La humanidad, esa farsa
?Qu¨¦ es nuestro Al¨¦?", se preguntan Els Comediants. Podr¨ªa ser, dicen, un "drama-c¨®mico de perfiles humanos", o "una epopeya impresionista sobre los animales racionales", o "un Vals humano contrastado, tr¨¢gico y c¨ªclico", o "una sinfon¨ªa desafinada de la raza humana". Y no agoto la lista de posibilidades. En cualquier caso, est¨¢ bien claro que el acento est¨¢ puesto sobre el hombre visto como un ser que nace y muere, necesariamente, y lo sabe. De ah¨ª su tristeza -vamos, la angustia- y tambi¨¦n sus infinitas tonter¨ªas. El espect¨¢culo de Els Comediants es, en definitiva, una moralidad.El espect¨¢culo se abre con una alusi¨®n-homenaje a Els dimonis: vemos la lucha entre blancos y negros y la aparici¨®n de los demonios. Una creaci¨®n demoniaca, pero no tanto, porque se olvidan del hombre. El hombre vendr¨¢ en una nave espacial, ser¨¢ el excremento, tal vez, de otra galaxia. Total, que ya tenemos al hombre en la Tierra. Concluye la cosmogon¨ªa y empieza la danza... Ad¨¢n y Eva, en cueros, pero por duplicado. Nuestros primeros padres se palpan y descubren sus cuerpos. Ad¨¢n A mueve el miembro viril como el monaguillo la campanilla. Y se r¨ªe. Ad¨¢n B se lo esconde entre las piernas hasta quedar como su compa?era Eva B. Se miran y se r¨ªen. Nuestros primeros padres eran ya unos experimentados payasos. La payasada est¨¢ a punto de derivar hacia la torta continua, provocada por la aparici¨®n del deseo y la propiedad -el "te quiero porque eres m¨ªa"-, pero en esas surge un drag¨®n y a otra cosa mariposa.
Al¨¦
Espect¨¢culo creado e interpretado por Els Comediants. Mercat dels Flors. Barcelona, 20 de marzo de 1984.
Todo el espect¨¢culo est¨¢ construido en escenas m¨¢s o menos breves, con un presentador, otro payaso, que las anuncia. Para mi gusto, es un espect¨¢culo un pel¨ªn excesivo, apabullante, cuajado de im¨¢genes bell¨ªsimas -la escenif¨ªcaci¨®n mediante un lienzo blanco de la vida de una mujer desde que nace hasta que muere: el lienzo es, primero, el vientre de la madre que la criatura oprime con su cabeza, con los pies, queriendo salir, para terminar convirti¨¦ndose en la escalera que sube la anciana y el pelda?o en que ¨¦sta se derrumba-, con unas entradas de payasos de gran efecto, con una escenograf¨ªa hermos¨ªsima...
Un gran espect¨¢culo en el que el ser humano se pierde a veces entre tanto reclamo visual. Pero al final todo vuelve a su sitio. La escena en que la Parca va segando las vidas a los pobres payasos humanos da un cierto sentido a esa farsa que es la humanidad. Al final, la Parca comparte el champa?a con la viejecita, antes de cortarle con unas tijeras el hilo que a¨²n la une a la vida.
Pero la vida sigue y estamos, no se olvide, en el teatro. La Parca se lleva a sus ovejas y en el teatro, en ese peque?o mundo que es el teatro, renace la fiesta. M¨²sica, pasacalle, cabezudos, m¨¢scaras, petardos, jaleo. Els Comediants reparten patatas fritas, palomitas, mandarinas, vino y champa?a entre la parroquia. La fiesta sigue.
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