El derecho a una muerte digna
Pol¨¦mica por el manifiesto de un grupo de m¨¦dicos franceses en favor de la eutanasia
"Tengo 86 a?os, estoy paral¨ªtica en este sill¨®n de ruedas desde hace 26 y no puedo hacer ni un triste gesto yo sola. Vivo porque me mantiene una sonda. He amado mucho la vida, pero ya no tengo fuerzas para seguir soport¨¢ndola. Me es absolutamente imposible conseguir por m¨ª misma un producto farmac¨¦utico liberador y los que me rodean no quieren ayudarme a poner fin a este sufrimiento abominable...". Son palabras de una anciana de Lille, uno de los muchos testimonios que se oyeron en el congreso internacional sobre la eutanasia que se ceIebr¨® en Niza entre el 20 y el 23 de septiembre pasado.Ese mismo d¨ªa, las primeras p¨¢ginas de los principales diarios franceses publicaron un manifiesto firmado por un grupo de prestigiosos m¨¦dicos que declaraban "haberse sentido impulsados en el curso de su carrera a ayudar a los enfermos en fase terminal a acabar su vida en las condiciones menos malas posibles" y, "con la conciencia de haber cumplido su a misi¨®n", dec¨ªan estar "dispuestos a abordar, con los enfermos y a petici¨®n suya, la cuesti¨®n de su muerte y de reflexionar con ellos el medio de asegurarles un fin tan desprovisto de sufrimiento y angustia como sea posible". Aunque sin citarla expresamente, los m¨¦dicos franceses abogan por el reconocimiento de la eutanasia activa en el bien entendido, sin embargo, de que "se oponen a toda pr¨¢ctica sistem¨¢tica" de la misma. La situaci¨®n en Espa?a
En Espa?a, el tema de la eutanasia apenas si ha salido hasta ahora de los reducidos muros de los seminarios. La primera vez que sali¨® de ellos para golpear con fuerza a la opini¨®n p¨²blica fue cuando el rostro apacible de Carlos G¨®mez, un enfermo de leucemia de Santander, se asom¨® a las pantallas de televisi¨®n en el programa Si yo fuera presidente, de TVE, para pedir que, llegado el momento, se le permitiera morir dignamente. El 18 de mayo pasado se celebr¨® la asamblea fundacional de la Asociaci¨®n Espa?ola por el Derecho a Morir Dignamente, que preside el profesor Miguel Angel Lerma: "Algo se ha avanzado, desde luego, pero todav¨ªa son muy pocas las personas que conocen nuestra existencia", dice.
La asociaci¨®n tiene hoy 165 miembros, entre ellos. Carlos G¨®mez, y un apartado de correos en el que deposita sus esperanzas de crecimiento, el 9.094 de Madrid. Precisamente durante el congreso de Niza fue admitida en la Federaci¨®n Mundial de Asociaciones por el Derecho a Morir. Hace apenas unas semanas, la residencia sanitaria Santa Fe de Valencia daba un paso muy importante, en opini¨®n de Miguel ?ngel Lerma, al reconocer el derecho a una muerte digna en la carta de derechos y deberes de los pacientes.
Una pr¨¢ctica no reconocida
En realidad, aunque la palabra sigue siendo tab¨², en Espa?a se practica de forma generalizada la llamada eutanasia pasiva, que consiste en no prolongar por medios artificiales y extraordinarios la vida de los enfermos terminales irreversibles. La mayor¨ªa de los hospitales no ponen dificultades a que los enfermos desahuciados puedan morir en su casa. Incluso es hoy una realidad extendida la llamada eutanasia pasiva indirecta, en la que no s¨®lo se evita prolongar la vida por procedimientos artificiales, sino que se suministra al enfermo f¨¢rmacos que le alivian el sufrimiento, a¨²n cuando contribuyen a acelerar su muerte.
