Pina Bausch danza en Avi?o? ,entre la crueldad y el humor
ENVIADO ESPECIAL En el marco siempre impresionante de la Cour d`Honneur del Palais des Papes de Avi?¨®n y ante una audiencia de m¨¢s de 3.000 espectadores, Pina Bausch ha presentado Walzer. La expectaci¨®n era incre¨ªble y, sin ¨¢nimo de exagerar, puede decirse que se quedaron en la calle otros tantos miles de personas. Pocos minutos antes de iniciarse el espect¨¢culo flotaban ya, e incluso llegaron a o¨ªrse, los entusiastas ?bravo, Pina! Su ¨¦xito es indiscutible; en diez a?os, desde que en 1973 se hizo cargo del teatro de danza de Wuppertal, ha conseguido convertirse en algo muy parecido a un mito. Esta mujer alta, delgada, terriblemente seria y angustiada, conmueve y apasiona a los p¨²blicos m¨¢s diversos. Y, sin embargo, y es justo decirlo, cientos de espectadores abandonaron el recinto a lo largo de la representaci¨®n. Para poder soportar cuatro horas de Pina Bausch hay que cumplir algunos requisitos". El primero, y quiz¨¢ el m¨¢s importante, es no tener ideas previas de lo que se va a ver. El segundo ser¨ªa tener un sentido del humor que no parece cuadrar con el aspecto sombr¨ªo y circunspecto de la gran dama de la danza moderna. Un humor que, por otra parte, a los mediterr¨¢neos nos cuesta aceptar que venga de Alemania.
Para entender Walzer hay que empezar por aqu¨ª, por la capacidad que- uno pueda tener de re¨ªrse de s¨ª mismo. De re¨ªrse, eso. s¨ª, dolorosamente, porque el n¨²mero de Pina es dur¨®, intransigente,. a un paso de convertirse en cruel. Ese escollo de la crueldad, que, salvo muy honrosas excepciones, siempre es demag¨®gico, se esquiva con un fin¨ªsimo humor y con una sinceridad que desarma a cualquiera. Walzer consigue el milagro. Como lo consigui¨® Fellini ocho y medio y All that jazz de Bob Fosse. Y la comparaci¨®n no es gratuita. Estos dos espect¨¢culos, y Walzer tambi¨¦n, surgen de la necesidad que tigre un creador de revisar sus propios m¨¦todos, de hacer una producci¨®n contando c¨®mo se han concebido y realizado las obras anteriores.
La historia individual
En realidad, el teatro-danza de Pina Bausch tiene unos esquemas muy claros. Se trata de emancipar la danza de sus propias formas; de renunciar a la f¨¢bula; de integrar completamente al espectador, transfiriendo al escenario sus gestos m¨¢s comunes, su comporta miento m¨¢s banal, su experiencia de cada d¨ªa; de entender la danza no como una abstracci¨®n est¨¦tica, sino como un comportamiento f¨ªs¨ªco com¨²n e intranscendente. Los temas que interesan a Pina son los que nos interesan a todos: la alienaci¨®n del hombre, el aislamiento, la lucha de sexos, la falta de comunicaci¨®n, el amor por los objetos, el recuerdo de la infancia, la historia vivida, no a trav¨¦s, de los grandes conflictos sociopol¨ªticos, sino a trav¨¦s de una canci¨®n, de una melod¨ªa, de aquello que marca un momento de nuestra vida. Para Pina, la historia es poco m¨¢s que el recuerdo personal. Lo que cuenta es el hombre y la mujer sin atributos. Lo que cuenta, como nos dice al final del espect¨¢culo con una fuerza inusitada, es el dolor de un parto, los sufrimientos del reci¨¦n nacido, sus movimientos de dolo r, la ternura de las primeras caricias que recibe, y esto en el mejor de los casos...
A partir de ah¨ª, Pina pone en marcha -en este caso ante m¨¢s de 3.000 personas, en el Palais des Papes de Avi?¨®n- lo que es su mecanismo habitual de creaci¨®n: Pina pide algo a sus actores-bailarines, y ellos responden. Por ejemplo, Pina pide algo sobre la escuela de equitaci¨®n espa?ola, y un actor hace, sencillamente, de caballo.
Trabajo en progresi¨®n
El milagro que hace esta mujer es convencernos de que si con un proceso de trabajo determinado se llega a resultados brillantes, algo habr¨¢ en estos ensayos de valioso. La creaci¨®n, nos dice, es un trabajo en progresi¨®n. Pina nos habla de todo esto con perplejidad, con un cierto distanciamiento que cabr¨ªa relacionar con su formaci¨®n brechtiana a la que, por cierto, se niega a renunciar.
A lo largo de las casi cuatro horas de representaci¨®n pasamos de los juegos de sociedad m¨¢s triviales al ambiente distendido de una recepci¨®n social con canap¨¦s y espumoso; de los recuerdos personales m¨¢s ¨ªntimos a los chistes que s¨®lo r¨ªe quien los cuenta; de la exposici¨®n de aquello que hubi¨¦ramos querido ser a los esfuerzos f¨ªsicos para llegar a ser alguna cosa en el mundo de la danza; de la risa franca y sincera, al concepto m¨¢s convencional de correci¨®n... Pina nos hace viajar, nos muestra sus propios fantasmas y, como Fellini y Bob Fosse, nos dice que, al fin y al cabo, quiz¨¢ lo mejor de la creaci¨®n se pierda en los ensayos.
Pina Bausch ha revolucionado la danza moderna, sustituyendo el movimiento abstracto por el gesto m¨¢s . insignificante.
En esto est¨¢ su grandeza, en la sinceridad con que nos cuenta su duda. En la sinceridad y en la valent¨ªa con que lo hace. Por otra parte, es una verg¨¹enza para nuestro pa¨ªs que Pina Bausch todav¨ªa no haya venido, especialmente cuando la ¨²nica vez que se intent¨® traerla para una actuaci¨®n en Barcelona, la empresa fracas¨® porque no se consiguieron los siete millones de presupuesto.
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