El triunfo de la simulaci¨®n
Tom Keating plagi¨® cerca de 2.000 cuadros
, Uno de los m¨¢s famosos falsificadores de la historia fue un brit¨¢nico, Tom Keating, que muri¨® el pasado mes de febrero y que pint¨® a lo largo de 25 a?os cerca de 2.000 Rembrandt, Goya, Gainsborough, Constable, Degas, Renoir y Turner.Sus mejores imitaciones, como ¨¦l mismo las calificaba, fueron varias acuarelas de Samuel Palmer, el pintor ingl¨¦s del siglo XIX. Medio mundo qued¨® fascinado con la historia de este gran falsificador. "Su juicio se ha convertido en el m¨¢s maravilloso espect¨¢culo gratuito que se puede ver hoy d¨ªa en el Reino Unido", escrib¨ªa, extasiado, en 1977 The Observer.
Keating repet¨ªa con frecuencia la an¨¦cdota de Van Meegeren, el marchante holand¨¦s que fue procesado despu¨¦s de la segunda guerra mundial como colaborador por haber vendido a Goering un cuadro de Vermeer. El juicio se convirti¨® en un esc¨¢ndalo porque Van Meegeren solicit¨® que en vez de condenarle le dieran una medalla. El marchante holand¨¦s fue condenado, pese a todo, por estafa y muri¨® en la c¨¢rcel poco despu¨¦s.
Torr¨ª Keating negaba que ¨¦l fuera un falsificador. "Yo pinto a la manera de... y nunca firmo los cuadros". M¨¢s a¨²n, en la mayor¨ªa de los casos escrib¨ªa en pintura invisible (detectable con rayos X) la palabra fake o un taco malsonante.
Todo empez¨® cuando Keating descubri¨® que una empresa que le pagaba cinco libras la pieza por copiar cuadros de pintores m¨¢s o menos conocidos, los vend¨ªa despu¨¦s como si fueran originales. El pintor, que era adem¨¢s restaurador, se despidi¨®, pero continu¨® "trabajando ala manera de...". En los a?os sesenta conoci¨® a una joven y, a trav¨¦s de ella, comenz¨® a vender aut¨¦nticos Palmer, de los que, en teor¨ªa, se hab¨ªa perdido la pista porque el abuelo de la joven hab¨ªa emigrado a las colonias. Con el dinero as¨ª ganado, Keating y supareja se instalaron en Tenerife y disfrutaron de unos a?os de paz y abundancia. M¨¢s tarde al regresar al Reino Unido, el enga?o fue destapado y se encontr¨® ante los tribunales.
Pintor de brocha gorda
"A veces pienso que el esp¨ªritu de los grandes maestros se met¨ªa en m¨ª", explic¨® con una mirada p¨ªcara ante el jurado que le procesaba. "Mis pastiches son a veces tan buenos que puedo decir, con la debida modestia, que existi¨® alguna participaci¨®n del propio maestro. "Soy hijo de un pintor de brocha gorda y yo mismo he trabajado en ese oficio. Siempre me ha parecido indecente la forma en la que las galer¨ªas y marchantes se aprovechan de los pintores. Mi trabajo era una forma de protestar contra ellos", explicaba el artista.
Keating no hizo una gran fortuna personal con sus falsificaciones. Era un hombre bastante honrado, que se conformaba con poco y que se mantuvo siempre leal a sus or¨ªgenes y amistades. Cuando muri¨® Anthony Blunt, el cr¨ªtico que espi¨® a favor de la Uni¨®n Sovi¨¦tica y que pas¨® sus ¨²ltimos a?os como apestado, Keating fue una de las pocas personas que se atrevi¨® a enviar una corona de flores: "Para Anthony, con mi profundo respeto".
Curiosamente, Tom Keating empez¨® a ganar dinero de verdad a ra¨ªz del juicio. Un ¨¢rabe le ofreci¨® 30.000 libras (m¨¢s de seis millones de pesetas) para que pintara su retrato, pero el artista se neg¨®: "Si acepto los encargos tendr¨ªa trabajo para 1.000 a?os. El problema es ?qu¨¦ hago con el dinero? Todos los millonarios que conozco son gente miserable". Pas¨® sus ¨²ltimos a?os en una peque?a casa de campo, en Suffolk, trabajando las escasas horas que le permit¨ªa su coraz¨®n enfermo.
Extra?a fascinaci¨®n
Poco antes de morir, la galer¨ªa Christies organiz¨® una subasta con 135 de sus obras. Los expertos quedaron desconcertados por la buena acogida del p¨²blico. Los peque?os coleccionistas sent¨ªan una extra?a fascinaci¨®n por Keating, acentuada por su reciente popularidad y por el ¨¦xito de una serie de televisi¨®n en la que el artista hab¨ªa explicado maravillosamente la forma de pintar de los grandes genios. En total, Christies recaud¨® m¨¢s de 15,5 millones de pesetas. Keating no disimul¨® su gozo: "Hay hasta un loco que ha pagado varios miles de pesetas por mi paleta". Su risa se hubiera convertido en carcajada si hubiese podido asistir a otra subasta, la organizada el pasado mes de septiembre: los coleccionistas pagaron casi 60 millones de pesetas por los 202 cuadros que quedaron en su estudio a su muerte. "Adquiero sus cuadros porque me gusta el personaje", afirma uno de los compradores.
"Yo creo que es una buena inversi¨®n", aseguraba otro, "en la anterior subasta pagu¨¦ 240 libras por cuadros que hoy se cotizan 10 veces m¨¢s". Hasta los expertos de Christies hab¨ªan calculado por debajo: "Hemos logrado 20 veces m¨¢s de lo que esper¨¢bamos".
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