El sindicalismo franc¨¦s, en busca de una nueva v¨ªa que supere la crisis del obrerismo tradicional
La celebraci¨®n de la fiesta del trabajo, este Primero de Mayo de 1984, despu¨¦s de tres a?os de gesti¨®n de la izquierda socialista, quedar¨¢ en la historia fundamentalmente por el declive y la crisis del sindicalismo. Las grandes centrales hoy van a desfilar cada una por su lado, pero la desuni¨®n ya no interesa gran cosa: las mutaciones industriales que se est¨¢n operando, la crisis econ¨®mica, el nuevo rostro de la sociedad, que ya ha entrado en la tercera revoluci¨®n industrial, son las grandes preocupaciones del sindicalismo tradicional, que se ve abocado a dar por caducos el obrerismo, los sagrados dogmas de liberaci¨®n colectiva y, m¨¢s generalmente, la cultura de la protesta que ha nutrido las filas de los sindicatos desde el pasado siglo XIX.
El a?o 1975, la primera central del pa¨ªs, la Confederaci¨®n General de los Trabajadores (CGT), considerada como la correa de transmisi¨®n del Partido Comunista Franc¨¦s (PCF), contaba con cerca de dos millones y medio de afiliados. Hoy es imposible saber con exactitud cu¨¢l es el margen de trola de los dirigentes del mismo sindicato, pero se calcula que sus militantes no van mucho m¨¢s all¨¢ del mill¨®n. La segunda central, la Confederaci¨®n Francesa Democr¨¢tica del Trabajo (CFDT), aglutinar¨ªa en este momento a unos 800.000 trabajadores, frente al mill¨®n largo de hace s¨®lo algunos a?os. El tercer sindicato de los cinco importantes, Fuerza Obrera (FO), es la central ascendente, debido a su car¨¢cter apol¨ªtico, y apenas supera los 600.000 afiliados.Nadie lo oculta en este pa¨ªs, salvo la CGT, por practicar una acci¨®n estrechamente ligada a los intereses del partido comunista: la desindicalizaci¨®n es un hecho social que va mucho m¨¢s all¨¢ de la prueba que ofrecen las cifras. En efecto, la afiliaci¨®n merma sistem¨¢ticamente, pero el debilitamiento del poder de los sindicatos se debe a otras razones y a otros s¨ªmbolos m¨¢s determinantes de las caracter¨ªsticas del mundo del nuevo modernismo. El sindicalismo de pap¨¢ a¨²n se manifiesta recientemente en Par¨ªs, con los 50.000 obreros sider¨²rgicos procedentes de la regi¨®n de Lorena. Pasado el momento emotivo, inspirado por el fin de una ¨¦poca en la que el acero era el dios industrial, las reflexiones que se hacen en este pa¨ªs no tienen nada que ver con la nostalgia. Y frente a ese sindicalismo exang¨¹e, cada cual se pregunta por la significaci¨®n del mill¨®n de personas que el otro d¨ªa se reuni¨® en Versalles para defender la escuela privada, o del mill¨®n largo que en toda Francia tambi¨¦n sali¨® a la calle, convocado por la izquierda, para confesar su laicismo. S¨®lo el partido comunista, y su sindicato, la CGT, insisten en que se trata de una mala pasada, forzada por los reaccionarios. Los dem¨¢s sindicatos de izquierda no lo ven as¨ª.
Los desclasados, los marginales
El dirigente de una de las empresas nacionalizadas por los socialistas en 1981, cuando llegaron al poder, Alain Minc, economista de renombre en Francia y en el mundo occidental, declara: "Las dificultades del sindicalismo cl¨¢sico son inherentes al retroceso del trabajo como valor, al debilitamiento de los conflictos de producci¨®n como motriz del debate social, al hundimiento de las industrias manufactureras. Los s¨ªntomas, en el sentido predicho, se acumulan: la vida activa se recorta por las dos extremidades y, en consecuencia, el per¨ªodo productivo (del individuo) se hace poco m¨¢s que residual. Y ha aparecido una posadolescencia reticente ante el trabajo cl¨¢sico y que busca un estatuto en el que se mezclan los estudios, el ocio, el trabajo clandestino, el temporal. Paralelamente, los desclasados, los marginales sucesivos y diversos, como otras categor¨ªas sociales del mundo moderno, reflejan un modo de vida diferente ante las virtudes redentoras que le daba al trabajo nuestra herencia judeocristiana y marxista al mismo tiempo".No quiere decirse, en este pa¨ªs, que las tensiones sociales hayan desaparecido. M¨¢s bien lo contrario: las tensiones son agudas, pero se han desplazado hacia corporaciones como los agricultores, los camioneros, los controladores y otros sectores que han tomado conciencia de su incidencia estrat¨¦gica en el funcionamiento de las sociedades industrializadas. Y tambi¨¦n las tensiones actuales est¨¢n determinadas por otros par¨¢metros que se le escapan al sindicalismo cl¨¢sico: esto ocurre con la escuela, el entorno y otros temas de sociedad. En estas nuevas ¨¢reas de tensi¨®n social, los conflictos son contradictorios a veces, se parcelan hasta la balkanizaci¨®n, pero su coherencia es mucho mayor que la del mundo del trabajo que han venido acaparando las centrales sindicales que viv¨ªan en nombre de dogmas redentores.
El primer sindicato que, en Francia, aprovechando la fiesta del trabajo, ha presentado su candidatura a una reconversi¨®n salvaje es la CFDT, que hasta la fecha se ha declarado socialista autogestionario y siempre se ha mantenido cercano a los socialistas. Su secretario general, Edmond Maire, hace cuatro d¨ªas present¨® a la direcci¨®n nacional un informe de 71 p¨¢ginas que fue aprobado ampliamente y que ser¨¢ el esbozo de los trabajos del congreso que esta central debe celebrar dentro de un a?o. En muy pocas palabras, las mutaciones industriales y sociales del mundo actual las traduce Maire sindicalmente diciendo que "se acab¨® la ¨¦poca de la cultura de la protesta y de la reivindicaci¨®n".
La tumba del sindicalismo
Dice Maire que "el gran cambio cultural de estos ¨²ltimos a?os, esencial para la pr¨¢ctica sindical cotidiana, consiste en una afirmaci¨®n cada d¨ªa m¨¢s fuerte de las aspiraciones individuales. Si el movimiento sindical se encierra en los objetivos que desea v¨¢lidos para todos, ocurrir¨¢ simplemente que ladear¨¢ las aspiraciones de la juventud. Y ladear¨¢ tambi¨¦n la aspiraci¨®n de muchos asalariados, mujeres especialmente, a organizar de otra manera su trabajo y su vida, y a escoger los ritmos de trabajo que les parecen mejor".El informe en cuesti¨®n anota que los militantes van a cavar la tumba del sindicalismo si "contin¨²an motiv¨¢ndose por la visi¨®n global de una sociedad diferente". Maire, con su informe, considerado como el hecho pol¨ªtico-sindical m¨¢s importante de los ¨²ltimos a?os, escandaliza en primer lugar a no pocos militantes de su central, porque tras la reivindicaci¨®n del individualismo como nueva virtud sindical pone en su sitio a lo que ha sido su raz¨®n social ideol¨®gica desde hace 20 a?os: la autogesti¨®n, "a la que hemos definido muy deprisa como modelo". Y en el mismo sentido rehabilita la empresa, el provecho, el empresario, y a?ade "que no hemos dicho lo bastante claro que existe un inter¨¦s de los asalariados en que su empresa funcione bien", es decir, que gane dinero. Maire echa a los zarzales el "sindicalismo electoral, el sindicalismo partidista".
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