El administrador, el mayordomo y el polic¨ªa
Diego Mart¨ªnez Herrera, de 53 a?os, casado, con dos hijas, administrador de la casa de los Urquijo desde hace 30 a?os, pertenece a ese tipo de personas que generan odios y amores a partes iguales, pero que son indiscutidos en su trabajo. Incluso sus detractores se rinden ante la evidencia de que es un lince para los negocios. Tanto, quiz¨¢, que en vida de los marqueses ten¨ªa limitada la firma a unos 20 millones de pesetas.Fue amigo de juventud de Manuel de la Sierra en el Madrid de la posguerra, antes incluso de que ¨¦ste conociese a la quinta marquesa de Urquijo y, tras la sonada boda, pasase a administrar el patrimonio del tradicional marquesado. Y amigo, aunque empleado, debi¨® de continuar siendo a lo largo de todos estos lustros, a pesar de los rumores en contrario, a la vista de que una de las ¨²ltimas disposiciones del marqu¨¦s consorte se?alaba que, "en caso de que Diego Mart¨ªnez Herrera falleciese en accidente de aviaci¨®n, su familia recibir¨ªa la cantidad de dos millones de pesetas".
Los marqueses pagaban mal
Prudente, silencioso, leal casi hasta la humillaci¨®n, siempre oculto, permiti¨¦ndole al marqu¨¦s anotarse los ¨¦xitos. Los propios hijos de ¨¦ste restan importancia a la tirantez que revest¨ªan generalmente las relaciones entre Manuel de la Sierra y Mart¨ªnez Herrera; relaciones que, seg¨²n el anterior mayordomo de la casa, eran sadomasoquistas.
Incluso con un sueldo verdaderamente bajo para la categor¨ªa de la casa, aunque compatibilizaba ¨¦ste con otros trabajos: inferior a 75.000 pesetas, sin contar las compensaciones que suele tener todo buen administrador. Tampoco los difuntos se distingu¨ªan por pagar rumbosamente: el mayordomo y su esposa cobraban entre los dos 55.000 pesetas; 30.000, la cocinera, y entre 20.000 y 25.000, las doncellas. Una de las primeras disposiciones del nuevo marqu¨¦s, cuando le confirm¨® en el cargo, fue elevar el sueldo de Mart¨ªnez Herrera hasta 100.000 pesetas.
Al paso de los meses, el admistrador utilizar¨ªa un Seat 128 propiedad del fallecido arist¨®crata, aunque se hab¨ªa comprado un Citro?n algunos meses antes. El cambio de vivienda permiti¨® a muchos estimar que Mart¨ªnez Herrera hab¨ªa mejorado en su econom¨ªa. Es el hombre que manda en Juan y Miriam de la Sierra y Urquijo, 25 y 27 a?os, respectivamente; pieza clave en la ejecuci¨®n del testamento de los marqueses y hombre de entera confianza del nuevo marqu¨¦s, hasta el punto de que ya es sabido, por quienes tienen relaci¨®n financiera con los nuevos Urquijo, la respuesta que suele conceder generalmente Juan: "Tengo que consultar con Herrera". Ni siquiera supo contestar a este periodista el monto total del testamento entregado por Manuel de la Sierra y Lourdes Urquijo a un notario de ?lava: "Eso he de consultarlo con Diego".
Su buen hacer profesional qued¨® respaldado en el momento en que Miriam de la Sierra y su actual compa?ero, Richard Denis Rew, montaron una sociedad de venta de productos de bisuter¨ªa y de detergentes (Shock, SA), y el padre de la primera le mand¨® llamar y le dijo: "Diego, hay que echar una mano a Miriam. Supervisa t¨² las cuentas de la sociedad". Mart¨ªnez Herrera seguir¨¢ siendo administrador de Juan de la Sierra (la fortuna est¨¢ dividida ahora en dos partes) hasta que se vendan las propiedades de Somosaguas y de Sotogrande. Sigue con despacho en la propiedad de los Urquijo.
Sospechoso de la polic¨ªa, como el resto de las personas cercanas a los fallecidos, su declaraci¨®n ante la sala el d¨ªa 22 de junio fue tal vez la m¨¢s tensa de las que se han tomado. Frente al defensor, Jos¨¦ Mar¨ªa Stampa, pas¨® momentos embarazosos para explicar c¨®mo justamente al d¨ªa siguiente de la detenci¨®n de Escobedo viaj¨® a Londres con una compa?¨ªa a¨¦rea con la que nunca volaba por la raz¨®n de que aterrizaba en el aeropuerto de Gatwick, cosa que irritaba a Herrera por la hora y media de trayecto que hay entre este punto y Londres. La explicaci¨®n es que hab¨ªa acordado, dentro de los otros trabajos que desempe?aba, intentar vender en la capital brit¨¢nica los hoteles Ritz y Palace.