Sin embargo, como indica Jes¨²s Moll, jefe del departamento de Medicina Interna del hospital San Camilo, de Sant Pere de Ribes (Barcelona), ¨¦sta es una pr¨¢ctica absolutamente espont¨¢nea. "Persisten much¨ªsimos casos de muerte s¨®rdida, con sufrimiento horribles, que la mayor¨ªa de las veces podr¨ªan ser evitados. Y muchos casos de vida vegetativa mantenida artificialmente durante semanas y meses. Cuando llega a un hospital un enfermo con hipoxia cerebral, por ejemplo, los profesionales no podemos dejar de intentar su recuperaci¨®n, porque en ese momento no sabemos c¨®mo va a reaccionar. De hecho, muchos consiguen recuperarse, incluso totalmente. Pero existen otros muchos casos en que el enfermo agoniza durante semanas en la unidad de cuidados intensivos, y los profesionales no podemos desconectar los aparatos que les mantienen artificialmente la vida, so pena de vernos acusados de homicidio".
"Los m¨¦dicos nos encontramos muchas veces ante situaciones muy angustiosas", explica Jes¨²s Moll. "Atend¨ª recientemente un enfermo de neoplasia, un marinero ya mayor que viv¨ªa s¨®lo. Al explicarle la enfermedad que padec¨ªa me dijo: 'doctor, he sobrevivido a cinco naufragios, tambi¨¦n sobrevivir¨¦ a ¨¦ste'. Al cabo de cinco meses, sin embargo, tuvo que dar por perdida la batalla y volvi¨® para suplicarme que no le dejase sufrir".
Si la eutanasia pasiva no est¨¢ reconocida legalmente, aunque se practique, la llamada eutanasia activa est¨¢ lejos de ser aceptada ni en Espa?a, ni en los dem¨¢s pa¨ªses. La eutanasia activa consiste en ayudar a un enfermo a poner fin a su vida cuando se descarta toda posibilidad de curaci¨®n, con el fin de evitarle una agon¨ªa dolorosa. Aunque existen cada vez m¨¢s profesionales de la medicina partidarios de este tipo de eutanasia, su aplicaci¨®n choca en la mayor¨ªa de pa¨ªses con que quienes la practican pueden ser acusados de colaboraci¨®n al suicidio. En Espa?a, este delito se considera equivalente al de homicidio, aunque con la posibilidad de que la finalidad altruista que lo motiva sea considerada un atenuante.
En estos momentos, el ¨²nico pa¨ªs en que est¨¢ legalmente reconocida la eutanasia activa es Holanda, a ra¨ªz de una sentencia del tribunal de Rotterdam de 1981. La sentencia condenaba a una mujer que hab¨ªa ayudado a morir a una amiga suya desahuciada, pero establec¨ªa al mismo tiempo los criterios que debieran haber concurrido para ser absuelta.
Estos criterios fueron adoptados posteriormente con car¨¢cter general para establecer en qu¨¦ casos pod¨ªa practicarse la eutanasia activa: debe darse un sufrimiento f¨ªsico y mental insoportable; el deseo de morir debe ser definitivo; el enfermo debe conocer con claridad su situaci¨®n y las posibles alternativas; debe estar en condiciones para sopesarlas y haberlo hecho; el momento y la forma de morir no debe provocar da?os evitables a terceras personas; la decisi¨®n final debe ser avalada por un equipo profesional interdisciplinario; y, finalmente, una vez adoptada la decisi¨®n, la muerte del paciente debe ser encomendada a un doctor m¨¦dico. La asociaci¨®n m¨¦dica holandesa ha a?adido, adem¨¢s, un ¨²ltimo criterio: no es preciso que la persona que vaya a acogerse a esta forma de eutanasia se un moribundo.
En el congreso de Niza se comprob¨® que, en 1984, el concepto de eutanasia ha conseguido librarse de buena parte de la carga sem¨¢ntica negativa producida por los genocidios nazis. Hoy, el pilar del concepto de eutanasia es la libre voluntad de enfermo. Su aceptaci¨®n choca, sin embargo, con importantes reticencias. Y se producen evidentes contradicciones, como se?al¨® uno de los participantes en el congreso de Niza, pues "esa misma sociedad que rechaza la eutanasia activa por supuestas consideraciones ¨¦ticas, es capaz de decidir sin inmutarse y por la raz¨®n menos ¨¦tica que pueda encontrarse, la econ¨®mica, otro tipo de eutanasia, la social. Porque eutanasia social es, por ejemplo, impedir el acceso a la hemodi¨¢lisis por razones econ¨®micas a los enfermos de m¨¢s 65 a?os".
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