En Holanda, quien contamina, paga
"Si el Gobierno me pide 100.000 florines (5 millones de pesetas) en impuestos por el vertido de las aguas contaminadas de mi f¨¢brica, voy y protesto; pero si me pide 500.000 florines (25 millones de pesetas), me callar¨¦, porque no tiene sentido regatear: el pagar esa cantidad me llevar¨ªa a cerrar la empresa". As¨ª intentaba explicar el director de determinada industria de La Haya -no quiere dar su nombre porque piensa que estas opiniones pondr¨ªan a los ecologistas en contra de sus productos, y no le interesa una campa?a hostil- el rigor de la ley holandesa sobre contaminaci¨®n de aguas, y que puede resumirse en un sencillo principio: el que contamina, paga. Desgraciadamente para este empresario, la evaluaci¨®n de sus tributos por contaminaci¨®n ha sido de un mill¨®n de florines (50 millones de pesetas). Como era previsible, no mand¨® parar la factor¨ªa. Sencillamente, telefone¨® a un gabinete t¨¦cnico para instalar una planta depuradora.
La sede de la sociedad Infra Consult est¨¢ situada en Deventer, una peque?a ciudad a 100 kil¨®metros al este de La Haya. Aqu¨ª trabaja el ingeniero Johann Gerard EIzenga que va a participar en el simposio sobre la tecnolog¨ªa del agua que se celebrar¨¢ en Madrid los d¨ªas 19 y 20 de este mes bajo los auspicios del Ministerio de Econom¨ªa de La Haya y la C¨¢mara de Comercio Hispano-Holandesa. "En Holanda, la sociedad ha tomado con ciencia de que los da?os causados al medio ambiente son muy dif¨ªciles de rectificar..., y costosos. Hay un momento en que se llega a un punto sin retorno en el que los da?os son irreparables". Por esa raz¨®n, Elzenga, que tiene en cuenta para su trabajo los problemas econ¨®micos de la industria, considera que siempre es preferible hacer algo para impedir el aumento de la contaminaci¨®n que no hacer nada. "Una depuradora sencilla puede limpiar hasta el 70% de las impurezas a un coste muy bajo. Eso ya es mejor que dejar el ciento por ciento de la suciedad. A partir de ese 70% u 80% de depuraci¨®n, el coste se va disparando y cada m¨ªnimo porcentaje de mejora es m¨¢s caro. El ¨²ltimo 1% o 2% no es casi nunca rentable".?Rentable? No hay que olvidar la ley holandesa sobre depuraci¨®n de aguas superficiales, que entr¨® en vigor en 1970. Esta ley conf¨ªa la lucha contra la poluci¨®n de las aguas a las administraciones provinciales, que, a su vez, pueden transmitir esta tarea a las confederaciones hidrogr¨¢ficas. Esto es lo que ha sucedido en ocho provincias (excepto en Groningue, Frise y Utrecht). La ley se rige por tres principios: stand still (permanecer parados, impedir que la contaminaci¨®n progrese); combatir la poluci¨®n all¨ª donde se produce, y -este es un punto fundamental para las industrias holandesas- el que contamina, paga.
La ley establece los impuestos a pagar en base a un sencillo m¨¦todo: la demanda biol¨®gica de ox¨ªgeno, que se obtiene dividiendo entre los 14 millones de habitantes del pa¨ªs la cantidad de ox¨ªgeno que contiene el agua consumida en un a?o. As¨ª se obtiene el equivalente habitante, que pasa a ser la unidad de medida de contaminaci¨®n: el ox¨ªgeno que falta en el agua contaminada (cuanta m¨¢s contaminaci¨®n hay menos ox¨ªgeno). A partir del equivalente-habitante se fijan los impuestos que pagar¨¢n los que ensucian el agua.
La traducci¨®n monetaria del equivalente-habitante difiere geogr¨¢ficamente, ya que, en aquellas provincias donde las medidas anticontaminaci¨®n han comenzado tarde, los impuestos son m¨¢s altos al ser necesarias mayores inversiones para recuperar el tiempo perdido. De esta forma, el equivalente-habitante oscila entre 40 y 80 florines anuales (2.000 o 4.000 pesetas).
Los 'confederados' del agua
Al igual que el cuidado de los diques, el control de la calidad del agua se encuentra, a nivel local y regional, en manos de ¨®rganos de gesti¨®n especiales: las confederaciones hidrogr¨¢ficas, a las que el Estado cede esta responsabilidad. ?stas prev¨¦n que en 1985 podr¨¢n tratar pr¨¢cticamente todas las aguas de origen urbano e industrial a trav¨¦s de unas 600 plantas que estar¨¢n funcionando en esa fecha.
