El futuro ha comenzado
Con la asistencia de la reina do?a Sof¨ªa, actu¨® ayer en el Teatro Real la Joven Orquesta Nacional de Espa?a (JONDE) en su segunda intervenci¨®n p¨²blica.Hac¨ªa mucho tiempo que no asist¨ªamos a un acto tan prometedor para la m¨²sica de nuestro pa¨ªs. "El futuro ha comenzado", me dec¨ªa Jes¨²s L¨®pez Cobos. Y un aire ilusionado y entusiasta iluminaba los rostros de 2.000 asistentes a un buen concierto.
Forman la orquesta, en este momento, una cincuentena de ejecutantes dentro de una plantilla de las denominadas "a dos", con nueve violines primeros, ocho segundos, seis violas, siete violonchelos, cuatro contrabajos, los vientos "a dos", salvo las trompas, arpa y percusiones.
Lo primero a destacar en el concierto de presentaci¨®n es la elecci¨®n del programa. Se huy¨® del repertorio f¨¢cil para transitar los caminos de la m¨¢s pura exigencia musical que, al mismo tiempo, son los de la m¨¢s arriesgada dificultad. Tras la Danza de las furias, de Orfeo, de Gluck, la Sinfon¨ªa 38 en re mayor, de Praga, de Mozart. Despu¨¦s, el intermedio de Goyescas, de Granados; la suite de Pell¨¦as et Melisande, de Faur¨¦, y Ma m¨¨re l'oye, de Ravel.
Obras de Gluck, Mozart, Granados, Faur¨¦ y Ravel
Joven Orquesta Nacional de Espa?a. Director: Edmond Colomer. Teatro Real, Madrid, 15 de enero de 1984.
El compositor y director barcelon¨¦s tiene ahora 32 a?os. Se form¨® en su ciudad natal y en otras de Estados Unidos, Alemania, Austria e Inglaterra y trabaj¨® junto a Swarowsky, Hurst, Ros Marb¨¢, Celibidache, Thomas Baldner y Bryan Balkwill. Quiere decirse que el inicial esp¨ªritu de Colomier, tendente a la expresividad elegante, al cuidado de la sonoridad y el fraseo, a la disposici¨®n de los procesos o superficies sonoras, est¨¢ perfeccionado, podr¨ªamos decir que templado. Sabe bien Colomer la necesidad que tienen los componentes de una orquesta de saber escucharse unos a otros, sin lo cual la verdadera fusi¨®n de los diversos instrumentos no se alcanzar¨¢ como tarea com¨²n y la orquesta no se producir¨¢ a modo de ¨²nico instrumento, tan rico que puede sumar en una sola intencionalidad tantas voluntades y capacidades.
El largo trabajo de los profesores, del secretario t¨¦cnico, del maestro Colomer y de los instrumentistas, encerrados en el castillo de las Navas del Marqu¨¦s y preparando todas Y cada una de las obras en su conjunto y en sus partes, ha producido un tan bello concierto. Ya contemplar la tensi¨®n humana con la que tocaron los j¨®venes m¨²sicos constitu¨ªa un espect¨¢culo: el mayor de todos porque tras ¨¦l asoma la verdad de unas vocaciones servidas limpiamente.
La transparencia con la que nos llegaron pentagramas casi de cristal como son los de Faur¨¦, la gracia expresiva de La siciliana, la claridad de ejecuci¨®n y evocaci¨®n po¨¦tica de La hilandera, hicieron de la audici¨®n de Pell¨¦as et Melisande algo extraordinariamente atractivo, Otro tanto sucedi¨® con las piezas infantiles de Ravel, en las que flautas, oboes y clarinetes lucieron calidad sonora y buen estilo: han aprendido a interpretar un dise?o, una melod¨ªa con la intencionalidad justa requerida por el autor. No menos valiosa, y aun dir¨ªa que brillante, result¨® la versi¨®n del intermedio de Goyescas, en el que la cuerda demostr¨® justeza y cohesi¨®n.
Antes, en la sinfon¨ªa de Praga, Colomer y sus j¨®venes m¨²sicos nos hab¨ªan mostrado c¨®mo puede explicarse y cantarse la m¨²sica de Mozart en un equilibrio entre la raz¨®n y la l¨ªrica y desde un criterio imperioso: claridad en todo, claridad en la textura, en el desarrollo mel¨®dico, en el color sonoro, en las acentuaciones, articulaciones y puntuaciones.
El ¨¦xito fue apote¨®sico. Ovacionamos, s¨ª, unas versiones, la labor de unos instrumentistas y su director. Pero, sobre todo, aclamamos la entrada del futuro en la escena sinf¨®nica espa?ola.
Babelia
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