El centenario del Cementerio Civil
El 9 de septiembre de 1884, Maravilla Leal, 20 a?os, suicida enviada desde el juzgado, inauguraba el Cementerio Civil. Ser¨ªa vista por su majestad Alfonso XII antes de que el gobernador civil ordenase enterrarla, con lo que formalmente se inauguraba una m¨ªnima parte del Cementerio de Epidemias. La parte mayor, la cat¨®lica, estaba pendiente de que el arzobispo autorizase la bendici¨®n. El d¨ªa 1 de septiembre se hab¨ªan clausurado los cementerios generales del Norte y del Sur y las sacramentales de San Mart¨ªn, San Luis, San Sebasti¨¢n, San Nicol¨¢s y La Patriarcal. As¨ª eran los datos externos de una de las ¨²ltimas batallas por arrebatar a la Iglesia uno de los m¨¢s suculentos negocios que en aquellos tiempos ten¨ªa: el enterrar a los muertos.
Ya a nuestros remotos antepasados les hab¨ªa rondado esa tentaci¨®n, y el Fuero Juzgo y el Fuero Real prohib¨ªan "que los cl¨¦rigos cobrasen dinero por enterrar". Se conoce que la tentaci¨®n ven¨ªa de antiguo y que a partir del siglo XIII se materializa enterrando a los que pod¨ªan pagar en los atrio y en los interiores de las iglesias, y a los pobres, en una zanja com¨²n fuera de la ciudad, junto con los ajusticiados, suicidas y herejes.La correcci¨®n de esta insalubre insensatez, que hab¨ªa costado varias epidemias, denunciadas por los vecinos de conventos e iglesias la acometi¨® Carlos III con poca fortuna, ya que su prohibici¨®n de enterrar dentro de las poblaciones no se cumplir¨ªa hasta que Jos¨¦ Bonaparte, en 1809, ordena que se hagan cuatro cementerios en el norte, sur, este y oeste de Madrid El ayuntamiento adelant¨® el dinero para el cementerio del Norte, aunque ¨¦stos eran de la Iglesia.
S¨®lo se hacen los cementerios generales del Norte y Sur, propiedad del arzobispo de Toledo, que comienzan a funcionar en 1809 y 1811. Aparecen tambi¨¦n las llamadas sacramentales, que, al decir de Fern¨¢ndez de los R¨ªos, "son sociedades mercantiles con raz¨®n social de sacramental", y construyen hasta 10 cementerios, con lo cual los cementerios est¨¢n ya fuera de las ciudades, pero se sigue incumpliendo el Fuero Real en eso de que los cl¨¦rigos "no lleven dinero por enterrar". M¨¢s bien lo contrario.
Mesonero Romanos nos advierte que los cementerios generales son un r¨ªo de oro. Fern¨¢ndez de los R¨ªos nos aclara lo que eran -siguen siendo- las sacramentales, y en esta euforia del negocio de la muerte se pasa pl¨¢cidamente casi todo el siglo XIX, durante el cual Madrid crece hasta volver a topar con los cementerios-negocio, los cuales apestan a los vecinos, que desde 1869 no se cansan de pedir el cierre de todos los que se situaban entre la actual plaza de Arapiles e islas Filipinas.
Desde 1869 se proyect¨® hacer el cementerio municipal del Oeste, que se situ¨® en Rodajos. En 1877 se saca un concurso p¨²blico para adjudicar el proyecto de la necr¨®polis del Este, adjudic¨¢ndose a los arquitectos Arb¨®s y Urioste. Del cementerio del Oeste no se volvi¨® a hablar y el del Este estuvo,a punto de sufrir el mismo olvido.
Un calvarlo de comisiones
En 1879, el proyecto de la necr¨®polis est¨¢ realizado y aprobado, y comienza un calvario de coinisiones destinadas a que el mistrio no se inaterial¨ªce. La Prensa, desde este a?o hasta 18 84, arremete, una y otra vez contra ed¨ªles y ininistros, que env¨ªan y devuelven el proyecto. Una. te¨®rica amenaiza de epidem¨ªa de c¨®lera fuerza la circunstancia para que en septiembre de 1884 se cierren los cementerios generales del Sur y Norte, La Patriarcal y cinco sacramentales m¨¢s. Por la misma circunstancia, con un proyecto provisional se abr¨¦el cementerio de Epidemias, con su parte civil y su parte cat¨®lida, que luego conoceremos como el cementerio Civil y La Almudena.
Pero la realidad era otra. El diar¨ªo El Liberal del 9 de agosto d¨¦ 1884 se lamenta que una resoluci¨®n atrevida, acertad¨ªsima, humanitaria, que ha contado con el aplauso de 500.000 habitantes, que pod¨ªa haber sido tomada por un ministro liberal, ha sido tomada por un ministro conservador". Se refiere al cierre de los cementerios de la Iglesia y asociados y la apertura del cementerio municipal de Epidemias o del Este. El mismo peri¨®dico del d¨ªa siguiente le pregunta al se?or Romero Robledo -ministro de la Gobernaci¨®n y autor del funerario cierre- c¨®mo va a conseguir que el arzobispo de Toledo bendiga el cementerio Cat¨®lico, para terminar diciendo: "El se?or arzobispo va echando bendiciones de balde por donde quiera que pasa. Pero es m¨¢s que probable que la bendici¨®n del cementerio del Este costar¨¢ millones al pueblo de Madrid".
