Lafuente Ferrari, ejemplar actitud crifica
Nacido en Madrid, el a?o 1898, Enrique Lafuente Ferrari es uno de los historiadores del arte espa?ol m¨¢s importantes de este siglo. En realidad, aunque perteneciera a una generaci¨®n posterior, junto a los nombres legendarios de Manuel Bartolom¨¦ Coss¨ªo, Manuel G¨®mez Moreno y El¨ªas Tormo, que fue su maestro, Lafuente Ferrari ha sido pieza clave en el empe?o de dotar con contenido cient¨ªfico y altura cr¨ªtica una disciplina como la historia del arte, que se introdujo en nuestra Universidad con m¨¢s de medio siglo de retraso.Doctorado en la especialidad de Historia, tras haberse licenciado en las de Filosofia e Historia, Lafuente Ferrari obtuvo brillantemente las plazas por oposici¨®n del cuerpo de archivos, bibliotecas y museos y la c¨¢tedra de Historia del Arte, en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando, que reflejan adecuadamente su doble preocupaci¨®n por la investigaci¨®n y la ense?anza.
Conferenciante invitado por las instituciones m¨¢s prestigiosas de todo el mundo, investigador incansable, profesor, escritor fecundo y feliz organizador de m¨¢s de una exposici¨®n memorable, es l¨®gico que haya alcanzado los m¨¢s preciados honores y tambi¨¦n que le hayan sido encomendadas las m¨¢s altas responsabilidades en su dilatada carrera como historiador y cr¨ªtico de arte, en la que contin¨²a hoy con plena actividad y entusiasmo a sus 86 a?os.
As¨ª, entre otras distinciones, Lafuente Ferrari es, desde 1951, miembro de n¨²mero de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y, durante largo tiempo, presidente efectivo de la misma; miembro de la Hispanic Society of America y de otras instituciones espa?olas y extranjeras; vocal de la Junta Directiva de la ya desaparecida Sociedad Espa?ola de Amigos del Arte, de cuya revista Arte Espa?ol fue director; director del Tesoro Art¨ªstico del Patrimonio Nacional y, desde su creaci¨®n hasta la actualidad, presidente de la Fundaci¨®n de Amigos del Museo del Prado.
Ingente bibliograf¨ªa
Enrique Lafuente Ferrari, que ha trabajado en todas las actividades posibles relacionadas con la historia del arte -archivos, catalogaci¨®n, museos, revistas, ense?anza, exposiciones, edici¨®n y cr¨ªtica-, tiene adem¨¢s en su haber una ingente y cualificada bibliografia que, rara avis entre el com¨²n de nuestros historiadores, toca con acierto casi todas las ¨¦pocas y problemas del complejo universo del arte. En este sentido, considero muy pertinente destacar su actitud cr¨ªtica y abierta, propia de un esp¨ªritu humanista y cosmopolita, no s¨®lo por los frutos materiales que ha reportado un trabajo concebido de esta manera, sino, sobre todo, por el valor ejemplar que se deriva para nuestro pa¨ªs, cuyo aislamiento pol¨ªtico-cultural ha anulado el natural desarrollo de no pocos talentos superiores y ha apocado el del resto.
Fuera de la madriguera
Quiero decir que, como todos los grandes historiadores que han sido y ser¨¢n, no se encerr¨® en la madriguera de grotescas especializaciones, que anulan la esencial visi¨®n en perspectiva, cuando no revelan simplemente el compor tamiento a la defensiva de quien carece de sensibilidad y de una formaci¨®n cultural equilibrada ni, todav¨ªa menos, permiti¨® que en ¨¦l se produjera el absurdo di vorcio entre el arte del pasado y del presente.
Lafuente Ferrari, en efecto, no se ha sentido nunca desconcerta do ante el arte de su propia ¨¦po ca y ha practicado con soltura e inteligencia la cr¨ªtica de arte cuyo cultivo, seg¨²n confes¨® a su maestro El¨ªas Tormo, "cuando se hace con un m¨ªnimo rigor, es el mejor entrenamiento para ver en vivo los problemas que, dir¨ªamos, el historiador trata en el cad¨¢ver".
Por lo dem¨¢s, que este ambi cioso horizonte intelectual no ha perjudicado un ¨¢pice la calidad y la eficaz aportaci¨®n de sus investigaciones se demuestra con s¨®lo mencionar algunas de sus m¨¢s c¨¦lebres publicaciones. Algunas de ellas constituyen s¨ªntesis soberbias, como su popular¨ªsima Breve historia de la pintura espa?ola, ese monumental libro-cat¨¢logo Antecedentes, coincidencias e influencias del arte de Goya o La pintura espa?ola del siglo XVII; otras, de car¨¢cter documental, nos han proporcionado datos interesantes sobre artistas espa?oles, pintores y arquitectos sobre todo, de muy diversas ¨¦pocas; finalmente, no han faltado notables estudios te¨®ricos sobre est¨¦tica e historiografia art¨ªstica, como su magn¨ªfico ensayo La fundamentaci¨®n y los problemas de la historia del arte, que le sirvi¨® de discurso de ingreso en la Academia, o el de Ortega y las artes visuales.
En realidad, es pr¨¢cticamente imposible condensar aqu¨ª su ingente labor como publicista, un millar de art¨ªculos y medio centenar de libros, en los que ha abordado temas iconogr¨¢ficos, de literatura art¨ªstica, de historia y de cr¨ªtica.
No quiero concluir, sin embargo, sin hacer alusi¨®n a su especial dedicaci¨®n a Francisco de Goya y al arte contempor¨¢neo, en el que le debemos excelentes monograf¨ªas sobre Zuloaga, Evaristo Valle, Beruete, V¨¢zquez D¨ªaz, etc¨¦tera, y hasta un completo ensayo de revisi¨®n sobre Pablo Picasso, que apareci¨® en el n¨²mero extraordinario que edit¨®, bajo su direcci¨®n, La Revista de Occidente.
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