Estados Unidos est¨¢ seguro de que sus aliados apoyar¨¢n los planes para la militarizaci¨®n del espacio

Estados Unidos est¨¢ convencido de que conseguir¨¢ el consenso de la OTAN sobre la pol¨¦mica guerra de las galaxias y de que los aliados europeos presentar¨¢n un frente unido sobre el proyecto de defensa en el espacio que har¨¢ imposible un nuevo intento de la URSS de debilitar la Alianza Atl¨¢ntica. A cambio del apoye, europeo, el Pent¨¢gono est¨¢ estudiando c¨®mo podr¨ªan participar sus principales aliados en contratos concretos de la investigaci¨®n de la Iniciativa de Defensa Estrat¨¦gica (SDI), seg¨²n anunci¨® al Congreso el secretario adjunto de Defensa, Richard Perle.

A pesar de las dudas iniciales, la respuesta europea es "muy estimulante", y la iniciativa de defensa estrat¨¦gica (SDI) del presidente Ronald Reagan se estudia en Europa con mucha m¨¢s seriedad que hace un a?o, asegur¨® Perle el pasado lunes ante el Senado. Estados Unidos conf¨ªa en que Europa, cuyo retraso tecnol¨®gico con esta parte del Atl¨¢ntico es muy grande, dar¨¢ su apoyo al proyecto para no perder la posibilidad de compartir una tecnolog¨ªa muy avanzada que puede servir para su desarrollo.A pesar del optimismo de la Administraci¨®n, los principales aliados europeos s¨®lo han ofrecido de momento, un s¨ª reticente al proyecto de defensa espacial y han dejado claro que s¨®lo lo apoyan en su fase de investigaci¨®n. Pero Washington est¨¢ convencido de que los eventuales beneficios econ¨®micos y t¨¦cnicos que pueda conseguir el viejo continente ser¨¢n suficientes para ablandar a los aliados m¨¢s recalcitrantes. Comentando la oposici¨®n francesa, un alto funcionario norteamericano dijo c¨ªnicamente: "Francia no se vende, pero s¨ª se alquila".

El Gobierno norteamericano confirm¨® esta semana la existencia de "los primeros pasos de una ofensiva pacifista" de la URSS para utilizar el pol¨¦mico proyecto de la defensa en el espacio para separar a EE UU de sus aliados europeos, aprovechando el comienzo de las negociaciones sobre control de armas nucleares el pr¨®ximo 12 de marzo en Ginebra. Richard Burt, secretario de Estado adjunto para Asuntos de Europa, predijo, sin embargo, que no ocurrir¨¢ como en el caso de la instalaci¨®n de los euromisiles, cuando Mosc¨² consigui¨® sembrar serias dudas en el campo occidental sobre las intenciones norteamericanas.

Fuentes gubernamentales en Washington estiman que la campa?a sovi¨¦tica ha sido iniciada personalmente por el ministro de Asuntos Exteriores, Andrel Gromiko, con su viaje a Italia y a Espa?a. Aunque nuestro pa¨ªs sea de inter¨¦s perif¨¦rico para EE UU en cuanto a la defensa espacial, el Gobierno de Madrid ha recibido informaci¨®n sobre el proyecto en reuniones de la OTAN en Bruselas. El 11 de marzo, la v¨ªspera del inicio de las negociaciones entre Mosc¨² y Washington, Max Kampelman, jefe de la delegaci¨®n norteamericana en las conversaciones, informar¨¢ a los aliados en la capital belga y les pedir¨¢ solidaridad con la posici¨®n de la Casa Blanca de no negociar la investigaci¨®n de un sistema defensivo en el espacio.

Otros datos que sugieren el comienzo de una campa?a de la URSS son la s¨²bita muestra de buena voluntad al anunciar facilidades para la inspecci¨®n internacional de sus centrales nucleares, la oferta de reducci¨®n de tropas en Europa Central para desbloquear las interminables conversaciones de Viena, la repetici¨®n de una oferta de prohibici¨®n total de pruebas nucleares y la inminente llegada a EE UU de una delegaci¨®n sovi¨¦tica, dirigida por un miembro del Politbur¨®.

La Administraci¨®n Reagan teme que Mosc¨² ofrezca al inicio de las negociaciones de Ginebra una oferta de desmantelamiento de sus cohetes nucleares SS-20 dirigidos contra Europa a cambio de que EE UU detenga el proyecto de guerra de las galaxias. Una situaci¨®n de este tipo, abandonar algo tangible a cambio de un proyecto que quiz¨¢ nunca vea la luz, pondr¨ªa a prueba la solidaridad con Washington del Reino Unido, Francia y Alemania Occidental.

Defensa y rehenes

La respuesta europea a la SDI fue muy negativa, sobre todo en los meses siguientes a su anuncio, sin consulta alguna con los aliados, por el presidente Ronald Reagan, en febrero de 1983. El principal temor era entonces, y sigue siendo hoy, que una defensa efectiva desde el espacio del territorio norteamericano dejar¨ªa a Europa indefensa y como reh¨¦n de un ataque sovi¨¦tico, acabando con el actual equilibrio de la disuasi¨®n por medio de la destrucci¨®n mutua asegurada.En las ¨²ltimas semanas, Washington ha garantizado a sus aliados que el futuro sistema tambi¨¦n proteger¨¢ a Europa. "Si logramos la tecnolog¨ªa que deseamos para derribar a los misiles enemigos en su fase de lanzamiento (boostphase), destruir¨ªamos igual los cohetes dirigidos a Londres que a Nueva York, ya que en esos momentos iniciales de su vuelo es imposible discernir con claridad su destino final", ha asegurado Perle. La segunda garant¨ªa que han recibido los europeos es que s¨®lo se trata, por ahora, de un programa de investigaci¨®n, y que si se logra el arma so?ada por el presidente Reagan, su despliegue ser¨¢ negociado previamente.

Sin embargo, importantes sectores de la Administraci¨®n y el Pent¨¢gono est¨¢n presionando para que, en cuanto haya resultados de la investigaci¨®n, aunque ¨¦stos sean parciales, se experimente con los mismos en el espacio o con cohetes desde tierra. El Pent¨¢gono ya ha anunciado que utilizar¨¢ el transbordador especial de la NASA, a partir de 1987, para probar la tecnolog¨ªa de la guerra de las galaxias.