Siete tesis sobre la defensa exterior de Espa?a / y 2
Ignacio Sotelo prosigue en este art¨ªculo la exposici¨®n de sus siete puntos sobre la situaci¨®n de Espa?a en la OTAN, concluyendo que la propia celebraci¨®n del refer¨¦ndum prometido en la campa?a electoral y, posteriormente, en el dec¨¢logo presentado por el presidente del Gobierno en el Parlamento "es altamente improbable si se cierran las negociaciones con la Comunidad".
4. ?C¨®mo se explican entonces los titubeos, ambig¨¹edades y contradicciones del PSOE y de su Gobierno en la cuesti¨®n de la OTAN? ?Acaso cabe detectar diferencias sustanciales entre una visi¨®n cabalmente capitalista de nuestro futuro y la pol¨ªtica del Gobierno? Parece obvio que por ah¨ª no van los tiros; m¨¢s bien habr¨ªa que se?alar dos complejos de razones para dar cuenta de las ambig¨¹edades y contradicciones que se desprenden de las palabras -en ning¨²n caso del comportamiento- del Gobierno. El primer complejo tendr¨ªa que hacer referencia al hecha de que justamente a lo que se aspiraes a la integraci¨®n plena en ambas organizaciones, pero con una prioridad clara por la Comunidad. Al habernos precipitado en la entrada en la OTAN, mucho antes de que existiese una perspectiva segura sobre nuestra integraci¨®n en la Comunidad, cab¨ªa muy bien que qued¨¢ramos en la organizaci¨®n militar y a las puertas de Europa; es decir, para utilizar la expresi¨®n del Gobierno, que estuvi¨¦ramos a las duras, pero sin recibir las maduras. La promesa de un refer¨¦ndum conlleva la amenaza impl¨ªcita de que, s¨ª no entramos en la Comunidad, nos saldremos de la OTAN. Lo que se pretende con el refer¨¦ndum no es salir de la OTAN -para conseguir este fin, lo mejor hubiera sido celebrarlo inmediatamente despu¨¦s del triunfo electoral-, sino entrar en-la Comunidad. El refer¨¦ndum tiene tan s¨®lo un valor instrumental, servir de palanca para facilitar las negociaciones con la Comunidad, al quedar claro que la permanencia en la OTAN s¨®lo puede encontrar un apoyo mayoritario despu¨¦s de que tengamos asegurado nuestro puesto en la Comunidad. La permanencia en la OTAN parece decidida si, como es de esperar, se cierran pronto las negociaciones con la CEE. Si ocurriera lo imprevisto -todav¨ªa no puede descartarse por completo- y nos dieran con la puerta en las narices, entonces todo es posible: desde la aceleraci¨®n del refer¨¦ndum, con la consiguiente salida de la OTAN, a quedarnos para poder seguir danda aldabonazos en el umbral de la Comunidad. Desde la pol¨ªtica realizada por todos los Gobiernos de la democracia, no entrar en la Comunidad y, en consecuencia, sentirse obligados a salir de la OTAN, significar¨ªa un fracaso estrepitoso, de imprevisibles consecuencias no s¨®lo par¨¢el Gobierno actual, sino para todo el sistema democr¨¢tico. El segundo complejo de razones que dar¨ªa cuenta de la ambig¨¹edad del Gobierno se inscribe en las concepciones ideol¨®gicas del PSOE en un pasado recient¨ªsimo, cuando todav¨ªa so?aba con una pol¨ªtica moderada y realista, pero que se diferenciase en algunos matices de una ortodoxamente capitalista. Desde tal enfoque se cre¨ªa poder encarar" como hizo Fernan do Mor¨¢n en un libro muy sugesti va, una pol¨ªtica exterior con mayores pretensiones y originalidad. La promesa del refer¨¦ndum, aparte de su car¨¢cter instrumental, surgi¨® de la confianza socialista de que hab¨ªa una pol¨ªtica alternativa a la integraci¨®n atlantista.5. No es cierto que no quepa una pol¨ªtica alternativa a la integraci¨®n en la OTAN. Caben, desde ruego, pol¨ªticas exteriores y de defensa que no pasen por la integraci¨®n militar, como en el interior caben pol¨ªticas econ¨®micas y social es distintas de las que realiza el Gobierno. La l¨®gica de la integra ci¨®n lo es s¨®lo desde el empe?o en fortalecer el orden capitalista vigente. En cuanto lo concebimos como reformable y nos atrevemos a imaginar otras pol¨ªticas para la creaci¨®n de puestos de trabajo, redistribuci¨®n de la renta, desarrollo aut¨®nomo de la ciencia y de la tecnolog¨ªa, etc¨¦tera , se presentan al ternativas factibles en la pol¨ªtica exterior y de defensa. Lo ¨²nico exigido es una coherencia y complementariedad entre la pol¨ªtica interna y la exterior. En virtud de este principio de coherencia, puede concluirse que la pol¨ªtica global desarrollada hasta ahora por el Gobierno conduce necesariamente a la integraci¨®n en la OTAN. En todo caso, si contemplamos pol¨ªticas alternativas, hay que recono cer que las presiones y riesgos procedentes del interior ser¨ªan de much¨ªsima mayor envergadura que los que cabe esperar del exterior.
