El humo y la ley
Los accidentes catastr¨®ficos, como los que hemos padecido estos ¨²ltimos d¨ªas, y en especial el de la discoteca Alcal¨¢ 20, originan, entre otras reacciones, una b¨²squeda de culpabilidades que, si se hace con rigor y honradez, puede acabar en la detecci¨®n de errores cometidos y en la promulgaci¨®n de disposiciones que intenten evitar la repetici¨®n de tales fallos.
Alejandro Cabetas Hern¨¢ndez es ingeniero industrial, miembro del consejo rector de la Asociaci¨®n T¨¦cnica Espa?ola de Climatizaci¨®n y Refrigeraci¨®n (ATECYR)
Miembro de la Smoke Control Association.
Normalmente no hay s¨®lo un culpable: son varias -o muchas- las causas que concurren en un siniestro. Pero es cierto que cada causa debe cargar con su porcentaje de culpabilidad. As¨ª, puede ser que en un incendio determinado la actuaci¨®n de un pir¨®mano, o la desidia de un t¨¦cnico, o la pobreza de medios empleada por un propietario sea la causa principal. Y ninguna legislaci¨®n conseguir¨¢ erradicar la piroman¨ªa, ni la vagancia, ni la racaner¨ªa criminales.Lo malo es que sea precisamente la ley la que, por no adecuarse a las exigencias reales de la seguridad, permita caer una y otra vez en errores que originan tantos muertos. Y, a mi juicio, ¨¦ste es el caso en toda la legislaci¨®n espa?ola sobre incendios, tanto a nivel nacional (NBE-CPI-82, R. D. 1.587/82) como municipal (OO MM de Madrid, Barcelona, Zaragoza, etc.). La legislaci¨®n actual no valora debidamente la acci¨®n del humo ni su posible control. Se estudia y se reglamenta la acci¨®n contra el fuego, contra las llamas, y se olvida que m¨¢s del 80% de los muertos en incendios han sido causados por el humo (incluyendo en el concepto de humo los gases producidos en la combusti¨®n).
El humo mata, muchas veces, directa o indirectamente. Baste decir que el 90% de los pl¨¢sticos producen humos que ocasionan la muerte en menos de un minuto, y basta mirar a nuestro alrededor para darse cuenta de la abundancia del pl¨¢stico. El humo mata tambi¨¦n indirectamente. Personas que lo han inhalado en el incendio sufren lesiones irreversibles en el sistema respiratorio, que originan su muerte a medio plazo.
El humo provoca el p¨¢nico, el humo impide localizar las salidas de emergencia, el humo estorba o anula la actuaci¨®n de los bomberos... Frente a tal enemigo, la legislaci¨®n vigente no toma casi ninguna medida. La Norma B¨¢sica de Edificaciones CPI-82 (condiciones de protecci¨®n contra incendios) tiene, en la edici¨®n del MOPU, 99 p¨¢ginas. Dif¨ªcilmente puede encontrarse un solo p¨¢rrafo que se pueda considerar destinado a controlar el humo. Y el ¨²nico que he encontrado no puedo calificarlo de acertado.
Control del humo
Al humo s¨®lo se le puede manejar como se maneja el aire: provocando, con ventiladores adecuados, depresiones que lo aspiren o sobrepresiones que le impidan extenderse, atray¨¦ndolo al exterior en forma adecuada, impulsando aire limpio en los caminos de escape, etc¨¦tera. Es decir, manejando las instalaciones de ventilaci¨®n y de climatizaci¨®n adecuadamente.
Un dato, para m¨ª esclarecedor: todas (digo bien, todas) las v¨ªctimas por inhalaci¨®n de humo en incendios en edificios climatizados de oficinas estadounidenses y canadienses, desde 1970 a 1978, se produjeron con las instalaciones de ventilaci¨®n paradas. La legislaci¨®n espa?ola (como antes lo hac¨ªan la americana y las del resto del mundo civilizado) ordena tajantemente la parada de la instalaci¨®n en caso de incendio. S¨®lo he encontrado una excepci¨®n: el Ayuntamiento de Zaragoza, que, sin que figure en sus ordenanzas (lo que las enfrentar¨ªa con una disposici¨®n de superior rango), permite y premia la presurizaci¨®n de escaleras y v¨ªas de escape.
La t¨¦cnica de control de humos es reciente, pero est¨¢ ya introducido en las legislaciones de todo el mundo occidental. En Espa?a, tambi¨¦n esta vez, somos, diferentes. ?Por qu¨¦?
Quiero, ante todo, hacer constar mi admiraci¨®n a los ¨®rganos legislativos del Ministerio de Industria y del MOPU, que llevan bastantes a?os luchando contra nuestras f¨¦rreas estructuras y nuestros r¨ªgidos arca¨ªsmos para dotar a todos los reglamentos t¨¦cnicos de la flexibilidad necesaria y seguir las evoluciones de la investigaci¨®n y de la tecnolog¨ªa. Pero algo est¨¢ fallando: quiz¨¢ sea, en alg¨²n caso, la autosuficiencia de los t¨¦cnicos que han redactado la ley, autosuficiencia que los hace impenetrables a las sugerencias que les hacen otros t¨¦cnicos o asociaciones; quiz¨¢ -m¨¢s probable, a mi juicio- faltan los medios materiales y no se conceden ni siquiera dietas al t¨¦cnico reputado cuya opini¨®n se quiere escuchar en una reuni¨®n y al que hay que hacer venir de San Sebasti¨¢n o Barcelona. O, mucho menos, se organizan y subvencionan congresos peri¨®dicos monogr¨¢ficos sobre temas de seguridad.
Lo que s¨ª est¨¢ en la mente de todos, es que el mundo evoluciona. Y que los muchachos asfixiados en la discoteca madrile?a est¨¢n exigiendo ya la modificaci¨®n concreta de nuestra legislaci¨®n sobre incendios, introduciendo el control del humo, y m¨¢s en general, la modificaci¨®n de nuestras estructuras legislativas para hacerlas m¨¢s permeables a las nuevas ideas que la t¨¦cnica vaya aportando.
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