Un 'Riggoletto' al aire libre

La campa?a de teatro de verano que promueve el Ayuntamiento de Madrid, con la colaboraci¨®n de la Direcci¨®n General de M¨²sica y Teatro, ha conocido un notable ¨¦xito popular en su primera incursi¨®n oper¨ªstica de la presente temporada, un Rigoletto en el ampl¨ªsimo recinto abierto del Cuartel del Conde Duque.Alrededor de 2.000 personas se congregaron, saludaron con patente simpat¨ªa al alcalde de la villa, Enrique Tierno, escucharon la representaci¨®n con admirado respeto y aplaudieron con calor a los int¨¦rpretes.

Este tipo de representaciones arrastran evidentes problemas de montaje. El escaso juego de variaci¨®n que permite la escena es a costa de prolongad¨ªsimos intermedios. La luminotecnia resulta bastante pobre y, acaso, esto no fuera dif¨ªcil de mejorar. Pero el problema mayor es el del sonido: Un discreto equipo de micr¨®fonos y altavoces permiti¨® escuchar bastante bien a las voces, aunque no tanto a la orquesta. Con todo, este problema qued¨® suficientemente resuelto.

La orquesta, formada por solventes profesores de distintas agrupaciones sinf¨®nicas madrile?as, toc¨® sin exquisiteces, pero con orden, bajo la direcci¨®n de Luis Izquierdo, bien atento tambi¨¦n a las voces, que as¨ª pudieron conjuntarse debidamente.

Entre ¨¦stas, destac¨® la de la soprano Mar¨ªa ?ngeles Peters (Gilda), voz no grande pero c¨¢lida y manejada con gusto musical. El tenor Santiago Gerico (Duque) no dispone de una materia prima especialmente atractiva, aunque es seguro y afinado en los agudos e incluso frase¨® con elegancia a d¨²o con la soprano y en el hermoso cuarteto del tercer acto. Menos redonda fue la actuaci¨®n del bar¨ªtono Antonio Lagar, un tanto superado por las dificultades de su Rigoletto y con voz excesivamente tremolante. En papeles secundarios cumplieron Mabel Perelstein, Mario Ferrer, Julio Pardo, Beatriz Alterman y, en fin, el resto de la compa?¨ªa, todos, como qued¨® dicho, aplaudidos por el complacido p¨²blico.