El 'realismo' domin¨® el congreso de los sindicatos brit¨¢nicos
El Congreso de las Trade Union (sindicatos), celebrado esta semana en Blackpool, puede ser decisivo para el futuro del sindicalismo brit¨¢nico, y, lateralmente para el partido laborista. En un debate que algunos califican ya de hist¨®rico, muchos l¨ªderes sindicales han pedido una readecuaci¨®n de las trade unions, un progresivo alejamiento de los planteamientos pol¨ªticos del partido laborista y la elaboraci¨®n de un programa econ¨®mico alternativo, solvente y cre¨ªble.
La palabra talism¨¢n en boca de la mayor¨ªa de los congresistas, ha sido realismo: realismo a la hora de plantear las relaciones con el Gobierno, realismo para adecuarse al sentir mayoritario de los miembros de la organizaci¨®n, realismo, en fin, a la hora de analizar las condiciones de la sociedad brit¨¢nica actual. "?Estamos acaso sordos? -se quejaba el secretario general, Len Murray- decimos que no importa que Margaret Thatcher haya vuelto a ganar las elecciones. ?Creemos acaso que aumentando nuestras amenazas verbales vamos a derribar los muros del n¨²mero 10 de Downing street?".Los congresistas se encontraron frente a un hecho incontrovertible: las trade unions han perdido 1,5 millones de afiliados en solo tres a?os (aunque sigan poseyendo casi 10 millones de cotizantes) y miles de sus miembros han votado por el partido conservador. ?Qu¨¦ sucede?, se preguntan. ?Qu¨¦ ha pasado para que el poderoso y caracter¨ªstico movimiento sindical brit¨¢nico, una aut¨¦ntica instituci¨®n en la vida democr¨¢tica del pa¨ªs, haya perdido fuerza y popularidad? Una explicaci¨®n, aceptada incluso por los miembros m¨¢s moderados del TUC, es la implacable pol¨ªtica de persecuci¨®n de la primera ministra, que ha superado con mucho la agresividad de otros Gobiernos conservadores frente a los sindicatos.
Pero ni este hecho, ni la continua campa?a de los medios de comunicaci¨®n m¨¢s populares, y m¨¢s vendidos, contra los l¨ªderes m¨¢s radicales de los sindicatos, bastan por s¨ª solos para explicar la crisis interna de las trade unions.
El problema es m¨¢s profundo. Los sindicatos brit¨¢nicos, casi omnipotentes en los a?os sesenta y setenta, se hab¨ªan acostumbrado a hacer caer Gobiernos, conservadores o laboristas, a golpe de huelgas. Cuando la crisis golpe¨® al Reino Unido, casi m¨¢s duramente que a ning¨²n otro pa¨ªs europeo, fueron descubriendo que la opini¨®n p¨²blica se irritaba ante las huelgas de los servicios p¨²blicos y que sus propios afiliados, temerosos ante el paro, hac¨ªan gala de muy poco ¨¢nimo combativo.
Las negociaciones con el ministro de Trabajo, Norman Tebbit, se iniciar¨¢n r¨¢pidamente, sin que eso quiera decir, como dejaron claro todos los portavoces moderados, que se dulcifique la oposici¨®n a los proyectos gubernamentales.
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