªa. Su sensibilidad es precisa y sutil¨ªsima a la hora de tratar otros temas no menos comprometidos; pero, en ¨²ltimo extremo el tema sorprendente es el de esa fusi¨®n de pensamientos y de sentimientos, es decir, de lo que el creador sistematiza y de lo que el creador desvela misteriosamente.El hecho es sorprendente, porque de esta obra de s¨ªntesis es autora una mujer espa?ola; una mujer espa?ola, adem¨¢s, de nuestros d¨ªas. Y es especialmente sorprendente porque filosof¨ªa y poes¨ªa han caminado frecuentemente separadas; es m¨¢s, como la propia Mar¨ªa Zambrano ha se?alado, esta separaci¨®n se produjo hace ya muchos siglos y con una rapidez vertiginosa. ?Cu¨¢nto tiempo ha pasado, en verdad, desde el venerable poema de Parm¨¦nides, desde la palabra luminosa y oscura de los presocr¨¢ticos, que hac¨ªan ciencia y, al mismo tiempo, utilizaban la raz¨®n y elevaban el vuelo sobre la palabrer¨ªa est¨¦ril para hacer tambi¨¦n poes¨ªa!
Sin embargo, el milagro de esa fusi¨®n se ha producido con brillantez en otras ocasiones: en la filosof¨ªa oriental, en Plat¨®n, en algunos humanistas antidogm¨¢ticos del Renacimiento florentino, en los m¨ªsticos y, especialmente, en el romanticismo centroeuropeo. Pero en los tiempos tensos y catastrofistas que nos ha tocado vivir, el di¨¢logo poes¨ªa-filosof¨ªa no ha sido f¨¢cil; es m¨¢s, una y otra han ahondado sus diferencias al mismo tiempo que se miraban en el mismo espejo vac¨ªo.
El fil¨®sofo ha colocado la raz¨®n como un sol en el centro de su vida, y todo lo trascendente ha ardido con desesperaci¨®n angustiosa. Y el poeta, condicionado u obsesionado -como todo artista de este tiempo- por los malabarismos vanguardistas y la escritura autom¨¢tica, se ha olvidado de la reflexi¨®n y ha perdido ese sentido esencial y globalizador a un tiempo que debe ser consustancial al fen¨®meno po¨¦tico. Un poeta de exquisita y honda sensibilidad, pero en la que no faltan las cicatrices de nuestro tiempo, Salvatore Quasimodo, abre su discurso a ra¨ªz de serle concedido el Premio Nobel de Literatura con estas palabras: "Los fil¨®sofos, enernigos naturales de los poetas...". Las dos guerras mundiales, la euforia industrialista y sus secuelas sociales, la desacralizaci¨®n existencial, han conducido a pensadores y a poetas a un distanciamiento radical.
De ah¨ª el milagro de encontrar una voz natural y equilibrada en Mar¨ªa Zambrano: la voz de una iniciada. Entre nosotros hay que pensar en m¨ªsticos y en quietistas para sopesar una voz tan singular, tan inspirada. Uni¨®n de poes¨ªa y de filosof¨ªa, de m¨²sica y de palabra, antes de la unidad ¨²ltima, que, seg¨²n Mar¨ªa Zambrano, no puede ser otra que la abocada a cuestiones trascendentes.
Los temas sagrados
Ella nos ha puesto en los l¨ªmites del conocimiento, en ese punto del que el pensamiento socr¨¢tico no quiso pasar: el punto de eludir (u olvidar) los temas sagrados. Mar¨ªa Zambrano sabe que el fin ¨²ltimo del hombre es rastrear la huella de una forma perdida de existencia. Ella cree en una resurrecci¨®n que libere al esp¨ªritu de su nostalgia, de su vac¨ªo. Y ella cree tambi¨¦n que si hay un hombre devorado por esa nostalgia y ansioso de esos espacios libres, de esos tiempos presentidos, es el poeta; el poeta que maneja o revela un lenguaje superior, o -como ella dice tan l¨²cidamente- el lenguaje propio de un per¨ªodo sagrado anterior a la historia, a la verdadera prehistoria.
Espacio reparador para el ser m¨¢s all¨¢ de las fechas, y de los nombres, y de los tiempos. Espacio en donde comienza -o acaso termina- el silencio, la m¨²sica callada. Y pensar que ideas como ¨¦sta no est¨¢n expresadas en verso, sino en una prosa transparante y decantada a un tiempo. O, como ella dir¨ªa, en un pensamiento expresado con su n¨²mero, su medida, su m¨²sica. La palabra de Mar¨ªa Zambrano rompe los g¨¦neros literarios -como los rompen los comentarios de san Juan de la Cruz a su C¨¢ntico espiritual- y se mantiene en unos l¨ªmites de libertad suma. Una libertad de la palabra que nos hace libres. Y nos hace libres no s¨®lo por la luz, y el silencio, y la m¨²sica que hay en esa palabra; no s¨®lo por su poes¨ªa. La palabra de Mar¨ªa Zambrano nos hace libres porque est¨¢ amansada, controlada, por la raz¨®n. Es la palabra de un ser iniciado, pero que no por ello deja de tener muy bien afirmados sus pies en tierra. Palabra de fil¨®sofo que nos hace sabios. Palabra de poeta que arde sin agotarse entre el alba y la noche de las interrogaciones humanas.
Antonio Colinas es premio nacional de Poes¨ªa.
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