La hora final de un certamen en busca de identidad
El ministro de Cultura discutir¨¢ el futuro del festival con las autoridades donostiarras
ENVIADA ESPECIALUnas 400 personas se manifestaron ayer por el centro de San Sebasti¨¢n para pedir la amnist¨ªa de presos pol¨ªticos. Profirieron gritos contra la polic¨ªa y fueron lanzadas octavillas firmadas por Herri Batasuna en que se ped¨ªa un festival de cine al servicio del p¨²blico. Al final de la manifestaci¨®n algunos grupos cruzaron autobuses y otros veh¨ªculos para formar barricadas; fueron disueltos por las fuerzas de orden p¨²blico.
Por otra parte, estuvieron presentes en la jornada de clausura la directora general de Cine, Pilar Mir¨®; el ministro de Cultura, Javier Solana, y el presidente del Gobierno vasco, Carlos Garaikooetxa. Una pel¨ªcula invitada, Zelig, de Woody Allen, que colm¨® la expectaci¨®n del p¨²blico, y una cena en el palacio de Miramar constituyeron el colof¨®n, junto con el rumor de una inminente reuni¨®n entre Pilar Mir¨® y Solana, por el ministerio, y Ram¨®n Labayen y un concejal, por, parte del ayuntamiento, con objeto de discutir el rumbo de este certamen y c¨®mo se canalizar¨¢ la ayuda ministerial.
Dos proyecciones clave en el d¨ªa de ayer sacudieron un poco el ins¨®lito tedio de jornada final que nos apabullaba mientras esper¨¢bamos el fallo del jurado de Nuevos Realizadores, el del Premio de la Cr¨ªtica, votado por un total de 58 periodistas acreditados en el festival, y el resto de menciones y peque?os honores con que se ha intentado sustituir la concesi¨®n de unos galardones de mayor envergadura. A destacar el hecho de que el jurado de la secci¨®n Nuevos Realizadores hizo p¨²blico su fallo en el transcurso de una conferencia de prensa durante la cual cada uno de los miembros -Samuel Fuller, como presidente, Monte Hellman, Paco Ignacio Taibo, Diego Gal¨¢n, Graciela Borges y Anjel Lertxundi- explic¨® a los periodistas las razones del veredicto. Este democr¨¢tico talante es nuevo en un jurado de festival.
Ning¨²n descontento en torno al Premio de la Cr¨ªtica, que recay¨® en la francesa Coup de foudre, de Diane Kurys, que se hizo holgadamente con el galard¨®n, con 27 votos a favor, seguida de La conquista de Albania, de Alfonso Ungr¨ªa, con 10 votos. Tampoco se discutieron los premios de Nuevos Realizadores. A Jos¨¦ Antonio Zorrilla, desde luego, este galard¨®n va a servirle para estrenar pronto su pel¨ªcula, El arreglo, que sin este tipo de incentivos se ver¨ªa obligada -como la mayor parte de pel¨ªculas de j¨®venes realizadores espa?oles- a aguardar turno para aparecer finalmente ante el p¨²blico mal exhibida.
Aparte del filme de Woody Allen, del que se habla en otro lugar de estas p¨¢ginas, la pel¨ªcula alemana proyectada ayer dentro de la secci¨®n oficial es, aunque realizada por un hombre, tambi¨¦n una pel¨ªcula de mujer, como la vencedora Coup de foudre. El director es Robert Van Ackeren y la protagonista Gudrun Landgreve. La mujer en llamas es la inquietante y, a la par, divertida historia de una burguesa que decide abandonar a su marido, un ejecutivo, para vivir su vida. En el ejercicio de la prostituci¨®n a domicilio encuentra no s¨®lo la independiencia econ¨®mica que necesita, sino una cierta venganza: cobrar por hacer a los hombres aquello que antes hac¨ªa gratis a su marido. Tambi¨¦n la vemos reafirmar su propia personalidad a trav¨¦s de la extroversi¨®n de sus instintos s¨¢dicos. Paralelamente a este teje y maneje, inicia una intensa relaci¨®n amorosa con un hombre que resulta ser tambi¨¦n un profesional de la prostituci¨®n: sus sentimientos mutuos, am¨¦n de su devoci¨®n por el trabajo, les empujan a establecerse juntos utilizan do un d¨²plex. Ella se viste de cuero y pinchos arriba, y ¨¦l recibe abajo envuelto en un albornoz.
Todo marcha a pedir de boca para los dos hasta que el hombre se pone picajoso con los excesos que su amada ejerce sobre la d¨¦bil carne de los masocas de turno, muchos de ellos vestidos como si acabaran de salir del puente a¨¦reo, y comete la imprudencia de proponerle un destino pavoroso: matrimonio, hijo en com¨²n y la seguridad de un restaurante puesto a medias. Naturalmente, la mujer -interpretada por la excepcionalmente bella Gudrun Landgrave, una mezcla de Lauren Bacall y Ornella Muti-, termina por abandonar el nidito-taller, tras una violenta escena en la que ¨¦l trata de convertirla en una banana flambeada al kirsch, que justifica el t¨ªtulo.
Seg¨²n el director, en la conferencia de prensa que sigui¨® a la proyecci¨®n, s¨®lo ha tratado de reflejar la imposibilidad de separar los sentimientos de la profesi¨®n, y tambi¨¦n las limitaciones que para la relaci¨®n de pareja supone la sociedad burguesa; no obstante, hay en la pel¨ªcula, sobre todo, un curioso estudio de sexualidad femenina -sexualidad de la v¨ªctima cuando puede manifestarse como verdugo- digno de reflexi¨®n.
Por lo dem¨¢s, las ¨²ltimas horas del festival estuvieron dedicadas al comentario del propio aburrimiento. Ni siquiera la posibilidad de que algo cambie para que todo siga igual contribu¨ªa a elevar grandemente los corazones. La proyecci¨®n, anoche dentro del ciclo Homenajes, de Staying Alive, dirigida por Sylvester Stallone y portagonizada por John Travolta, sirvi¨®, por lo menos, para que el teatro Victoria Eugenia disfrutara de un talante festivalero.
Para acabar, rese?ar algunas presencias entra?ables en un festival que ha pasado con m¨¢s pena que gloria. Silvia Munt y Miquel Cors, catalanes y discretos. Pedro Olea, cuyo filme, Akelarre est¨¢ siendo montado, Miguel Littin, el realizador chileno, Samuel Fuller, el m¨¢s querido en el festival. Flotando todos ellos en el desorden y la abulia de un certamen que debe reconvertirse en algo serio.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.