Los salarios m¨¢s bajos en la Administracion son superiores a los percibidos en puestos equivalentes del sector privado
Las retribuciones a los funcionarios dentro de la Administraci¨®n p¨²blica espa?ola han constituido tradicionalmente uno de los cap¨ªtulos m¨¢s controvertidos. De la escasez end¨¦mica de los sueldos p¨²blicos a los que se han referido con insistencia casi todos los cl¨¢sicos de la literatura espa?ola desde finales del pasado siglo, hasta el actual laberinto de conceptos que integran la n¨®mina de cualquier trabajador que perciba su salario por cuenta del Tesoro p¨²blico, median diferencias cualitativas importantes. Hoy se puede afirmar que, como norma general, los niveles m¨¢s bajos de la escala funcionarial est¨¢n mejor pagados que los sus hom¨®logos en el sector privado, mientras que, por el contrario, los funcionarios que ocupan los puestos de mayor responsabilidad cobran menos -si realmente se dedican s¨®lo a su trabajo de la Administraci¨®n- que sus equivalentes en las empresas privadas.
Esta situaci¨®n ha dado lugar a una fuerte pol¨¦mica en torno a los complementos de productividad, como f¨®rmula para, incrementar, las percepciones de los funcionarios que desempe?en cargos de responsabilidad o se encuentren en departamentos a los que se les fijen "programas de actuaci¨®n" concretos, considerados de inter¨¦s preferente, e incluidos en los Presupuestos Generales del Estado de cada a?o. Absolutamente todas las representaciones de los funcionarios, y la mayor parte de las instancias pol¨ªticas, incluidos algunos sectores del propio PSOE, se manifestaron en contra de este complemento retributivo cuando fue presentado el proyecto de ley sobre la Reforma de la Funci¨®n P¨²blica en el Congreso de los Diputados. La causa ha sido el temor a que se primaran favores o ascensos amistosos a trav¨¦s de esta v¨ªa.Desde las posiciones conservadoras se ha argumentado que este complemento introduc¨ªa el principio de politizaci¨®n en la funci¨®n p¨²blica. Los sindicatos intersectoriales y algunos c¨ªrculos socialistas han estimado que esta retribuci¨®n complementaria, por su discrecionalidad, podr¨ªa dar lugar a situaciones injustas, y adem¨¢s presentaba el riesgo de que se perpetuase. En la Administraci¨®n espa?ola parece ser norma general, seg¨²n dijeron todas las fuentes consultadas, que cada vez que se ha aumentado el salario por alguna tarea excepcional, despu¨¦s, concluida esa tarea, ha sido imposible rebajarlo.
Quienes defienden el complemento de productividad han argumentado que el incentivo econ¨®mico es la formula m¨¢s adecuada para aumentar el rendimiento laboral, y la ¨²nica manera, por otro lado, de reconocer a quien m¨¢s trabaja en detrimento de quien demuestra una especial habilidad para el escaqueo laboral.
La postura del Gobierno y del PSOE ha experimentado vaivenes sobre la inclusi¨®n o no de este complemento. En un primer momento figur¨® en el proyecto de ley; posteriormente, y ante las protestas generalizadas de los sindicatos, que afirmaron "la imposibilidad de controlar el trabajo en la Administraci¨®n p¨²blica", sin m¨¢s, argumentos, fue retirado en el Senado. No obstante, esta retirada inicial fue corregida a ¨²ltima hora de la tarde del pasado martes, cuando el propio grupo socialista de la C¨¢mara alta, en la comisi¨®n en que se debat¨ªa esta ley, volvi¨® a retomar la redacci¨®n inicial aprobada en el Congreso y consagr¨®, en contra de la opini¨®n de todos los grupos parlamentarios restantes, el complemento de productividad como uno de los conceptos retributivos de los funcionarios.
A este cambio de ¨²ltima hora no parece haber sido ajeno el Ministerio de Hacienda, cuyo titular, Miguel Boyer, parece haberlo sugerido en los ¨²ltimos consejos de ministros. En cualquier caso, los sindicatos, y especialmente la Uni¨®n General de Trabajadores, en su condici¨®n de interlocutor privilegiado con el Gobierno, han logrado fijar ciertos mecanismos de control: la ley establece que los sindicatos han de ser "o¨ªdos" antes de destinar el complemento de productividad para los funcionarios, que el nombre de los agraciados sea p¨²blico y que su vigencia est¨¦ limitada, es decir, que la partida econ¨®mica destinada a los complementos de productividad figure cada a?o en los Presupuestos Generales del Estado que han de aprobar las Cortes.