Un mayordomo eficiente
S¨ª entre los personajes del entorno Urquijo el administrador fue lo suficientemente h¨¢bil como para pasar inadvertido en las candilejas del juicio, con el mayordomo, Vicente D¨ªez Romero, ocurri¨® lo contrario. Los dos d¨ªas que acudi¨® al Palacio de Justicia fue, junto a la actual pareja de Miriam, Dick, el americano, la persona que mayor atracci¨®n suscit¨®. Sus declaraciones ante el tribunal, acordes con otras publicadas en una revista de difusi¨®n nacional, contuvieron algunas de las escasas revelaciones que se oyeron en los espaciados cinco d¨ªas de vista oral.
Vicente D¨ªez Romero, que se?al¨®, entre otras cosas, que a los c¨®mplices de los asesinatos hay que buscarlos dentro de la finca de Somosaguas, y que Escobedo le confes¨¦ que hab¨ªa dado muerte a los marqueses y contado todos los detalles relativos al caso, declar¨® a EL PAIS que "estaba dispuesto a confesar todo lo que sab¨ªa ante la sala, pero que los interrogatorios del fiscal y del abogado defensor me impidieron relatar todo lo que sab¨ªa. Evidentemente, no iba a ponerme a acusar a personas si nadie me preguntaba por este punto".
Tiene 43 a?os y est¨¢ casado, aunque actualmente en tr¨¢mites de divorcio. Como su esposa, es natural de Talavera de la Reina (Toledo) y lleva 11 a?os trabajando como mayordomo, "los mismos que llevo casado. En las casas de los se?ores se coloca siempre mejor un matrimonio". Trabaj¨® en la vivienda de los se?ores de Vi?as -relacionados familiarmente con los Fierro- y fue mayordomo de Antonio el bailar¨ªn y de los G¨®mez Acebo antes de contratarse en casa de los marqueses difuntos, a principios de agosto de 1980.
Sin embargo, se fue voluntariamente de Somosaguas a ra¨ªz de las declaraciones citadas -despedido, seg¨²n la otra versi¨®n- y, a pesar de las referencias anteriores, Vicente D¨ªez Romero tard¨® un a?o en encontrar trabajo, hasta que se coloc¨® en la actual casa, tambi¨¦n en la urbanizaci¨®n residencial pr¨®xima de La Florida.
Ocup¨® este puesto en la casa de los marqueses de Urquijo durante 17 meses, 10 de ellos tras los asesinatos. D¨ªez Romero ha insinuado en numerosas ocasiones que conoce perfectamente la trama que envuelve el llamado caso Urquijo, y ha se?alado a este peri¨®dico que alg¨²n d¨ªa la contar¨¢ ¨ªntegra. "Yo no tengo ning¨²n inter¨¦s especial en este caso, pero quiero que resplandezca la verdad, aunque s¨¦ lo mucho que me juego con esto".
Aunque el ex mayordomo dice que no quiere pasar a la historia como el h¨¦roe del caso Urquijo, quiere dejar constancia clara de que "Juan, Miriam y el administrador son los t¨ªos m¨¢s c¨ªnicos e hip¨®critas que he conocido en mi vida. Yo puedo ser un nazareto, pero no un gilipollas...". En una entrevista reciente publicada en este peri¨®dico, Rafael Escobedo le calificaba como loca de verano, extremo que reiter¨® ante el tribunal. Diez Romero manifest¨® a este respecto: "Yo, de loca no tengo m¨¢s que la voz, que no es de tenor, y de loco, como han dicho de m¨ª Juan y Miriam de la Sierra, tampoco".
La honestidad de un polic¨ªa
El polic¨ªa Jos¨¦ Romero fue quien detuvo a Rafael Escobedo y es, pr¨¢cticamente, el autor del voluminoso sumario de 800 folios. El resto es una repetici¨®n del t¨¦rmino verbal ¨²nase (¨²nase el siguiente informe, etc¨¦tera). Romero, que pidi¨® voluntariamente el pase a Extranjer¨ªa porque, al parecer, sufri¨® una cierta decepci¨®n con la forma en que se le trat¨® con posterioridad, fue tentado en una ocasi¨®n con un mill¨®n de pesetas por una persona interesada para que abandonase el caso, y cuya identidad se guarda por el momento el polic¨ªa.
El inspector, casado con una funcionaria administrativa del Cuerpo Superior de Polic¨ªa, rechaz¨® de plano el soborno y lo puso en conocimiento de sus superiores. A las veladas amenazas que sufri¨® en alguna ocasi¨®n, siempre contest¨® lo mismo: "Tienen dos posibilidades. Quitarme del medio, pero quienes lo intentasen no conseguir¨ªan beneficio, porque todo lo que he ido sabiendo en cada etapa lo puse siempre por escrito en el sumario. La otra es el soborno. Pero entre m¨ª mujer y yo ganamos m¨¢s de 150.000 pesetas, tenemos pagado el piso y el coche, y no tenemos m¨¢s vicio que ver moverse el paisaje los d¨ªas que tenemos libres".
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