La sombra de un error
Las subvenciones que la comisi¨®n de profesionales del cine ha concedido, por encargo de la direcci¨®n general de Cinematograf¨ªa, a tres proyectos de pel¨ªculas en las que tienen intereses directos dos miembros de esa misma comisi¨®n subvencionadora es un error que se autocalifica como tal con su sola enunciaci¨®n.Es un error t¨¦cnico, porque no se ha calculado que pone en marcha un sistema de subvenci¨®n que deja grietas para la autosubvenci¨®n directa o indirecta; es un error jur¨ªdico, porque permite que se vulnere el sagrado principio de que no se puede ser al mismo tiempo juez y parte; es un error administrativo, porque una ley, el justamente famoso decreto Mir¨®, que pone por fin orden en el proceso de producci¨®n del cine espa?ol, es llevada a la pr¨¢ctica mediante una reglamentaci¨®n, que engendra desorden; y es un error pol¨ªtico, porque una normativa que hace tabla rasa del pasado acude para ejercerse a una f¨®rmula que genera situaciones m¨¢s propias de ese pasado que ella destruye que de la nueva situaci¨®n que crea.
Hay que buscar otra forma de aplicar la nueva normativa del cine, porque, de lo contrario, lo que ahora es s¨®lo un error subsanable se convertir¨ªa en un error cr¨®nico que acabar¨ªa desacreditando a la propia ley que aplica, y ¨¦sta es una ley muy beneficiosa para el cine espa?ol. Los pescadores de r¨ªo revuelto y los enemigos, que los tiene y poderosos, de la nueva normativa promovida por Pilar Mir¨®, ya est¨¢n al acecho, en busca de la manera de aprovechar la grieta para meter en ella una cu?a que resquebraje el edificio jur¨ªdico en que Pilar Mir¨® ha basado su gesti¨®n en la direcci¨®n general de Cinematograf¨ªa, gesti¨®n en la que ha demostrado una sagacidad y una audacia sin precedentes en la pol¨ªtica cinematogr¨¢fica espa?ola. Poner en peligro esta obra, m¨¢xime cuando no est¨¢ todav¨ªa redondeada por los proyectos de rehabilitaci¨®n de salas de exhibici¨®n y por la puesta en marcha de la automatizaci¨®n del control de taquilla, por mantener una torpe aplicaci¨®n de ese nada torpe corpus legal, ser¨ªa un error infinitamente m¨¢s grave que el cometido.
Otros m¨¦todos
Dice Pilar Mir¨® que no hay otro m¨¦todo que el aplicado para poner en pr¨¢ctica la ley. Si la directora general cree lo que dice al pie de la letra, es como si dijera apaga y v¨¢monos, pues su admirable ley saneadora se convertir¨ªa en fuente inagotable de insana picaresca y de fundadas suspicacias, lo que har¨ªa de ella un papel mojado, una ley desacreditada, y, a la larga, inaplicable. Hay, claro que hay, otros m¨¦todos, o el mismo ejercido con elasticidad y con rigor.
Es exacta su afirmaci¨®n de que la comisi¨®n que estudie y decida las subvenciones a los proyectos de pel¨ªculas debe estar formada por profesionales del cine que conozcan los vericuetos de ¨¦ste. Pero ?cree Pilar Mir¨® que no es posible encontrar entre los centenares de profesionales del cine espa?ol una decena, o siete, o cinco, que durante dos a?os, un a?o o seis meses, se comprometan, si se remunera su trabajo, a renunciar, mientras son miembros de la comisi¨®n, a presentar proyectos que aspiren a ser subvencionados?. Otros no lo creemos, en absoluto.
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