El mercado de las armas
ESPA?A ES una potencia media con una tecnolog¨ªa arrnament¨ªstica modesta, pero no insignificante. En esa situaci¨®n las necesidades de defensa exterior de Espa?a obligan a un aprovisionamiento externo de una cierta envergadura que, al margen de si el desembolso que ex?ge est¨¢ justificado en relaci¨®n a las prioridades nacionales y a las posibilidades de nuestra econom¨ªa, estar¨ªa muy mal aconsejado reducir a una simple operaci¨®n de compra-venta. Por ese motivo el Ministerio de Defensa y, la industria armament¨ªstica espa?ola pretenden no s¨®lo adquirir sistemas de armas avanzados sino enriquecer paralelamente la capacidad tecnol¨®gica nacional. No s¨®lo comprar armas, sino comprar el conocimiento para fabricarlas.Al mismo tiempo, Espa?a es un exportador de armas de renglones todav¨ªa modestos, pero tampoco insignificantes, por lo que la adquisici¨®n de esa tecnolog¨ªa puede interesar a ulteriores clientes de la industria espa?ola que apreciar¨ªan a un proveedor que no acarrea consigo el estigma de gran potencia, con el valor a?adido de exigencias de tipo pol¨ªtico que para esos compradores entra?a el comercio con los grandes.
La reciente visita a Espa?a de? rey Hussein de Jordania sirvi¨®, entre otras cuestiones, para plantear la posibilidad de algo m¨¢s que el incremento de la venta de armas no s¨®lo a Arnman, sino presumiblemente a la agrupaci¨®n de reg¨ªmenes m¨¢s o menos vagamente aliados de Oriente Pr¨®ximo, entre los que se hallan Egipto, Arabia Saud¨ª, Kuwait, los Estados del golfo P¨¦rsico e Irak. Lo que se cree conocer de los contactos realizados entre la delegaci¨®n jordana y las autoridades espa?olas apunta a la eventual transferencia de esa tecnolog¨ªa media, as¨ª como probablemente a la mejora y profundizaci¨®n de la actual tecnolog¨ªa espa?ola, quiz¨¢ con financiaci¨®n ¨¢rabe. De esta forma podr¨ªa llegarse al establecimiento de capacidades conjuntas de fabricaci¨®n entre Espa?a y algunos de los pa¨ªses citados. En la actualidad Espa?a ya es suministrador de repuestos, municiones, explosivos y veh¨ªculos militares, principalmente, a algunos pa¨ªses de la zona, a lo que hay que a?adir la utilizaci¨®n de nuestro pa¨ªs como plataforma distribuidora por parte de las industrias de armamento de terceros pa¨ªses, comercio que ni beneficia a la industria espa?ola ni favorece a la imagen de Espa?a como oscura intermediaria de otros intereses.
Cualquiera que sea la f¨®rmula a trav¨¦s de la cual Espa?a figure en el comercio exportador de ingenios militares no puede dejar de plantearse una cuesti¨®n moral. ?Puede y debe Espa?a participar en ese tan peculiar movimiento de mercanc¨ªas? No se trata de abordar el tema con una especie de ingenuidad c¨¢ndida, sino con el realismo pol¨ªtico adecuado. La venta de armas no favorece el desarrollo de la paz, y todas las guerras son horribles, pero es cierto que no todas son igualmente rechazables ni todos los potenciales compradores de armamento agresores de sus vecinos o crueles verdugos de la humanidad. La presencia que un pa¨ªs sea capaz de tener en la industria armament¨ªstica mundial es un elemento m¨¢s de su pol¨ªtica exterior. Pero por lo mismo es inadmisible predicar la venta indiscriminada en todas direcciones teniendo el beneficio econ¨®mico como ¨²nico norte. Existen armas que pueden utilizarse para atender a unos razonables prop¨®sitos defensivos y otras cuya indicaci¨®n m¨¢s evidente es la de resolver cuestiones de orden interno; existen Estados animados de prop¨®sitos agresivos tanto hacia adentro como hacia afuera y otros cuya acci¨®n internacional puede considerarse desde el punto de vista espa?ol como factor de estabilidad en la escena internacional; y existen los intereses de la pol¨ªtica exterior espa?ola, del designio por el cual se mueve el haz de presencias que representa hoy Espa?a en el mundo.
No obstante estas consideraciones, el mercado armament¨ªstico sugiere una irremediable repugnancia a cualquier conciencia civilizada. Todo el relanzamiento econ¨®mico de Estados Unidos est¨¢ basado en la actualidad en una econom¨ªa de guerra, que vendr¨¢ reforzada por los planes de construcci¨®n de? cohete MX, y es cierto que los gastos militares han empujado muchas veces en la historia el desarrollo de la tecnolog¨ªa, el progreso de las investigaciones y el esfuerzo productivo de un pa¨ªs. El precio final pagado en vidas humanas es tan alto que asombra pensar en la insensibilidad de los pol¨ªticos que firman los tratados y cierran los contratos. No hay ninguna ingenuidad en sugerir que el comercio armament¨ªstico espa?ol debe ser m¨¢s celosamente vigilado y que el Gobierno est¨¢ obligado a dar cuenta puntual de ¨¦l al Congreso y someterse a todo tipo de cauciones.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.