El Gobierno salvadore?o afirma que llevar¨¢ la guerra hasta el final, ante el fracaso de las negociaciones con la izquierda
"En vista de que los insurgentes se niegan a participar en las elecciones, no queda otro recurso que la guerra hasta el fin". Esta es la reacci¨®n del Gobierno salvadore?o ante el fracaso de la reuni¨®n celebrada el jueves en Bogot¨¢ entre los tres integrantes de la comisi¨®n gubernamental de paz y los cuatro enviados de la izquierda. Las esperanzas puestas por amplios sectores del pa¨ªs en una soluci¨®n negociada de la guerra se desvanecen por el momento. S¨®lo el presidente de Colombia, Belisario Betancur, anfitri¨®n del encuentro, opina que no se han cerrado a¨²n las puertas del di¨¢logo.
La segunda cita en la capital colombiana ha puesto en evidencia que cada bando pretende conseguir objetivos radicalmente distintos con estas conversaciones. Para el Gobierno no hay nada que negociar, salvo la participaci¨®n de la izquierda en las elecciones. Para la guerrilla, esto ser¨ªa el final del camino; antes deben resolverse algunas de las causas que motivaron la guerra y, en cualquier caso, ha de constituirse un Gobierno provisional con representantes de la oposici¨®n para garantizar un proceso electoral con igualdad de oportunidades.En estas condiciones no hay ninguna base para el entendimiento. La guerra no parece haber madurado lo suficiente para poner en marcha un proceso formal de negociaciones.
La negativa del Gobierno a discutir toda cuesti¨®n ajena a los comicios cuenta con el respaldo de todos los partidos representados en la Asamblea Constituyente, desde la Democracia Cristiana hasta la ultraderechista Alianza Republicana Nacionalista (Arena), que encabeza Roberto D'Aubuisson.
Este ¨²ltimo partido ha expresado en una nota oficial que el ¨²nico di¨¢logo que es posible entablar con la guerrilla es "que estos grupos subversivos acepten participar en las elecciones". El presidente de los dem¨®cratas cristianos y l¨ªder de su fracci¨®n parlamentaria, Julio Rey Prendes, ha declarado, por su parte, que "ni el Ej¨¦rcito ni la guerrilla pueden discutir cuotas de poder, porque eso debe decidirlo el pueblo en las urnas".
"Nada que negociar"
Con ocasi¨®n del D¨ªa de la Independencia Nacional, el presidente Alvaro Maga?a fue muy expl¨ªcito a este respecto. Dijo que era necesario "reiterar clara y definitivamente que no tenemos nada que negociar". M¨¢s adelante a?adi¨®: "Cualquier negociaci¨®n para repartir el poder ser¨ªa contraria al mandato de los electores, y es lo ¨²nico, definitivamente lo ¨²nico, que mi Gobierno no puede hacer por la paz".Tras se?alar que su Gabinete se ha mostrado receptivo a las gestiones por la paz de varios pa¨ªses democr¨¢ticos y que a eso obedec¨ªa el inicio de di¨¢logo con la guerrilla, disip¨® cualquier duda sobre el objetivo de tales encuentros: "Esto no significa que se est¨¦ negociando, porque un Gobierno leg¨ªtimo y constitucional jam¨¢s podr¨¢ reconocer a una fuerza ileg¨ªtima que, no pudiendo alcanzar el poder por la v¨ªa democr¨¢tica, trata de hacerlo por las armas".
Maga?a termin¨® sus palabras diciendo que responder¨¢n a la agresi¨®n militar, "que es la forma que ellos han escogido, porque nadie puede discutir nuestro derecho a la leg¨ªtima defensa y nadie podr¨¢ cuestionar la justicia de nuestra causa, que defiende el tema democr¨¢tico representativo".
A la vista de estas posiciones, resulta l¨®gico que Guillermo Ungo, presidente del Frente Democr¨¢tico Revolucionario (FDR), aliado pol¨ªtico de la guerrilla, mostrase semanas atr¨¢s su escepticismo sobre el futuro del di¨¢logo. Durante una larga conversaci¨®n mantenida en Panam¨¢ con este corresponsal, puso en duda que el Gobierno tuviera voluntad negociadora.
'Lo toma o lo deja'
H¨¦ctor Oquel¨ª, miembro de la comisi¨®n pol¨ªtico- diplom¨¢tica nombrada por la izquierda, ha declarado en M¨¦xico que mientras ellos presentaron en Bogot¨¢ propuestas por escrito, la comisi¨®n de paz se limit¨® a exponer que se interrumpir¨ªan las conversaciones si los insurgentes no aceptaban participar en los comicios. Este o lo toma o lo deja resulta inaceptable para la guerrilla.En el interior del pa¨ªs, ¨²nicamente la Iglesia, algunos sindicatos, ciertos grupos profesionales y amplios sectores populares parecen interesados en una negociaci¨®n formal que trate de poner fin a la guerra, para dar paso luego a un proceso electoral que resuelva una crisis pol¨ªtica que se arrastra desde 1932, cuando el general Maximiliano Hern¨¢ndez ahog¨® con la sangre de 30.000 campesinos un brote insurreccional encabezado por el l¨ªder comunista Farabundo Mart¨ª.
El nombre del general ha sido adoptado por el Ej¨¦rcito Secreto Anticomunista (ESA), que ha reaparecido en la escena pol¨ªtica coincidiendo con los primeros encuentros entre representantes del Gobierno y la guerrilla.
Una vez m¨¢s, la oligarqu¨ªa que maneja el pa¨ªs desde Miami y algunos sectores del Ej¨¦rcito se han aliado tras esas siglas para abortar cualquier salida negociada de la guerra, ya que ello supondr¨ªa una reforma de las estructuras socioecon¨®micas y una purga del mando militar.
Las patrullas de defensa civil, armadas por el Estado, son ya en algunas localidades el germen de un ej¨¦rcito paralelo manejado por la ultraderecha.
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