Un ejemplo. La planta depuradora de Zutphen -un pueblo cercano a Deventer con una capacidad m¨¢xima para tratar 3.300 metros c¨²bicos a la hora-, seg¨²n explica su director, G. Vreedenburgh, es de propiedad privada. Las empresas del pol¨ªgono industrial contratan sus servicios y env¨ªan all¨ª sus aguas negras mediante una canalizaci¨®n. De esta forma rebajan el nivel de impuestos que deber¨ªan pagar por contaminaci¨®n.
Frecuentemente los empresarios holandeses se quejan de la p¨¦rdida de competitividad que suponen los gastos o impuestos derivados de la depuraci¨®n de las aguas, aunque la ley de 1970 influy¨® tambi¨¦n de otra manera: en 1975 el conjunto de la industria hab¨ªa disminuido a una tercera parte sus vertidos contaminados. El resultado de este descenso no fue debido tanto a la construcci¨®n de nuevas plantas depuradoras como a la puesta en pr¨¢ctica de m¨¦todos internos de saneamiento de los procesos fabriles. Naturalmente, s¨®lo con estas medidas las f¨¢bricas contin¨²an vertiendo aguas negras, lo que supone el pago de facturas cada vez m¨¢s caras, por lo que, entre 1970 y 1980, el n¨²mero de plantas depuradoras para la industria se triplic¨®, pasan do de 70 a 210.
Uno de los empresarios que se han decidido a instalar su propia depuradora es H. Oosterloo, director de Het Residentie Slachthuis BV, empresa privada que explota el matadero de La Haya.
El matadero, que viene sacrificando unas 8.000 reses cada semana, vierte hasta este momento sus aguas negras en la red de alcantarillado de la ciudad. Por ello ha tenido que pagar 23.000 equivalente-habitante. Cada una de estas unidades de contaminaci¨®n fue valorada en 1977 en 23,80 florines (1.200 pesetas), pero ya en 1983 el precio ha subido a 38,40 florines (1.950 pesetas), lo que totaliza una carga tributar¨ªa de 885.000 florines (casi 45 millones de pesetas) para este a?o.
100 millones por ensuciar
Los expertos calcularon que en el futuro la unidad de contaminaci¨®n podr¨¢ elevarse hasta 80 florines (4.000 pesetas), por lo que los impuestos podr¨ªan totalizar 1,8 millones de florines (casi 100 millones de pesetas), a pagar por el matadero. Oosterloo consider¨® que era el momento de instalar una planta depuradora.
Por una parte, Oosterloo sab¨ªa que el 60% de la inversi¨®n ser¨ªa cubierta mediante subvenciones estatales (la Administraci¨®n holandesa prev¨¦ este tipo de ayudas, as¨ª como otra serie de premios para las empresas que ahorran energ¨ªa). El coste total de la inversi¨®n fue estimado en 4,2 millones de florines (21 millones de pesetas). Es decir, a los costes actuales, Oosterloo puede amortizar la inversi¨®n de la planta en un par de a?os, aunque tenga que a?adir unos 250.000 florines (1,3 millones de pesetas) anuales para asegurar el mantenimiento de la planta, el gasto de energ¨ªa adicional, el transporte de los fangos resultantes en el proceso depurador y los impuestos por contaminaci¨®n (2%) que la planta no va a realizar (50.000 florines, unos 2,5 millones de pesetas).
"Para muchas industrias, los impuestos por contaminaci¨®n suponen unos costes adicionales improductivos que no podemos repercutir en los precios debido a la menor demanda existente, y adem¨¢s por la p¨¦rdida de competitividad que ello supondr¨ªa", -se?ala Oosterloo. "Respecto a nuestros m¨¢s directos competidores -Rep¨²blica Federal de Alemania, Francia e Italia-, estos gastos nos suponen un incremento de 30 c¨¦ntimos de flor¨ªn (unas 15 pesetas) por kilo de carne. Un flor¨ªn de los 480 que cuesta un cerdo de 80 kilos van a amortizar los gastos de depuraci¨®n de aguas.
Es frecuente que los empresarios holandeses se lamenten de cierta falta de respaldo popular a estos sacrificios. "Es dif¨ªcil que un director de mercadotecnia pueda aprovechar una iniciativa encaminada a mejorar el medio ambiente. Los grupos verdes protestan cuando se contamina, pero no dan las gracias cuando la industria emprende una serie de mejoras", se quejan.
Otro ejemplo. La planta depuradora de Vlaadingen, cerca de Rotterdam, trata 12.000 metros c¨²bitos de aguas residuales a la hora, que provienen de tres ciudades de la zona y la industria correspondiente (en total, unos 300.000 equivalente-habitante). Ha supuesto una inversi¨®n final de 150 millones de florines. El responsable de la planta, Maarten Zeegers, explica que "el hecho de que un tercio de las aguas que recibimos tengan su origen en las aguas negras industriales -el resto son aguas residuales urbanas- nos ha llevado a seleccionar bien el sistema".
