El maestro de ceremonias

Jack Lemmon es uno de los ¨²ltimos indiscutibles monstruos de Hollywood. Es por si solo un espect¨¢culo, encargado esta vez de presentar a otro espect¨¢culo. Jack Lemnion, uno de los m¨¢s consumados comediantes del cine de los ¨²ltimos a?os, que no pertenece, en realidad, a la generaci¨®n de los mitos -como Cary Grant o James Stewart, por ejemplo, que recibir¨¢n este a?o galardones honor¨ªficos dedicados a la totalidad de su cerrara-, s¨ª es un hombre fundamental de la siguiente, aquella de Audrey Hepburn, Shirley MacLaine, Marlon Brando, que sigui¨® a los a?os dorados, cuando la decadencia de Hollywood todav¨ªa era suave y se pod¨ªa resistir.Desde entonces, finales de los 50, Lemmon ha intervenido en m¨¢s de 30 filmes y ha ganado dos oscars. Uno, secundario por Mister Roberts, donde interven¨ªa junto a Henry Fonda, James Cagney y William Powell, todo un reparto, en 1955, y otro, mayor, Salvar el tigre, casi 20 a?os despu¨¦s, en 1973, por su gran interpretaci¨®n de aquel fabricante de ropa cuyos sue?os se hunden a la vez que su negocio. El p¨²blico de todos los pa¨ªses le recuerda tambi¨¦n en interpretaciones inolvidables como el empleadillo de El apartamento, el padre del muchacho tragado por la dictadura de Pinochet, en Missing, o el m¨²sico travestido en Con faldas y a lo loco.

Willy Wilder dijo de Lemmon que era una mezcla explosiva de Chaplin y Cary Grant y que trabajar con ¨¦l supon¨ªa, sencillamente, la felicidad. Por su parte, siempre ha actuado con modestia en sus declaraciones. "He tenido mucha suerte con los papeles, eso es todo", dijo en una ocasi¨®n. Y en otra: "S¨®lo puedo resultar divertido si el personaje lo es", lo cual encierra toda una teor¨ªa de la interpretaci¨®n.

El pr¨®ximo lunes veremos a Jack Lemmon ante la peque?a pantalla y si los espectadores comparten el gusto de Billy Wilder la diversi¨®n estar¨¢ garantizada de antemano por ese solo hecho. Ojal¨¢ que el papel, escrito por un guionista profesional -aqu¨ª no se deja nada al azar-, resulte tambi¨¦n divertido y el ya viejo y admirado Lemmon pueda, de acuerdo con sus propias palabras, resultarlo tambi¨¦n.