Los templos espa?oles carecen de medidas de protecci¨®n
A excepci¨®n de los muros, todos sus materiales de construcci¨®n son combustibles
Las catedrales espa?olas han contado con un ¨¢ngel de la guarda que las ha preservado durante su secular resistencia a fen¨®menos destructivos. Los incendios o derrumbamientos apenas han alterado la esencia de estos singulares edificios. Un recorrido sobre el estado de las medidas preventivas instaladas en algunas de ellas refuerza la sensaci¨®n de que los poderes civiles y eclesi¨¢sticos y la sociedad espa?ola, en definitiva, depositan en los ¨¢ngeles de la guarda la tutela de un patrimonio art¨ªstico cuyo mantenimiento parece escapar de su p¨²blica responsabilidad.El 29 de mayo de 1966, informa Gonzalo Rodr¨ªguez desde Le¨®n, descarg¨® sobre la ciudad una espectacular tormenta, acompa?ada de fuerte aparato el¨¦ctrico. Uno de los rayos alcanz¨® la catedral, cuyas torres estaban bien protegidas por pararrayos. Pero quiso la mala suerte que una pletina de la conducci¨®n a tierra se pusiera incandescente por la fuerza de la descarga. El calor se transmiti¨® despu¨¦s a restos de paja y suciedad, llevada sin duda hasta all¨ª por los grajos. Para el anochecer, la catedral estaba ardiendo.
Aquello fue una conmoci¨®n. Antonio Vi?ayo, abad de la colegiata de San Isidoro y por entonces delegado de Bellas Artes, lo recuerda: "La alarma surgi¨® inmediatamente. En la ciudad, miles de personas se congregaron en la plaza, nerviosas, inquietas. Muchos lloraban a la vista del incendio. El fuego hab¨ªa alcanzado la techumbre de madera de la nave, por encima de las b¨®vedas centrales. Los bomberos ten¨ªan dificultades para hacer llegar hasta all¨ª las mangueras. No hab¨ªa espuma ni extintores. Se comenz¨® a soltar agua, pero alguien se dio cuenta del peligro: las b¨®vedas no resistir¨ªan el peso de los miles de litros de agua necesarios para apagar el fuego. Lo cierto es que casi no hizo falta hacer nada: la techumbre de madera de aquella nave ardi¨® y se form¨® un enorme brasero que se fue consumiendo a s¨ª mismo poco a poco. La piedra impidi¨® la extensi¨®n de las llamas. Vi?ayo est¨¢ convencido de que si se llega a bombear agua hubiera sido peor el remedio que la enfermedad: probablemente el delicado equilibrio de las b¨®vedas g¨®ticas no hubiera resistido el peso. El fuego, casi milagrosamente, no caus¨® el menor da?o a la estructura del edificio. Pero fue un aviso: las techumbres fueron cambiadas por otras incombustibles. ¨²nicamente quedan dos zonas fuera de la estructura principal con cubiertas y vigas de madera: la capilla de la Virgen del Camino y la sacrist¨ªa. En el ¨¢rea de los museos hay sensores para detectar el fuego. En el templo no existen, pero la falta de materiales combustibles, excepto en las dos zonas indicadas, parece considerarse elemento de suficiente garant¨ªa.
Techumbres de pino
Por lo que respecta a la colegiata de San Isidoro, uno de los monumentos m¨¢s importantes del Rom¨¢nico, la protecci¨®n es buena en la iglesia, biblioteca, pante¨®n de los reyes y museos, con techumbres y suelos incombustibles (antes los ten¨ªa de madera) y sensores y extintores en el pante¨®n y museos. En otras dependencias del edificio, seg¨²n nos se?ala el prior la situaci¨®n es distinta: persisten las techumbres de pino de Segovia y una vieja instalaci¨®n el¨¦ctrica.La mezquita-catedral de C¨®rdoba no registra en la historia ning¨²n incendio o conato que haya obligado a extremar medidas precuatorias, relata Jos¨¦ A. Luque. Su ubicaci¨®n en zona hist¨®rico-art¨ªstica despejada de industrias y actividades que pudieran suponer alg¨²n peligro, ha favorecido su seguridad en este extremo. No obstante desde hace 50 a?os est¨¢ en funcionamiento un sistema doble de canalizaci¨®n en los per¨ªmetros alto y bajo, cuyas ca?er¨ªas revertir¨ªan inmediatamente el agua necesaria en caso de incendio.