Y es que una tumba en los cementerios genera les costaba 500 pesetas, y el canon que el arzobispo recib¨ªa de las sacramentales era de 30 pesetas por enterrarniento. Consid¨¦rese que era eso lo que costaba en 1950 una tumba tem potal en la necr¨®polis del Este. Adem¨¢s estaban las licencias del visitador eclesi¨¢stico, que eran necesarias hasta para poner un ¨¦pitaflo, una l¨¢pida, hacer una reinoci¨®n o cinco conceptos m¨¢s y que ninguna bajaba de 35 reales. Vamos, un negocio de verdad.
Por eso no es de extra?ar que el cementerio Civil se inaugurase el d¨ªa 9 de septiembre, y por su majestad, mientras el cat¨®lico se bendijo, al fin, el 13 del mimo mes, y por cl¨¦rigos de cuarta categor¨ªa. Lo que cost¨® lo ignoramos.
Una de las consecuencias de toda esta escandalosa polvareda de finales del siglo pasado fue que el proyecto de la necr¨®polis ganador del concurso de 1877 quedase arrinconado. En 1905 es reformado por el arquitecto municipal Garc¨ªa Nava, el cual, sin cambiar lo sustancial del proyecto de Arb¨®s y Urioste, introduce los elementos decorativos del modernismo y realiz a una obra monumental que no por ser funeraria hemos de dejar, como hasta ahora, en el olvido.
La capilla de la iglesia, los dep¨®sitos (el general y el judicial), el p¨®rtico de entrada y hasta las casas de la Administraci¨®n son realmente monumentos a los que se les debe prestar la m¨¢xima atenci¨®n, salv¨¢ndoles de restauraciones como la sufrida por la techumbre de la capilla, que debe ser restaurada nuevamente para dejarla con la cubierta vitrificada que ten¨ªa y quitando la manta asf¨¢ltica que le pusieron.
La necesaria dignificaci¨®n
Del diario de sesiones del plenario municipal podemos ver c¨®mo ya hice 100 a?os se hablaba del cierre de las sacramentales y de la municipalizaci¨®n de los servicios funerarios. Hoy d¨ªa es a¨²n un deseo. Es cierto que en estos dos ¨²ltimos a?os se ha trabajado profundamente en cosas que no se notan, como la erradicaci¨®n del h¨¢bito de la propina -especie de asalto que recib¨ªan los familiares indefensos en momentos como ¨¦stos- o incluso en la rebusca de metales preciosos en los restos de los temporales. Tambi¨¦n es cierto que se ha construido un nuevo y magn¨ªfico edificio de pompas f¨²nebres, y que est¨¢ en puertas la constituci¨®n de la Empresa Municipal de Pompas F¨²nebres y Cementerios, que gestionar¨¢, sin los impedimentos actuales, toda esta escabrosa tarea. Pero tambi¨¦n es cierto que queda mucho por hacer. La nueva ordenanza que introduzca criterios m¨¢s racionales en los gastos de mantenimiento de las sepulturas. La precisi¨®n de lo que se vende como tal sepultura, la generalizaci¨®n de la incineraci¨®n, la liquidaci¨®n de la confesionalidad del cementerio, etc¨¦tera. Tambi¨¦n queda, y esto es lo m¨¢s urgente, por m¨¢s antiguo, la liquidaci¨®n de las sacramentales que a¨²n existen en Madrid y de los cementerios parroquiales.
?C¨®mo se va a prohibir a compa?¨ªas mercantiles que no construyan cementerios, si otras compa?¨ªas mercantiles con raz¨®n social de sacramentales est¨¢n cobrando 400.000 pesetas por un enterramiento?
?C¨®mo se va a dignificar el hecho de la muerte si las bater¨ªas de nichos se quedan sin tejado, se desmoronan por dentro y se confunden los restos, como est¨¢ pasando en las sacramentales de San Isidro y San Lorenzo, por citar alguna?
Hace a?os se las impidi¨® expansionarse en superficie, pero ahora revenden las sepulturas centenatias que nadie va a reclamar ya y siguen funcionando, cuando no hacen excavac¨ªones, como en San Justo, y colocan en hangares de hormig¨®n los muertos apretujados, Como si fuesen un Urbis mortuorio.
El ayuntamiento tiene que tomar cartas en el asunto. Ni la reventa de sepulturas ni la mezcolanza de restos puede ser tolerada.
Por ¨²ltimo quedar¨ªa por hacer una reivindicaci¨®n sobre el cementerio Civil, que es el ¨²ltimo reducto de la heterodoxia espa?ola, del inconformismo, de la lucha por las libertades, por las reivindicaciones obreras e incluso las confesionales.
,Tenemos aqu¨ª a muchos de nuestros mejores nombres, marginados en vida por una u otra raz¨®n. Los ateos, los jud¨ªos, los masones, los protestantes, los libertarios, los rojos, los negros; en fin, los heterodoxos merecen un monumento de reconocimiento de la democracia espa?ola a la abnegada lucha por construir los cimientos de la tolerancia y el humanismo en Espa?a.
Carlos Carrasco es abogado y autor del libro Los cementerios de Madrid.
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