Pol¨ªticas alternativas
La cuesti¨®n, sin embargo, no consiste en dilucidar si en teor¨ªa hay alternativas a la pol¨ªtica atlantista, que las hay, ni si estos modelos alternativos ser¨ªan m¨¢s coherentes con los intereses mayoritarios de nuestros pueblos -que podr¨ªan serlo-, ni, desde luego, si supondr¨ªan un aporte nada despreciable a la causa de la paz al contribuir a la descongelaci¨®n de los bloqu¨¦s militares. La cuesti¨®n no consiste en construir en teor¨ªa alternativas razonables, sino en identificar las fuerzas sociales capaces de llevar adelante esta pol¨ªtica innovadora. Al que sus deseos de paz y de progreso no ofusquen la visi¨®n de la realidad tal vez tendr¨¢ queadmitir que, hoy por hoy, Espa?a est¨¢ muy lejos de poder no ya realizar, sino incluso formular con alg¨²n rigor y coherencia un programa alternativo medianamente realista y consecuente.
6. El que la opini¨®n p¨²blica, por lo menos en su concepto restringido de l¨ªderes de opini¨®n, sea mayoritariamente antiotanista se explica a partir de nuestra peculiar historia contempor¨¢nea. La llamada derecha civilizada, capitalista, atlantista y dem¨®cr¨¢fica, pese a que hoy configure sociedad y Estado, sea num¨¦ricamente mucho m¨¢s minoritaria que en el resto de Europa. Tres factores, en si convergentes, pueden alegarse para dar cuenta del actual antiotanismo. Primero, muchos espa?oles no pueden olvidar que la dictadura franquista se prolong¨® tres d¨¦cadas despu¨¦s de la derrota del fascismo gracias al apoyo de Estados Unidos. Los estereo tipos de amigo-enemigo que surgen en Europa despu¨¦s de la segunda guerra mundial difieren de los espa?oles: para la mayor parte de los pueblos europeos, los norteamericanos son los amigos que les liberaron del fascismo-y que mantienen a raya la expansi¨®n sovi¨¦tica que ha satelizado a la Europa oriental; en cambio, para los espa?oles, los norteamericanos son los responsables del mantenimiento de la dictadura, mientras la Uni¨®n Sovi¨¦tica apoy¨® al Gobierno leg¨ªtimo de la Rep¨²blica y tuvo el honor de ser proclamada por el franquismo el enemigo natural. Segundo, las condiciones mismas de la transici¨®n. A comienzos de los a?os setenta no eran peque?as las ilusiones que se hac¨ªa la izquierda sobre los cambios que se produdir¨ªan cuando desapareciese el franquismo. Luego ha tenido que asimilar una pol¨ªtica que de ning¨²n modo encajaba en sus esquemas, tanto en lo que se refiere a la continuidad del Estado como por la vigencia y hasta fortalecimiento del orden capitalista. El ¨²nico rasgo propio que todav¨ªa conserva la izquierda es su antinorteamericanismo, que se plasma en su antiotanismo. Es dif¨ªcil no sucumbir a la tentaci¨®n de pensar que si se consiguiera salir de la OTAN todav¨ªa podr¨ªa recomponerse una pol¨ªtica de izquierda que rompiera los moldes a los que tuvo que adaptarse. Tercero, el franquismo residual, muy incrustado todav¨ªa en la sociedad espa?ola, alimenta un nacionalismo visceral, en el que subyacen consignas de grandeza y de independencia que propal¨® el r¨¦gimen anteri¨®r, muy alejadas de su d¨®cil pol¨ªtica exterior. Este franquismo nacionalista residual se vincula en la derecha sociol¨®gica a un antisocialismo no menos irracional, que cuaja en un antiotanismo por oposici¨®n al Gobierno.
7. Resulta altamente improbable, si se cierran las negociaciones con la Comunidad, que se celebre el refer¨¦ndum; ni siquiera parece seguro hasta en el caso, ciertamente inconcebible, de que terminasen en un fracaso. No dudo de la valuntad del Gobierno de llevarlo a, cabo, dudo de que pueda realizar lo que pretende. Frente a una opini¨®n tan ingenua como ampliamente extendida, los detentadores del poder en las modernas sociedades industriales tienen en realidad muy acotados los m¨¢rgenes de actuaci¨®n y, en todo caso, no coinciden con sus competencias, formales. Una cosa son los supuestos jur¨ªdicos y otra los pol¨ªticos de -cualquier decisi¨®n. Desde un punto de vista estrictamente jur¨ªdico, qu¨¦ du da cabe que el presidente puede poner en marcha el mecanismo que conduce al refer¨¦ndum; pero, ?qui¨¦n piensa que una decisi¨®n de este peso, con las implicaciones internas y ekternas que conlleva, depende exclusivamente de la voluntad de aquel que formalmente le compete? Reducir la pol¨ªtica a sus elementos formalmente jur¨ªdicos o exclusivamente personales es desconocerla por completo. En cada decisi¨®n pol¨ªtica, y tanto m¨¢s cuanto mayor sea su trascendencia, inciden multitud de factores, de muy diversa ¨ªndole, que es preciso tomar en consideraci¨®n. Tom¨¢ndolos en cuenta, presumo que la celebraci¨®n del refer¨¦ndum supera con mucho el ¨¢m*bito de lo que est¨¢ al alcance de este Gobierno. Y si el presidente no puede cumplir con lo que prometi¨®, no le queda otro remedio que disolver las Cortes y convocar elecciones adelantadas.
Ignacio Sotelo es catedr¨¢tico de Ciencias Pol¨ªticas en la Universidad Libre de Berl¨ªn.
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