Historia de tres mujeres

Encarnaci¨®n Rea?o, morena, menuda, jiennense emigrada a Barcelona, compa?era de Raffaele Scarnato, es la tercera mujer del caso Bardellino. Como las otras dos que le preceden en escena, su relaci¨®n con los protagonistas tiene una ra¨ªz sentimental. Al igual que ellas no se ha dejado fotografiar, pero a diferencia de ellas ha estado dispuesta a hablar.La primera, Rita de Vita, compa?era de Antonio Bardellino, abri¨® el caso. Ella fue la pista que sigui¨® la polic¨ªa, desde Italia a Barcelona, para encontrar -y detener a Bardellino y a sus amigos. La segunda, sobre la que gir¨® el esc¨¢ndalo, es Josefa Su¨¢rez, alias la Pepa, joven y atractiva propietaria de dos barras americanas y una peluquer¨ªa, a la que ayuda econ¨®micamente un hombre influyente: Jaime Rodr¨ªguez Hermida, magistrado del Tribunal Supremo. La tercera, Encarnaci¨®n, permanece en un segundo plano mientras Rita y Josefa negocian y consiguen la libertad provisional de Bardellino, y no ocupa el centro de la escena hasta que un tribunal dicta la orden le extradici¨®n a Italia contra su Raffaele Scarnato.

Desaparecido Bardellino, que huye gracias a la libertad provisional, Rita de Vita sale de Espa?a. Expedientados los jueces Rodr¨ªguez Hermida y Var¨®n Cobos, la Pepa permanece al margen, como su amigo el Catal¨¢n. Entonces, Encarnaci¨®n acusa. Pero su actitud de protesta, de denuncia, no es compartida, desde la c¨¢rcel de Carabanchel, por Raffaele Scarnatto, presunto miembro de la Camorra, que, como otros acusados que se han sentado en m¨¢s aterciopelados banquillos, hace del silencio una norma de honor. Raffaele aparenta m¨¢s a?os que los 38 que se?ala su pasaporte. Achaparrado, s¨®lido, de ojos vivos, explica, vehemente, en un italiano veteado de expresiones espa?olas, que todo es un malentendido, una gran injusticia de la que ¨¦l es la primera v¨ªctima. En un locutorio de la c¨¢rcel asegura a EL PAIS que la explicaci¨®n es simple.

Una mujer, Josefa Su¨¢rez, alias la Pepa, aprovecha su amistad con el juez Rodr¨ªguez Hermida para conseguir el dinero que otra mujer, Rita de Vita,estaba dispuesta a pagar para acelerar la puesta en libertad de su compa?ero.

El juez que decret¨® la libertad provisional de Bardellino ten¨ªa potestad para hacerlo. Actu¨® legalmente y no hubo soborno de ning¨²n juez, de ning¨²n fiscal, asegura. ?l tambi¨¦n tiene derecho a la libertad provisional, como tampoco existe fundamento legal alguno para su extradici¨®n a Italia. Nunca se ha concedido, subraya, a otros italianos acusados del mismo delito que ¨¦l: asociaci¨®n para delinquir, una figura que no contempla el C¨®digo Penal espa?ol. ?l es una v¨ªctima de un falso esc¨¢ndalo, insite.

?Y la Camorra? "?Qu¨¦ es la Camorra?", se pregunta el propio Raffaele cuando se le plantea la cuesti¨®n. "En N¨¢poles todo es Camorra. Los pobres, los que no tienen un duro, los que cometen cualquier infracci¨®n, son siempre acusados de pertenecer a la Camorra". Ni niega, ni afirma, calla. E insiste, ¨¦l es un hombre de honor.

Encarnaci¨®n, que nunca ha estado en N¨¢poles, ha ratificado sus declaraciones ante la sala del Tribunal Supremo que investiga las irregularidades del caso Bardellino.