El primero, con bocas de riego, discurre a la altura de la acera y circunda su per¨ªmetro desde la puerta de Santa Catalina a la puerta de Deanes. La otra ca?er¨ªa comienza en la puerta de San Miguel y se extiende hasta el lado contrario, frente al palacio episcopal. Alrededor del per¨ªmetro alto se extiende otra tuber¨ªa, ¨¦sta sin boca de riego, dotada de agujeros que permiten que el agua salte autom¨¢ticamente si es necesario.
El archivo catedralicio, de gran valor historiogr¨¢fico y documental, est¨¢ dotado de una bater¨ªa de extintores. Paulatinamente se est¨¢n sustituyendo por completo todas las pilastras del sost¨¦n de madera por otras de cemento armado.
El complejo constituido por la catedral de Sevilla y la Giralda, seg¨²n datos recogidos por Carlos Funcia, ha sufrido algunas agresiones que han da?ado su estructura, pero no han afectado a su fisonom¨ªa. Sobre la Giralda cayeron rayos en los a?os 1404 y 1819. A finales del siglo XIX, en 1885, una chispa el¨¦ctrica denominada rayo art¨ªstico, caus¨® grav¨ªsimos da?os al minarete afecto a la estructura del principal templo sevillano. En los ¨²ltimos a?os se han mejorado y puesto al d¨ªa los sistemas de seguridad de la seo de Sevilla. Todas las cristaleras y vitrinas tienen detectores de objetos que provocan una se?al cuando un objeto extra?o los da?a. Por otro lado, existe una red de extintores a lo largo y ancho del templo, que se refuerzan en el retablo mayor, sacrist¨ªa y c¨¢maras del tesoro. Estos sistemas se han modernizado desde hace tres a?os.
La catedral de Santiago de Compostela, que vertebra urban¨ªsticamente el casco hist¨®rico de la ciudad del ap¨®stol, desde donde informa ?nxel Vence, no cuenta con ning¨²n sistema integrado de seguridad contra incendios. La escasez del presupuesto, un mill¨®n de pesetas al mes, es la principal raz¨®n alegada por los responsables eclesi¨¢sticos del templo. La mayor¨ªa de los restantes monumentos de la ciudad se encuentran en situaci¨®n similar, con la ¨²nica excepci¨®n del antiguo Hospital Real, actual hostal de los Reyes Cat¨®licos, que cuenta con un relativamente sofisticado dispositivo semiautom¨¢tico de extinci¨®n.
El 2 de septiembre de 1975 una tormenta, seguida de un viento hurabanado, derrumb¨® parte de los 8.500 metros cuadrados de la techumbre de la catedral de Burgos, en la zona que cubr¨ªa la capilla de Santa Tecla. El espectacular suceso, que destruy¨® la cubierta de uno de los dos templos espa?oles -junto a la catedral de Sevilla- que la Unesco ha incluido entre los monumentos afectos a su patrimonio, aceler¨® los planes que el Ministerio de Cultura ten¨ªa previstos para restaurar las zonas m¨¢s deterioradas del edificio.
80 a?os de luz
En los 10 a?os de direcci¨®n de obras que el arquitecto Marcos Rico ha prestado, el ministerio ha invertido m¨¢s de 130 millones de pesetas -10 han sido aportados por el cabildo- en la sustituci¨®n de todas las cubiertas de la catedral por unas nuevas, incombustibles e indeformables. Se han instalado tres pararrayos que cubren un ¨¢rea de 200 metros por encima del complejo catedralicio, sobre un cono de 45 grados. Esta restauraci¨®n ha permitido descubrir el edificio original, levantado por Alfonso VI en el siglo XI bajo una calle contigua, y los basamentos de la catedral actual. La dotaci¨®n no ha sido suficiente para renovar la instalaci¨®n el¨¦ctrica, que cuenta con m¨¢s de 80 a?os de antig¨¹edad. El conjunto de retablos, siller¨ªa, ¨®rgano y dem¨¢s elementos sobre madera se encuentran totalmente desprotegidos, aunque la Direcci¨®n General de Arquitectura est¨¢ pendiente de adjudicar un proyecto, elaborado por ella, para la renovaci¨®n de las instalaciones el¨¦ctricas y la sustituci¨®n de la vieja corriente de 125 voltios.
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