Los salvadore?os respaldan con sus votos la b¨²squeda de la paz emprendida por Jos¨¦ Napole¨®n Duarte
El Partido Dem¨®crata Cristiano (PDC) se adjudic¨®, a s¨®lo tres horas del cierre de las urnas, un triunfo absoluto en las elecciones celebradas el domingo en El Salvador. Seg¨²n sus propios c¨®mputos, basados en el 60% de las actas de sus fiscales, el PDC ha obtenido 33 de los 60 esca?os que tiene la Asamblea y cerca de 200 alcald¨ªas sobre un total de 262. Duarte quer¨ªa el poder para gobernar, y ahora lo ha acaparado en todas sus instancias. Este vuelco del electorado no puede interpretarse m¨¢s que como un respaldo mayoritario a su b¨²squeda de la paz a trav¨¦s del di¨¢logo.
Las cifras pueden desinflarse un poco cuando el Consejo Central de Elecciones comience a emitir sus primeros boletines informativos, pero en t¨¦rminos generales la victoria democristiana parece indiscutible. As¨ª lo confirma incluso la reacci¨®n defensiva de la derecha, que en lugar de avanzar sus propios datos se ha limitado a denunciar irregularidades del partido gubernamental. Su l¨ªder, Roberto d'Aubuisson, se ha encerrado mientras tanto en un mutismo total.Con este voto, el electorado salvadore?o ha roto los pron¨®sticos, incluidos los que manejaban la Embajada norteamericana y el propio Duarte. ?ste no descart¨® una mayor¨ªa absoluta de su partido, pero m¨¢s por mantener la esperanza de sus seguidores que porque creyese realmente en ella. De ah¨ª que todo su discurso sobre el futuro pol¨ªtico del pa¨ªs estuviera basado en la fuerza que otorga la Constituci¨®n al presidente para gobernar aun en minor¨ªa parlamentaria.
Fall¨® la Embajada de EE UU
Los c¨¢lculos de los consejeros estadounidenses estuvieron apoyados siempre en una votaci¨®n mayoritaria para la coalici¨®n de derechas y en su inmediata ruptura para que uno de sus integrantes, el Partido de Conciliaci¨®n Nacional (PCN), consumase un pacto de legislatura con los democristianos.
Esta hip¨®tesis se ajustaba, por otra parte, a sus propios deseos, ya que un acaparamiento de todos los poderes en manos del PDC pod¨ªa ser peligroso para la estabilidad del pa¨ªs.
A su juicio, la derecha m¨¢s radical quiz¨¢ se sintiera tentada de realizar alguna aventura extraconstitucional. El resultado que arrojaron las urnas ha sido el peor posible, seg¨²n este an¨¢lisis.
[La Administraci¨®n de Ronald Reagan se apresur¨® anoche a felicitar al pueblo salvadore?o por haber celebrado su "cuarta elecci¨®n libre" en tres a?os y por sus progresos hacia "la estabilidad y el proceso democr¨¢tica", seg¨²n inform¨® la agencia Efe.]
No s¨®lo el PDC tiene una mayor¨ªa temible, sino que el voto de la derecha se ha concentrado en su opci¨®n m¨¢s radical, la Alianza Republicana Nacionalista (Arena), en detrimento del PCN, convertido ahora en una fuerza residual.
Esta victoria hist¨®rica de Duarte puede ser, seg¨²n este an¨¢lisis, su tal¨®n de Aquiles. De ah¨ª que el presidente se haya apresurado a ofrecer un Gobierno de unidad nacional incluso antes de conocer los resultados, y que el futuro alcalde democristiano de San Salvador, Jos¨¦ Antonio Morales Ehrlich, haya declarado que su partido abre los brazos a todos los sectores democr¨¢ticos del pa¨ªs para resolver los graves problemas planteados.
El vicepresidente, Rodolfo Castillo Claramunt, a?adi¨® que el triunfo de su partido "Va a ser expresado con humildad, sin triunfalismos, a fin de implicar en un esfuerzo com¨²n a todas las fuerzas comprometidas con la democracia".
Esta cautela inicial no ha impedido que se deseche ya desde. ahora, por innecesaria, la eventual alianza con el PCN, que hasta hace tres d¨ªas se manejaba como probable.
Cambio radical
Una cosa es evidente: que el mapa electoral salvadore?o ha sufrido un cambio radical. Nunca la Democracia Cristiana hab¨ªa obtenido por s¨ª sola una mayor¨ªa absoluta en el pa¨ªs. Incluso el triunfo de Duarte en las presidenciales necesit¨® de una segunda vuelta y del apoyo de otros partidos. Al carro de la victoria democristiana se han subido esta vez hasta los departamentos m¨¢s conflictivos del pa¨ªs, feudo tradicional de la ultraderecha.
Duarte no podr¨¢ escudarse m¨¢s en su minor¨ªa parlamentaria para retrasar las reformas prometidas hace un a?o. Una asignatura pendiente es a¨²n la reforma judicial, que fue paralizada hasta ahora por la derecha.
A la Asamblea corresponde nombrar, entre otros, al presidente del Tribunal Supremo y al fiscal general, cargos que monopoliz¨® la oposici¨®n, y que, en buena l¨®gica, deben aumentar la cuota de poder de la Democracia Cristiana.
Ya no habr¨¢ m¨¢s excusas para investigar los grandes cr¨ªmenes y castigar a los culpables. La ¨²nica palabra la tiene Duarte.
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