Aficionados e ilusos
Aunque la mejor garant¨ªa para no poder ser enga?ado en arte es anteponer el placer que nos produce una obra a cualquier valoraci¨®n econ¨®mica -esto es, ser un aut¨¦ntico aficionado-, hay, sin embargo, otros medios objetivos para evitar los fraudes. En la actualidad, me atrever¨ªa a asegurar que, si se cumplen todos los requisitos cient¨ªfico-t¨¦cnicos e historiogr¨¢ficos adecuados, la falsificaci¨®n debe ser siempre fatalmente detectada. En la mayor¨ªa de los casos de obras tramposas, la falta de calidad resulta tan notoria que s¨®lo puede equivocar a quien en nada se ha interesado previamente por la maravilla que pretende adquirir. Mas, si se da el raro caso de que el realizador del fraude sea un verdadero experto -lo que exige una preparaci¨®n larga y compleja, adem¨¢s de no poca sensibilidad-, existen diversos filtros para detectarlo, desde los m¨¢s mec¨¢nicos y caseros, como comprobar la antig¨¹edad de un pigmento seg¨²n demuestre poseer una mayor o menor porosidad -una pigmentaci¨®n antigua suele ser dura y compacta como el vidrio-, o como la prueba del alcohol, que es mucho mejor disolvente con los colores recientes, hasta otros muchos m¨¢s sofisticados y que no entra?an ning¨²n riesgo para la pintura, como los antes citados, hoy en desuso por su arriesgada agresividad.?Cu¨¢les son estos m¨¦todos cient¨ªficos de comprobaci¨®n inocua? Dependen naturalmente, de la pieza que se quiera examinar, porque no se trabaja igual con un resto arqueol¨®gico que con una pintura moderna. En cualquier caso, tomando como ejemplo el estudio de un cuadro del siglo XVII, el an¨¢lisis qu¨ªmico de los pigmentos y del lienzo, los rayos ultravioletas, las microfotograf¨ªas de detalles, las radiograf¨ªas, etc¨¦tera, no s¨®lo pueden darnos con precisi¨®n la antig¨¹edad real, sino hasta los sucesivos repintes y capas de barniz padecidos.
Demostrada de esta manera la edad y el es tado original de un cuadro, el resto del trabajo lo debe ya realizar el historiador del arte especialista, que debe ser capaz de reconocer los m¨¢s menudos detalles de un estilo individual, as¨ª como encajar, documental y formalmente, el presunto momento exacto de su ejecuci¨®n.
Evidentemente, estoy forzado aqu¨ª a simplificar un proceso lleno de matices y complica ciones, aunque creo que basta con lo que he dicho para cerciorarse de que, realizados a conciencia los ex¨¢menes diversos antes mencionados, es pr¨¢cticante imposible que un en ga?o prosper
En realidad, las complicaciones en la investigaci¨®n no se presentan a la hora de determinar la aut¨¦ntica ¨¦poca en que se ha pintado una obra, sino cuando se pretendan otras sutilezas, como distinguir el a?o exacto, la mayor intervenci¨®n de otras manos que la del maestro, si ¨¦ste sol¨ªa funcionar con la ayuda de un taller, los estragos causados por accidentes o el simple paso del tiempo, etc¨¦tera. En casos extremos pueden, a pesar de todo, subsistir dudas, que son las que dan origen a las pol¨¦micas profesionales sobre la atribuci¨®n, pero sin que, por lo general, aporten correcciones espectaculares.
?Por qu¨¦ entonces, me dir¨¢n, son tan frecuentes las falsificaciones? Yo contestar¨ªa que en los circuitos normales no son, ni mucho menos, tantas, y que, como ocurre en cualquier otro campo, la estafa prospera con nocturnidad, alimentando avariciosos sue?os de grandeza. En una palabra: que suelen caer en la trampa los que buscan gangas prodigiosas y quieren encontrarlas, adem¨¢s, donde inopinadamente nadie las hab¨ªa apetecido.
Pero, aun pensando que repentinamente sonriera la fortuna caprichosa, si no se acude para verificar prudentemente lo hallado ante los especialistas, que radican en museos o centros de investigaci¨®n, es que se quiere correr un riesgo innecesario, con buena o con mala fe.
Lo verdaderamente apasionante en el estudio del arte es el aumentar la capacidad para disfrutar su calidad, lo que, sea cual sea su nivel, caracteriza a los verdaderos aficionados, y no a los meros negociantes.
Puede darse ese fen¨®meno aparentemente parad¨®jico de que acaben siendo apreciadas falsificaciones hist¨®ricas excelentes, hechas por virtuosos, cuyo talento extraordinario les ha llegado a proporcionar un estilo singular, una verdad en su mentira.
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