La informaci¨®n econ¨®mica y los esc¨¢ndalos
El Hispano no repartir¨¢ dividendos este a?o. Para analistas y expertos, la decisi¨®n es valiente y acertada. Para otros, debe intervenir la Fiscal¨ªa del Estado, depurando responsabilidades. Queda por saber cu¨¢l ser¨¢ la reacci¨®n de los accionistas, que se ver¨¢ reflejada en la variaci¨®n del valor de los t¨ªtulos en las pr¨®ximas semanas.Ya de antiguo viene la pol¨¦mica de cu¨¢les son los factores relevantes que determinan el valor de una acci¨®n. Por una parte est¨¢n los que defienden que el dividendo es prioritario a la hora de tomar decisiones de inversi¨®n, porque especifica cuantitativamente cu¨¢nto dinero recibe anualmente el accionista a cambio del que pone a disposici¨®n de los administradores de la empresa de la que se ha hecho socio. Esta relaci¨®n es una tasa de rentabilidad que permite al inversor hacer comparaciones con otras alternativas existentes en el mercado. El razonamiento es impecable, pero en la pr¨¢ctica no se cumple. Hay empresas que no reparten dividendo, de rentabilidad cero, y sus acciones tienen una cotizaci¨®n muy superior a su valor contable. Otras, a pesar de repartir cuantiosos dividendos (el¨¦ctricas, por ejemplo), no logran ni siquiera que su cotizaci¨®n llegue al valor nominal. Esto no quiere decir que el dividendo no sea importante. Siempre hay accionistas que viven de ¨¦l, y si no hay reparto de beneficios dirigir¨¢n sus ahorros hacia inversiones que les aseguren una cantidad fija y peri¨®dica.
Por otra parte, est¨¢n los que afirman que es la capacidad de generar beneficios la que determina el valor de las acciones, siendo el dividendo el excedente de los beneficios que la empresa no puede o no quiere invertir, y ante la disyuntiva de mantenerlos ociosos o entregarlos a sus propietarios (accionistas) decide que ser¨ªan estos ¨²ltimos los que dispongan de ellos a su conveniencia.
Desde este enfoque, te¨®ricamente, la cotizaci¨®n de las acciones del Hispano no deber¨ªa sufrir notables variaciones. Como banco ha demostrado su capacidad de generar beneficios muy parecidos al a?o anterior, y no hay nada que presagie que esta capacidad haya disminuido de cara al pr¨®ximo a?o y siguientes (es el tercer banco espa?ol en recursos ajenos y ha mantenido su cuota de mercado en los ¨²ltimos ejercicios). Lo que ocurre es que este a?o los beneficios deben utilizarse en enterrar definitivamente a los muertos vivientes, que resurgen peri¨®dicamente del cementerio de la crisis bancaria. Por tanto, no hay excedentes para los accionistas.
Sin embargo, no debemos olvidar que una teor¨ªa queda invalidada si no se cumplen los supuestos b¨¢sicos en que se sustenta. La anteriormente expuesta est¨¢ basada, entre otros, en los siguientes:
- El inversor tiene un comportamiento racional, es decir, busca el m¨¢ximo beneficio.
- El mercado es transparente, la informaci¨®n es accesible, fiable e inmediata.
Sobre la racionalidad del inversor pod¨ªa discutirse en los a?os sesenta, cuando tener un paquete de tal o cual banco era un s¨ªmbolo parecido a vestirse en Savile Row, pero no ahora, cuando la mayor¨ªa de los tenedores de acciones ha recibido alg¨²n descalabro despu¨¦s de la crisis burs¨¢til, que comenz¨® en 1974.
En mi opini¨®n, es en el segundo donde se desmorona la teor¨ªa: en Espa?a, la informaci¨®n sobre las empresas se podr¨ªa definir como "rumores falsos de lo que ocurri¨® hace tres a?os". Es inconcebible que se bloqueen los tel¨¦fonos la ma?ana del viernes con la pregunta de rigor: "Oye, ?t¨² sabes algo?". Nadie sabe nada. Bueno, s¨ª, los listillos, que para dar sensaci¨®n de estar introducidos en los c¨ªrculos m¨¢s restringidos hacen circular imaginarias cat¨¢strofes de los otros seis. Esta desinformaci¨®n conduce al miedo, y el miedo, en cuestiones de dinero, es cuantificable. En este caso, 45 enteros en dos d¨ªas.
Se supone que una empresa medianamente racionalizada elabora su plan estrat¨¦gico a medio plazo, con objetivos anuales que se plasman en un presupuesto, al que se aplican sistemas de control para comprobar su cumplimiento. ?No ser¨ªa conveniente informar peri¨®dicamente (digamos trimestralmente) de los resultados de ese plan-objetivos-presupuesto a los due?os de la compa?¨ªa, en lugar de esperar al ¨²ltimo momento para dar la sorpresa? De hacerse as¨ª es evidente que si los resultados fueran inferiores a los esperados se producir¨ªan goteos a la baja en las cotizaciones, pero no derrumbamientos de las mismas que obliguen a intervenciones heterodoxas que enrarecen a¨²n m¨¢s el mercado.
Las p¨¢ginas econ¨®micas de los peri¨®dicos y revistas especializadas no deben seguir estando repletas de sucesos. Los departamentos financieros de las empresas deben abrir sus puertas a los informadores. Los confidenciales y sus correspondientes desmentidos deben sor sustituidos por informes de coyuntura de sectores y empresas. Los departamentos de estudios de las grandes empresas deben buscar la paja en el ojo ajeno y la viga en el propio, y adem¨¢s hacerlo p¨²blico. Las declaraciones de presidentes y consejeros deben referirse a los problemas que les plantea la direcci¨®n de la compa?¨ªa y c¨®mo los resuelven. Esto es la informaci¨®n accesible, fiable e inmediata. ?sta es la obligaci¨®n de los administradores del dinero que pertenece a los accionistas.
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