Un cementerio civil sobre la fosa com¨²n de los fusilados en 1936 en Logro?o
Desde hace m¨¢s de 40 a?os, al llegar el 1? de noviembre, nunca han faltado flores en La Barranca de Lardero (La Rioja) -a unos cinco kil¨®metros de la capital, Logro?o-, una enorme fosa com¨²n en la que fueron fusilados y enterrados entre septiembre y diciembre de 1936 un n¨²mero impreciso de personas, aunque los datos oficiales hablan de una cifra pr¨®xima a los 500 y seg¨²n la asociaci¨®n de amigos y familiares pueden ser muchos m¨¢s. En el a?o 1979 s¨¦ pudo llevar a la pr¨¢ctica una idea largamente acariciada: vallar y arreglar las fosas all¨ª existentes al aire libre, creando un cementerio civil que si mera de homenaje a los muertos y de recuerdo a las generaciones futuras. Ante las puertas del cementerio, un monumento esculpido por Alejandro Rubio Dalmati tiene grabada esta leyenda: "Este horror ya fue. Hoy no queremos ni odio ni venganza, pero s¨ª dejar testimonio para que estas locuras no se repitan".
ANTONIO MORAL. Este a?o han arreglado los accesos a La Barranca, situada a seis kil¨®metros de Logro?o, entre Lardero y Entrena. Tambi¨¦n se han apagado los ecos de la pol¨¦mica que mantuvo tiempo atr¨¢s la asociaci¨®n de amigos y familiares de La Barranca con el ayuntamiento de Lardero. Cuando se pens¨® que ¨¦ste quer¨ªa integrar La Barranca en el nuevo cementerio de la localidad, la respuesta fue contundente: "nosotros les dejamos en paz y s¨®lo pedimos que ellos hagan lo misrno". Excepto por la ausencia de cruces y de tumbas convencionales, el aspecto de La Barranca se asemejaba ayer al de otros muchos cementerios en el d¨ªa de difuntos. Sin embargo, en algunos c¨ªrculos de personas, sobre todo entre la gente mayor, las conversaciones vuelven con fiel rutina, como cada a?o, a esos tres meses de 1936 en los que fueron asesmados en ese lugar sus padires, hermanos o maridos. "La Barranca no es un cementerio normal. Nuestros familiares no se han muerto, sino que los han rnatado". El registro civil sentenciaba estas muertes con una ambigua, explicaci¨®n: "Muerto por arma de fuego en descampado".
Apenas hubo combates en La Rioja durante la guerra civil. Las tropas de Mola entraron el 19 de julio en Logro?o y la represi¨®n fue feroz. Los piquetes de fusilamiento eligieron La Barranca cuando no cab¨ªan ya m¨¢s muertos en el cementerio de Logro?o. Preisos pol¨ªticos abrieron las zanjas al borde de las cuales se produjeron los fusilamientos nocturnos, producto de las "sacas" en las c¨¢rceles.
La Barranca ha sido duriinte muchos a?os un s¨ªmbolo de ?resistencia muda en La Rioja contra el franquismo. En los primeros a?os despu¨¦s de terminada la guerra las madres o las viudas iban a pie desde los pueblos vecinos a pasar el d¨ªa en La Barranca, donde todav¨ªa se pod¨ªan ver los promontorios de tierra que dibujaban dos fosas comunes alargadas y el inicio de una tercera. "All¨ª pas¨¢bamos el d¨ªa, llev¨¢bamos flores y luego nos retir¨¢bamos". Nunca ha habido represalias por ir a La Barranca.
Vestidas de negro, primero por el luto y hoy por la edad, se re¨²nen todos los a?os el llamado grupo de "las viudas de Villamediana" que cada vez encuentra nuevas bajas. Catalina Delgado, de 82 a?os, viene todos los a?os a pasar el d¨ªa con su marido, a quien desde la propia c¨¢rcel, en la que estuvo tres a?os y medio, vio c¨®mo lo sacaban para fusilar en la madrugada del 25 de noviembre de 1936.
Unos j¨®venes venden ante la puerta del cementerio ejemplares del libro Las sacas, de Patricio Escobal, y La represi¨®n en La Rioja durante la guerra civil, de Antonio Hern¨¢ndez Garc¨ªa. Un dirigente sindical, asiduo de La Barranca, reconoce que se est¨¢ produciendo una mutaci¨®n generacional. "Son una minor¨ªa quienes guardan todav¨ªa resabios de revancha, a pesar de que en los pueblos se conocen todos. La gente viene hoy a rendir un homenaje a lo que nunca debi¨® suceder".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.