Ernesto S¨¢bato, una vida dedicada a la justicia social y a la libertad
El novelista argentino recibe ma?ana el Premio Cervantes
El confortable chal¨¦, envuelto por un buc¨®lico jard¨ªn, que Ernesto S¨¢bato y Matilde, su mujer, habitan en el residencial y apacible barrio de Santos Lugares, ubicado en el Gran Buenos Aires, es discretamente custodiado por una guardia permanente de polic¨ªas. Esa imagen resume, de forma pat¨¦tica, la realidad del creador vitalmente comprometido con la dram¨¢tica situaci¨®n social y pol¨ªtica que vive su pa¨ªs. Las llamadas telef¨®nicas an¨®nimas se repiten d¨ªa tras d¨ªa, y a S¨¢bato le cuesta admitir esta situaci¨®n: "Me da verg¨¹enza por el pa¨ªs decir que estoy amenazado de muerte".El 10 de diciembre del a?o pasado, el mismo d¨ªa en que se festejaba el primer aniversario de la constituci¨®n del Gobierno democr¨¢tico argentino que preside Ra¨²l Alfons¨ªn, el autor de El t¨²nel y Sobre h¨¦roes y tumbas recib¨ªa a trav¨¦s de Javier Solana, ministro de Cultura espa?ol, el anuncio oficial de la decisi¨®n del jurado que acababa de concederle el Premio Cervantes.
La distinci¨®n tuvo en Argentina una inevitable carga pol¨ªtica. S¨¢bato ya no era s¨®lo uno de los dos escritores argentinos -junto con Jorge Luis Borges- tomado como arquetipo o referencia obligada por los cr¨ªticos y los historiadores de la literatura. Se hab¨ªa convertido, adem¨¢s, en un hombre p¨²blico por su inquietud pol¨ªtica. Nunca se qued¨® quieto ni se sinti¨® c¨®modo en el sill¨®n de patriarca en que los c¨ªrculos intelectuales pretendieron confinarlo.
El Gobierno democr¨¢tico le design¨® presidente de la Comisi¨®n Nacional sobre la Desaparici¨®n de Personas (Conadep), que ser¨ªa la encargada de recoger las denuncias, testimonios y pruebas sobre los miles de desaparecidos durante la llamada guerra sucia contra la subversi¨®n desatada por la dictadura, que asol¨® al pa¨ªs entre 1976 y 1983. Desde entonces se sucedieron las amenazas contra su vida por la ultraderecha civil y militar.
Pero a finales de octubre la tarea hab¨ªa concluido y el informe -reproducido luego parcialmente en el libro titulado Nunca m¨¢s, con pr¨®logo del propio Ernesto S¨¢bato-, compuesto por m¨¢s de 50.000 folios, que inclu¨ªan la lista de los militares acusados como responsables y la ubicaci¨®n de los campos de detenci¨®n y tortura, instalados en todo el pa¨ªs, fue entregado en mano al presidente de la naci¨®n para que lo hiciera llegar a la justicia. Las organizaciones defensoras de los derechos humanos y algunos partidos de izquierda criticaron tambi¨¦n severamente a la Comisi¨®n por negarse a publicar en el libro la lista de los represores denunciados. Ernesto S¨¢bato aclar¨®: "Ya sab¨ªa desde hace tiempo que no publicar¨ªamos una lista de represores porque la calidad de represor debe ser fijada por la justicia, esto se aclara en una p¨¢gina preliminar del libro".
Insisti¨® siempre en que la reconciliaci¨®n de los argentinos s¨®lo podr¨ªa fundarse sobre la verdad de lo ocurrido y despu¨¦s de que interviniera la justicia. Los caminos literarios y pol¨ªticos de S¨¢bato se han cruzado en puntos sorprendentes, pero siempre se guiaron por una sola preocupaci¨®n: la atormentada b¨²squeda y rescate de la condici¨®n humana. Nacido en Rojas, un pueblo de la provincia de Buenos Aires, en 1911, su familia de inmigrantes italianos le marc¨® el rasgo de ni?o aplicado al estudio y al esfuerzo laborioso. Estudiante de F¨ªsica, asomaba ya como uno de los j¨®venes m¨¢s brillantes de su generaci¨®n cuando le enviaron a perfeccionarse en el laboratorio Curie, en Par¨ªs.
Y ese destino fue el que coloc¨® su mundo interno patas para arriba. El contacto original con el superrealismo marc¨® luego de forma indeleble sus primeros ensayos.
Para entonces ya hab¨ªa abandonado las influencias del anarquismo, y tambi¨¦n sus inclinaciones comunistas cuando se iniciaron los procesos de Mosc¨². Poco antes public¨® su primer libro, una breve colecci¨®n de ensayos que llam¨® Uno y el universo. Cuando en 1945 surge el peronismo, ese fen¨®meno hondamente conmovedor de la pol¨ªtica argentina, S¨¢bato no lo comprende ni acepta hasta su ca¨ªda, 10 a?os despu¨¦s.
Personajes autobiogr¨¢ficos
Los cr¨ªticos insisten a¨²n hoy en que Bruno, el personaje de Sobre h¨¦roes y tumbas, su novela m¨¢s famosa, es una descripci¨®n autobiogr¨¢fica del propio S¨¢bato.Y el autor no los contradice: "Todos los personajes salen del coraz¨®n de un escritor, provienen de lo m¨¢s profundo del inconsciente del creador. Todos somos piadosos y despiadados, ateos y religiosos, mezquinos y generosos. Esos ingredientes, desarrollados en forma desmesurada, producen los personajes de ficci¨®n".
"Yo estoy en todos mis personajes", prosigue el escritor, "pero en mi vida personal creo que soy quijotesco. Muchas personas me acusan de comunista, como si fuera necesario serlo para desear la justicia social. Con ese criterio, las grandes enc¨ªclicas papales son comunistas. Mi f¨®rmula pol¨ªtica es justicia social con libertad, ambos t¨¦rminos siempre juntos. Aunque tambi¨¦n podr¨ªa ser un loco porque, como dice Le¨®n Felipe, en un mundo injusto el que clama por la justicia es tomado por loco".
Desde 1977, por recomendaci¨®n m¨¦dica debido a la sensible disminuci¨®n de su campo visual, casi ha dejado de leer y escribir. Desde entonces, sus obsesiones "sobre el mar, las tinieblas, la esperanza y el sentido de la existencia" se expresan a trav¨¦s de la pintura.
La obra literaria, de la que ha publicado -seg¨²n ¨¦l mismo confiesa- s¨®lo una peque?a parte puesto que ha incinerado la mayor¨ªa de los originales, adquiere con el tiempo mayor valor. En 1974 su novela Abad¨®n, el exterminador fue premiada en Francia como el Mejor Libro Extranjero.
Diez a?os despu¨¦s, en 1984, S¨¢bato fue premiado con el Gabriela Mistral, galard¨®n que otorga la Organizaci¨®n de Estados Americanos (OEA), y recibe ahora el Cervantes, considerado en Argentina como el Nobel de la lengua espa?ola.
El v¨¦rtigo centr¨ªfugo en el que gira la sociedad argentina actual ha reclamado de S¨¢bato, por todos sus aciertos y errores, su condici¨®n de hombre que sostuvo siempre posiciones ¨¦ticas y morales. Su voz se eleva, tr¨¢gica y quebrada, en nombre de la libertad y la justicia. El hombre p¨²blico ha desplazado y relegado al escritor.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.