Jacobo Timerman
El fundador del diario 'La Opini¨®n' vuelve a Argentina, tras su exilio
Jacobo Timerman regres¨® en la ma?ana del s¨¢bado a Argentina, tras cuatro a?os, tres meses y once d¨ªas de exilio en Israel, Espa?a y Estados Unidos. Se ignora qui¨¦n teme m¨¢s su regreso: si el general Ram¨®n Camps, ex jefe de la polic¨ªa bonaerense, que le tortur¨® y contribuy¨® a mantenerle 30 meses detenido sin condena judicial, y con el que desde ahora puede cruzarse en cualquier esquina porte?a, o la casi totalidad de los periodistas argentinos vivos en el pa¨ªs y mayores de 30 a?os.
Regres¨® con pasaporte israel¨ª, procedente de Nueva York, donde su hijo mayor organiza una publicaci¨®n financiera para inversores latinoamericanos en Estados Unidos, y acompa?ado de su silenciosa, dulce y hermosa esposa Risha, quien visit¨® previamente Buenos Aires hace unas semanas. "No soy la v¨ªctima m¨¢s terrible de lo ocurrido; estoy vivo y mi familia tambi¨¦n lo est¨¢. He podido volver y creo que mi deber es ponerme al servicio de las organizaciones de derechos humanos para que me digan en qu¨¦ medida puedo ayudar a llevar a la c¨¢rcel a los lun¨¢ticos criminales como el general Camps, que hicieron del genocidio una tarea diaria".Nacido en Ucrania hace 61 a?os, este periodista, dotado de tanto talento como soberbia intelectual, dirigi¨® en Argentina las revistas Primera Plana y Confirmado, antes de fundar el diario La Opini¨®n, que revolucion¨® la t¨¦cnica, presentaci¨®n y contenido de la Prensa argentina. Siempre aspir¨® a hacer algo m¨¢s que una revista o un peri¨®dico y desde sus publicaciones contribuy¨® al derrocamiento del presidente radical Arturo Illia por el general Ongan¨ªa en 1966 y al de Isabel Per¨®n por el general Videla diez a?os m¨¢s tarde. Pero nunca fue un servidor del poder, al que - antes de halagar pretendi¨® siempre inspirar. Camps -El carnicero de Buenos Aires- cay¨® sobre ¨¦l como una maldici¨®n. El 45% del capital de La Opini¨®n de Jacobo Timerman estaba en manos de David Graiver, tambi¨¦n jud¨ªo, jovenc¨ªsimo y h¨¢bil financiero, que llevaba la contabilidad de sus dos bancos en la cabeza y del que con fundamento se sospecha que administraba los d¨®lares negros de los montoneros y del sector m¨¢s corrupto de la oligarqu¨ªa militar. Graiver muri¨® antes del golpe de 1976 al estrellarse en M¨¦xico su avioneta, aunque jam¨¢s pudo identificarse con seguridad su cad¨¢ver, despiezado y calcinado.
Todo el suplicio de Timerman, relatado en Preso sin nombre, celda sin n¨²mero, se origina con la fijaci¨®n obsesiva del general Camps de que La Opini¨®n se financiaba con dinero montonero y de que Timerman y Graiver eran cabezas de una conspiraci¨®n sionista para marxistizar Argentina. En Ezeiza, Timerman fue destemplado con los periodistas que le preguntaron por estas cuestiones. Magn¨ªfico director de diarios, los mejores periodistas argentinos se formaron a sus ¨®rdenes. Todos tienen una palabra de elogio para su inteligencia, ninguna palabra de cari?o; en la profesi¨®n se le respeta, pero se le teme m¨¢s.
El lobby jud¨ªo estadounidense y sus propias relaciones argentinas lograron evitar su muerte y consiguieron su liberaci¨®n: fue expulsado y privado de la ciudadan¨ªa, y sus bienes, confiscados. Ahora, la redacci¨®n y talleres de La Opini¨®n los disfruta Tiempo Argentino, de err¨¢ticas e indefinidas adscripciones pol¨ªticas. Tiempo ya se ha querellado contra sus colegas La Raz¨®n y Clar¨ªn, por presuponer que el diario de Timerman fue adquirido fraudulentamente. Timerman, adem¨¢s de para debelar a sus torturadores, ha regresado para recuperar sus bienes.
Duda entre volver a dirigir un diario -"podr¨ªa hacerlo aqu¨ª o en Madrid"- o establecer "tres hogares, en Buenos Aires, Tel Aviv y Nueva York, y escribir libremente libros y reportajes". El New York Times le ha encargado un extenso art¨ªculo sobre Argentina y el New Yorker, otro de 8.000 palabras sobre Nicaragua, a donde marchar¨¢ en breve para una estancia de tres meses.
Sus mejores palabras han sido para Ra¨²l Alfons¨ªn: "Restituy¨® a los argentinos la confianza perdida en las instituciones, moviliz¨® todo lo positivo que quedaba, incluso moviliz¨® a los peronistas...".
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