Pastor, puerto de mar para Vallecas

Felipe II no mand¨® sus naves a luchar contra las tempestades, y en la batalla perdi¨® barcos, armada e invencible. Luis Pastor tampoco hace sus canciones para doblegar tormentas, y no obstante venci¨® en la lucha, a pesar de la lluvia ininterrumpida que oblig¨® a retrasar una hora su intervenci¨®n en el recital. Una lluvia que empap¨® a todos y a todo, cantante, m¨²sicos, p¨²blico y equipo, que cre¨® un ambiente de nervios, inseguridad e incomodidad, que condicion¨® los primeros minutos de su actuaci¨®n, que s¨®lo consigui¨® remontar a fuerza de coraje y comunicaci¨®n.Dentro del proceso de crisis, evoluci¨®n y maduraci¨®n que ha sufrido la canci¨®n de autor espa?ola en los ¨²ltimos, a?os, el caso de Luis Pastor es plenamente significativo. Su obra, que fue una de las m¨¢s representativas de los a?os de la transici¨®n, estuvo a punto de naufragar en la marejada del desencanto. Sin embargo, ahora es cuando ha encontrado su camino, que no es una renuncia a nada de lo pasado, sino una depuraci¨®n y concreci¨®n de una l¨ªnea conductora que asume sus ra¨ªces populares, sin quedarse anclado en formas est¨¦ticas caducas, sino creando un universo sonoro perfectamente propio e identificable, apoyado en el trabajo de un grupo excelente que ha sabido dar sustancia a sus canciones antiguas y recientes.

Pese a la lluvia, todo eso qued¨® patente en su actuaci¨®n, que cuaj¨® con fuerza en el p¨²blico y que encontr¨® su mejor expresi¨®n cuando en el segundo bis cant¨®, en total identificaci¨®n p¨²blico-cantante, su Puerto de mar para Vallecas.