Costa Rica, la democracia m¨¢s estable de Am¨¦rica Latina, desprovista de ej¨¦rcito, corre el peligro de libanizarse
En los ¨²ltimos dos a?os se registraron en Costa Rica seis atentados con explosivos; 10 personas murieron en un tiroteo con la polic¨ªa; un industrial estuvo secuestrado por m¨¢s de un a?o hasta que reapareci¨® en Panam¨¢; fue descubierto un arsenal valorado en medio mill¨®n de d¨®lares; una supuesta terrorista muri¨® acribillada a tiros en la celda de la prisi¨®n; se localizaron al menos nueve casas de seguridad y un avi¨®n se convirti¨® en reh¨¦n para obtener la libertad de siete derechistas encarcelados que rechazaron el canje.
A menudo, los ¨²nicos costarricenses involucrados en estas historias fueron los polic¨ªas y los jueces. Sus protagonistas fueron en la mayor¨ªa de los casos salvadore?os y nicarag¨¹enses, con alg¨²n que otro cubano o argentino. Esto ha hecho que en el pa¨ªs empiece a hablarse abiertamente del peligro de una libanizaci¨®n.En un juicio por terrorismo celebrado la semana pasada en Lim¨®n, ¨²nicamente eran de Costa Rica los representantes del aparato judicial: abogados, fiscal y jueces. El acusado, Jos¨¦ Zambrano, condenado luego a nueve a?os de c¨¢rcel, es un salvadore?o ligado a los servicios de seguridad de su pa¨ªs. La v¨ªctima, Jos¨¦ Medina, es un cubano-norteamericano que vend¨ªa armas a la guerrilla de El Salvador. Un diplom¨¢tico de este pa¨ªs se salv¨® del juicio a cambio de la expulsi¨®n. La democracia m¨¢s estable de Am¨¦rica Latina y, sin duda, la m¨¢s homologable a cualquier sistema de Europa occidental, es tambi¨¦n una democracia desarmada, que en 1948 aboli¨® el Ej¨¦rcito para impedir su injerencia en la vida pol¨ªtica. Ese acuerdo, que sigue siendo v¨¢lido para el 83% de la poblaci¨®n, seg¨²n encuesta reciente, ha facilitado, que a veces el pa¨ªs se convierta en escenario de batallas ajenas.
Su desarme unilateral y su tradici¨®n de asilo han hecho de San Jos¨¦ una encrucijada donde se dan cita traficantes de armas, esp¨ªas de todos los pelajes, guerrilleros de izquierda y combatientes que luchan contra el Gobierno sandinista. En esta ciudad de calles estrechas y gente pac¨ªfica, los guerrilleros de terceros pa¨ªses usan metralletas sofisticadas mientras las fuerzas de seguridad llevan a¨²n carabinas anteriores a la segunda guerra mundial y, seg¨²n sus ministros, deben repartirse un rev¨®lver por cada tres agentes.
Para impedir que se desate la guerra entre fuerzas tan encontradas, el Estado tiene 4.800 polic¨ªas civiles y 3.000 guardias rurales, que tienen que vigilar las fronteras, custodiar los edificios p¨²blicos, atender las aduanas y garantizar la seguridad ciudadana. Algunos temen que un d¨ªa haya ej¨¦rcitos privados m¨¢s numerosos que la polic¨ªa.
Para atajar este riesgo, el Gobierno socialdem¨®crata de Luis Alberto Monge ha pedido donaciones a varios pa¨ªses. Estados Unidos entreg¨® armas, Taiwan regal¨® equipos antimotines, Israel entren¨® a la polic¨ªa en servicios de inteligencia y t¨¢cticas antiterroristas, Venezuela aport¨® uniformes.
Cuando el Gobierno decidi¨®, hace unas semanas, instalar bater¨ªas antia¨¦reas en su aeropuerto, en la refiner¨ªa y en varias plantas el¨¦ctricas se pens¨® que tal vez era el primer paso hacia una militarizaci¨®n.
Lo cierto es que tales bater¨ªas son unas simples ametralladoras de 50 mm. que estaban en desuso desde la guerra de 1955.
Aunque en Costa Rica se viven las tensiones de toda Am¨¦rica Central, es evidente que por su vecindad se sigue m¨¢s de cerca la evoluci¨®n nicarag¨¹ense. La presencia en San Jos¨¦ de las oficinas centrales de la Alianza Revolucionaria Democr¨¢tica (Arde), la organizaci¨®n que encabeza Ed¨¦n Pastora, ha hecho que Managua ponga en duda la neutralidad de Costa Rica y que algunos agentes nicarag¨¹enses hayan intentado eliminar aqu¨ª a sus dirigentes. El Gobierno ha justificado esta presencia por su pol¨ªtica de asilo, que no contradice, seg¨²n asegura, la neutralidad.
Lo que no ha podido, sin embargo, evitar el Gobierno es que el conflicto nicarag¨¹ense se haya trasladado con todo su encono a ciertos sectores de la sociedad costarricense. El grupo Costa Rica Libre, que apoya a Pastora, y Vanguardia Popular, coalici¨®n marxista que respalda a los nueve comandantes sandinistas, han protagonizado duros enfrentamientos en la zona de Upala, con varios muertos.
A esta ¨®smosis de conflictos ajenos se suma una grave crisis econ¨®mica que ha afectado, sobre todo, a los sectores m¨¢s pobres. El desempleo constituye un grave problema: 190.000 trabajadores est¨¢n en paro, una cuarta parte de la fuerza laboral. La dimensi¨®n de la crisis la reconoce el presidente del Banco Central, Carlos Manuel Castillo, cuando se?ala que el pa¨ªs necesita una inversi¨®n de 9.000 millones de d¨®lares (m¨¢s de un bill¨®n de pesetas) para poder recuperar a finales de esta d¨¦cada el nivel de vida que tuvo en 1980. Lejos de lograr esos capitales, el Gobierno tiene enormes dificultades para hacer frente a una deuda externa de 4.000 millones de d¨®lares (unos 600.000 millones de pesetas)
Estados Unidos tiene en Costa Rica el mayor programa de ayuda econ¨®mica per c¨¢pita del todo el continente americano, pero no basta para un pa¨ªs que por mucho tiempo vivi¨® por encima de sus posibilidades. Muchas voces, incluida la del arzobispo de San Jos¨¦, Rom¨¢n Arrieta, claman por una reducci¨®n de las desigualdades sociales, que no han hecho sino aumentar por efecto de la crisis. Si no se logra, aumentar¨¢ el peligro de libanizaci¨®n y el Gobierno no podr¨¢ entonces acusar de ello exclusivamente a los agentes externos.
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