La dif¨ªcil planificaci¨®n
Delf, una preciosa ciudad a 15 kil¨®metros al sur de La Haya, no deja de recordar continuamente en las fachadas de sus edificios los tiempos en que espa?oles y holandeses estaban bajo la corona de Carlos V. La propietaria de la planta de VIaadingen es la Hoogheemraadsschap van Defland (Confederaci¨®n Hidrogr¨¢fica de Delf), una de las m¨¢s antiguas de Holanda: se cre¨® en 1318, y sus miembros cuidan con primor esa herencia hist¨®rica. La sede que ocupa la confederaci¨®n es un palacio del siglo XV, propiedad de una familia noble -aunque posteriormente estuvo sirviendo como burdel durante una buena temporada- hasta que los confederados pudieron hacerse con ¨¦l. Hoy es un verdadero museo.
"Desde que, a trav¨¦s de la ley de 1970, se nos responsabiliz¨® del mantenimiento de la calidad de las aguas hemos tenido que enfrentarnos a muchos problemas. Una cuarta parte de nuestro trabajo est¨¢ dirigida a este frente; pero, a nivel de costes, esa proporci¨®n es infinitamente m¨¢s elevada. Por ejemplo, en el presupuesto para este a?o vamos a emplear ocho millones de florines (40 millones de pesetas) en el mantenimiento de los diques que nos defienden del mar y 16 millones de florines (80 millones de pesetas) en asegurar la cantidad de agua (obras en canales, bombas, etc¨¦tera). El mantenimiento de la calidad del agua, sin embargo, nos ha supuesto un gasto de 71 millones de florines (3.550 millones de pesetas)", comenta F. J. Vos, adjunto a la direcci¨®n de la confederaci¨®n.
Desde 1970, la Confederaci¨®n Hidrogr¨¢fica de Delf ha dedicado 500 millones de florines (25.000 millones de pesetas) a la construcci¨®n de diversas plantas depuradoras y otros trabajos encaminados a asegurar la calidad de las aguas. Aparte del problema de encontrar terrenos aislados para instalar las depuradoras -tarea bastante compleja en un territorio tan densamente poblado-, la confederaci¨®n encuentra dificultades con la industria.
"Es dif¨ªcil calcular la capacidad contaminadora de una gran factor¨ªa", explica Vos. "Pero eso no es lo peor. Nosotros, al proyectar una planta, debemos tener en cuenta las necesidades llobales. Sin embargo, cuando las empresas comienzan a edificar sus propias depuradoras -porque as¨ª se ahorran dinero en impuestos-, nuestras depuradoras tendr¨¢n menos trabajo y, al mismo tiempo, ingresaremos menos dinero. Una depuradora debe estar pensada para un horizonte de 40 a?os. Ahora bien, una empresa que hoy se compro,mete a no montar su propia planta, ma?ana puede cambiar de opini¨®n libremente. Tambi¨¦n puede cerrar porque el negocio no ha ido bien... ?Qui¨¦n puede planificar as¨ª?".
"Por su parte, los ciudadanos, en un momento determinado, ex¨ªgen cuidar el medio ambiente. Se acometen nuevas inversiones para cubrir ese objetivo y los impuestos suben. Entonces, al tener que pagar m¨¢s, cambian las ideas de la gente respecto a la contaminaci¨®n y les gustar¨ªa que se hicieran menos cosas. ?Qui¨¦n puede planificar as¨ª?", repite Vos amargamente.
?ltimo ejemplo. La Drinkwaterleiding Rotterdam, la planta depuradora de agua potable de esa ciudad, no sufre los problemas de la Confederaci¨®n Hidrogr¨¢fica de Delf. Con una inversi¨®n de unos 1.000 millones de florines (50.000 millones de pesetas) asegura el suministro de agua potable a m¨¢s de un mill¨®n de personas. Su capacidad real es de 185.000 millones de litros anuales, aunque viene produciendo una media de 100.000 millones.
"La planta es propiedad del Ayuntamiento de Rotterdam" explica H. Baars, director de relaciones exteriores de la planta, "y vende el agua excedente a otras 21 ciudades, consiguiendo alg¨²n beneficio; por eso el coste del agua para el usuario es relativamente bajo" (1.000 litros cuestan 2,28 florines, unas 114 pesetas).
El mayor problema de esta planta es la falta de demanda, que obliga a una importante infrautilizaci¨®n de sus instalaciones. "Ahora estamos estudiando la entrega de agua a Arabia Saud¨ª a cambio de petr¨®leo", dice Baars. "Los t¨¦cnicos est¨¢n analizando el sistema para enviar el agua en los petroleros -sin que ¨¦sta se contamine- y devolver los barcos cargados con el crudo; as¨ª abarataremos el transporte".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.