El nivel de vida yugoslavo cae un 10% al a?o
La verdad que retumba ante los o¨ªdos del consumidor yugoslavo es que en 1985 tendr¨¢ el nivel de vida de 1970, seg¨²n declar¨® recientemente Branko Horvat, economista yugoslavo, uno de los raros te¨®ricos comunistas en el campo de la econom¨ªa respetado por Milton Friedman y la Asociaci¨®n de Economistas Estadounidenses, que le avalaron en su candidatura al Premio Nobel de 1983.Desde 1980 el nivel de vida viene cayendo en torno al 10% anual, y soci¨®logos y economistas se preguntan d¨®nde est¨¢ el l¨ªmite entre la miseria y la supervivencia decente. Para el presidente de la Liga de los Comunistas de Yugoslavia, Dragoslav Markovich, los sacrificios llegar¨¢n a su l¨ªmite en 1984. Mientras tanto, la gente cuenta lo poco que tiene. Son frecuentes los salarios de unas 18.000 pesetas al mes para obreros no cualificados y de 25.000 para t¨¦cnicos calificados, con un coste alimentario ligeramente inferior al de Espa?a. Las diferencias sociales, que en los ¨²ltimos a?os de vacas gordas de Tito (muerto en 1980) no quitaban el sue?o a nadie, son pasadas ahora por el tamiz de la escasez y los celos. Por ello se ha publicado en el diario Politika una lista de salarios de altos funcionarios.
Una mujer tiene uno de los salarios m¨¢s altos de Yugoslavia: la primera ministra, Milka Planinc, que gana 62.807 dinares (unas 76.000 pesetas). Cada uno de los ocho copresidentes de la presidencia colectiva yugoslava gana otro tanto, y los vicepresidentes del Gobierno cobran 9.300 pesetas menos al mes. El ministro de Asuntos Exteriores y el del Interior cobran salarios presidenciales. Los salarios de los altos funcionarios son entre tres y cinco veces superiores a la media salarial del pa¨ªs y equivalen a los de raras eminencias de la ciencia, el arte o la m¨²sica pop. Las primas de hotel y vivienda para los que ejercen sus funciones federales fuera de sus respectivos entes aut¨®nomos (las rep¨²blicas federadas) son tambi¨¦n muy reducidas.
Origen de la desigualdad
Branko Horvat declar¨® a EL PAIS que lo que en Yugoslavia se practica es una variante proudhoniana de autogesti¨®n, con una descentralizaci¨®n a ultranza de los entes econ¨®micos. Seg¨²n ¨¦l, se produce una paralizaci¨®n del mercado, al chocar ¨¦ste con una multitud de acuerdos concertados entre empresas, a espaldas de la ley de la oferta y la demanda. "El Fondo Monetario Internacional nos tiene agarrados por el cuello, y en la segunda mitad de 1984, con la descongelaci¨®n de los precios, se producir¨¢ el desbarajuste econ¨®mico", sentenci¨® el economista.Con estos datos a la vista y muchos m¨¢s en mente, Branko Horvat, candidato al Premio Nobel de Econom¨ªa, intent¨® aclarar el origen de la desigualdad en el pa¨ªs de la autogesti¨®n. No obstante no poderse comparar las desigualdades a las vigentes en pa¨ªses de econom¨ªa liberal, el tema interesa. Prueba de ello es que la sala del Dom Omladina (Casa de la Juventud) estaba abarrotada de gente que se disputaba un esca?o en las escaleras.
Horvat y otros tres participantes en la discusi¨®n coincidieron en que el paro es la mayor de las desigualdades. No es verdad que los parados de Belgrado se nieguen a desplazarse a provincias en busca de trabajo: el 72% de los encuestados en paro est¨¢n dispuestos a irse fuera de la capital y el 35% aceptan incluso cambiar de profesi¨®n u oficio. No es raro encontrarse al volante de un taxi a un dentista o a un joven abogado. Las cifras oficiales m¨¢s ponderadas sit¨²an el desempleo en un 12%, pero la racionalizaci¨®n de la econom¨ªa y los costes, necesaria para pagar religiosamente los 20.000 millones que Yugoslavia adeuda (39.000 con el servicio de la deuda a seis a?os vista), hace dif¨ªcil presagiar la disminuci¨®n del paro.
M¨¢s que de Yugoslavia, en el terreno econ¨®mico hay que hablar de las Yugoslavias, esas seis rep¨²blicas y dos regiones aut¨®nomas federadas entre cuyos extremos hay tanta diferencia como entre Turqu¨ªa e Italia. No es lo mismo ser yugoslavo de Kosovo o Macedonia que de Eslovenia o Croacia. En Kosovo el producto social oscila en torno a los 1.000 d¨®lares per c¨¢pita y en Eslovenia ronda los 4.500. La culpa de este tipo de desigualdades la tiene la historia, argumenta el Gobierno. Eslovenia fue parte del imperio austroh¨²ngaro hasta la formaci¨®n de Yugoslavia en el a?o 1918, y Kosovo fue provincia del imperio otomano hasta hace siete decenios.
Pero hay otro tipo de desigualdades m¨¢s llamativas que procede de las diferencias engendradas por una empresa autogestora que entiende su feudo como propiedad de grupo y que escapa al control social y sindical. Si los kilovatios de una central hidroel¨¦ctrica se venden bien, nada le impide al consejo obrero de la empresa votar salarios de 19.000 dinares al mes para el analfabeto que limpia las oficinas, mientras que el perito de un cercano taller de mec¨¢nica no gana m¨¢s de 5.000 (datos de 1982). "No importa tanto c¨®mo trabajas, sino d¨®nde trabajas", se dijo en la discusi¨®n del Dom Imladina. Las diferencias dentro de una misma rama pueden ir de uno a seis para un mismo trabajo. En cuanto al papel moderador de diferencias asignado en un principio a los sindicatos, de su grado de esterilidad da idea el hecho de que el 60% de los trabajadores de Eslovenia (la rep¨²blica yugoslava m¨¢s desarrollada) se haya dado de baja de ellos.
La autogesti¨®n, en entredicho
Respecto a la tesis de que la actual pr¨¢ctica yugoslava de la autogesti¨®n estar¨ªa siendo desvirtuada por un pueblo que no estar¨ªa a su nivel de idealismo, Horvat record¨® al Bertold Brecht que, en 1953, cuando la Rep¨²blica Democr¨¢tica de Alemania entr¨® en conflicto con sus trabajadores, escribi¨®: "Es evidente que el Gobierno tiene que elegir a otro pueblo".Horvat ve factores de desigualdad en la capacidad de enchufe y manejo de la informaci¨®n por parte de aquellos altos funcionarios que no respetan la moral proclamada, que acceden a viviendas protegidas de lujo y pueden privilegiar a sus hijos en los estudios y en el empleo.
Pero, curiosamente, en ¨¦pocas de vacas flacas, con el cintur¨®n cada vez m¨¢s perforado, las encuestas denotan que la poblaci¨®n yugoslava gusta cada vez menos del conflicto y la revuelta. Las huelgas siguen estacionarias en sus niveles bajos, con unas horas de duraci¨®n por t¨¦rmino medio. El Gobierno de Milka Planinc declara que el pueblo ha comprendido la gravedad del momento y responde bien a las necesidades de sacrificio.
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