Tambi¨¦n parece que ha pesado en la recuperaci¨®n en la ley de este complemento la presi¨®n que han podido realizar algunos altos cuerpos de funcionarios, especialmente el de los T¨¦cnicos de Administraci¨®n Civil del Estado -los conocidos tacs- que conseguir¨¢n de esta forma mejorar sus condiciones retributivas. Este cuerpo es reputado como el triunfador, seg¨²n el viejo esquema corporativo, con la llegada de los socialistas al Gobierno. La oposici¨®n al PSOE ha llegado a hablar incluso de "la mafia de los tacs", y no olvidan recordar que un alte cargo y un diputado socialistas pertenecen a este cuerpo.
Las innovaciones
Una de las novedades m¨¢s importantes que introduce el proyecto de ley sobre la Reforma de la Funci¨®n P¨²blica es la limitaci¨®n en las diferencias salariales entre los distintos escalones de la Administraci¨®n. La nueva ley establece que las diferencias entre las retribuciones b¨¢sicas mas bajas y las m¨¢s altas no podr¨¢n superar la escala de 1 a 3.
Esto quiere decir que los funcionarios mejor pagados por los conceptos b¨¢sicos, no percibir¨¢n una cantidad superior en tres veces a las de los pertenecientes a las escalas m¨¢s bajas de la Administraci¨®n. A la vez se pretende que los conceptos b¨¢sicos del nivel retributivo m¨¢s bajo se equiparen al salario m¨ªnimo interprofesional, posibilidad esta ¨²ltima que parece haber sido aceptada ya por el m¨ªnistro de la Presidencia, Javier Moscoso.
Los salarios de los funcionarios est¨¢n compuestos por dos conceptos retributivos: los b¨¢sicos y los complementarios. En los primeros se integran el sueldo, los trienios y las pagas extarordinarias. El segundo cap¨ªtulo lo componen el complemento de destino, el complemento espec¨ªfico y el complemento de productividad.
La idea que parece subyacer dentro de la nueva configuraci¨®n retributiva de los funcionarios es la de terminar con la escala de cuerpos como principio b¨¢sico, para pasar a unas estimaciones en funci¨®n de los puestos de trabajo concretos. Se pretende as¨ª hacer un cierto hincapi¨¦ en las determinaci¨®n del puesto de trabajo, y considerar despu¨¦s las peculiaridades que presentan, para establecer, mediante el mecanismo de los complementos, las correspondientes retribuciones.
Temor al amiguismo
En contra de este esquema se manifiestan los representantes de los sindicatos profesionales, que, una vez m¨¢s, esgrimen como argumento principal para descalificaci¨®n el principio de discrecionafidad en las retribuciones, que a su vez, y siempre seg¨²n estas opiniones, dar¨¢ lugar a la politizaci¨®n y el amiguismo dentro de la funci¨®n p¨²blica, elementos todos ellos absolutamente peleados con el dise?o estatutario que establece la Constituci¨®n.
Los restantes sindicatos optan por aprobar, con distintos grados de ¨¦nfasis, el principio descorporat¨ªvizador que introduce el proyecto de ley. De esta forma, mientras las cr¨ªticas de UGT son bastante concretas y se circunscr¨ªben al complemento de productividad, los responsables de CC OO manifiestan sus prevenciones en la indiciaci¨®n de las escalas retributivas en los conceptos b¨¢sicos al salario m¨ªnimo interprofesional, y al hecho de que el abanico retributivo se limite a una escala de uno a tres.
Para Alberto Torres, secretario de la Federaci¨®n de la Administraci¨®n P¨²blica de CC OO, este disef¨ªo evidencia el que las retribuciones totales de los funcionarios, sobre todo a partir de las escalas medias, no descansar¨¢n sobre los conceptos b¨¢sicos.
En la actualidad los funcionar¨ªos integrados en los altos cuerpos vienen a percibir el 40% de sus salarios a partir de los conceptos b¨¢sicos, mientras que el 60% restante corresponde a las retribuciones complementarias. Esta proporci¨®n se invierte en los escalones inferiores de la Administraci¨®n, donde las retribuciones finales de cada mes suelen estar constituidas en su 60% por las b¨¢sicas, mientras que el 40% lo constituyen los complementos.
La redacci¨®n actual tiende a perpetuar e incluso a acentuar estos desequilibrios, seg¨²n Alberto Torre. Los conceptos objetivos que integran el salario de los funcionarios quedan en inferioridad frente a los subjetivos.
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