Consejo de ministros en Palma

LA CELEBRACI?N en Palma de Mallorca de un Consejo de Ministros, presidido por el Rey, ha brindado la oportunidad al Gobierno de ofrecer un resumen de los prop¨®sitos del Gabinete en las ¨¢reas maestras de la acci¨®n del ejecutivo. Desde hace siete a?os don Juan Carlos no ocupaba la presidencia de la mesa del Consejo y eran circunstancias bien diferentes las que caracterizaban la vida p¨²blica espa?ola de entonces. En aquella ocasi¨®n, al celebrar el primer Gabinete de Adolfo Su¨¢rez su primera reuni¨®n, el Rey anim¨® al Gobierno que habr¨ªa de realizar la transici¨®n pol¨ªtica a conectar con las aspiraciones populares.Recuperadas ya las libertades y consumado el edificio constitucional de nuestro Estado de derecho, esta reuni¨®n del Gobierno socialista con el Jefe del Estado se enmarca en una: pr¨¢ctica contemplada por nuestra Constituci¨®n y ofrece asimismo una imagen cargada de simbolismo de dos instituciones -la Corona y un Gobierno de miembros del PSOE- con larga tradici¨®n en la historia contempor¨¢nea de Espa?a. Es una saludable demostraci¨®n de la coherencia y estabilidad de la vida p¨²blica de nuestro pa¨ªs.

Por su parte, don Juan Carlos ha aprovechado la ocasi¨®n para dirigir unas palabras al Consejo de Ministros, ¨®rgano al que constitucionalmente compete la gobernaci¨®n del Estado, en las que ha realizado algunas reflexiones sobre nuestro funcionamiento institucional y los problemas, tensiones y esperanzas que definen la realidad espa?ola de 1983.

"Este acto -dijo el Rey- testimonia una nota de normalidad en el funcionamiento ordinario de las instituciones y constituye un contacto oficial entre el Rey y el Gobierno constituido como consecuencia de las elecciones del pasado 28 de octubre. Esta normal relaci¨®n entre los poderes del Estado encierra un significado importante, tanto del punto de vista del Gobierno como de la instituci¨®n mon¨¢rquica". Don Juan Carlos con estas palabras remarcaba el car¨¢cter institucional de estos encuentros con los responsables pol¨ªticos de la actuaci¨®n del ejecutivo y, posteriormente, en otro momento de su intervenci¨®n se?alaba la utilidad para ambas instituciones de este tipo de reuniones.

Pero el Rey no se limit¨® a glosar el car¨¢cter institucional de estas reuniones del Consejo de Ministros, sino que tambi¨¦n abord¨® cuestiones de la realidad espa?ola del momento, desde la perspectiva en que sit¨²a nuestra Constituci¨®n a la Corona, y dentro de las funciones propias de "alentar, d¨ªa a d¨ªa, la obra del Gobierno leg¨ªtimamente constituido -cualquiera que sea su signo- y promover el equilibrio entre los poderes operativos del Estado".

Precisamente porque la influencia y la cooperaci¨®n de la Corona se dirige m¨¢s al orden moral que al ejecutivo y se produce m¨¢s a trav¨¦s de la sugerencia, el est¨ªmulo y el consejo, don Juan Carlos enunci¨® algunos de los problemas fundamentales de la convivencia social espa?ola. "Un Estado -dijo- es la obra de un delicado proceso, distendido en el tiempo y dirigido siempre a consolidar conquistas ordenadas a la paz, a la concordia y al progreso de los ciudadanos".

El Rey, en suma, defini¨® la prioridad de la lucha contra el paro, la posici¨®n de nuestro pa¨ªs en el concierto internacional y la defensa de los s¨ªmbolos del Estado como cuestiones prioritarias de la acci¨®n de Gobierno. Pero don Juan Carlos, frente a la dureza de los datos de la realidad y a los presagios de los derrotistas, tuvo una referencia especial al dinamismo de la sociedad espa?ola, una llamada a la solidaridad colectiva de la sociedad espa?ola, que merece el aplauso de quienes apostamos por la solidaridad y el progreso de nuestro pa¨ªs.