Risas en la 'bodeguilla'
F. B. El secretario de Estado norteamericano, George Shultz, cont¨® que Felipe Gonz¨¢lez y Ronald Reagan se rieron bastante en la bodeguilla del palacio de la Moncloa, contando chistes que Shultz se resisti¨® a repetir. Ayer abundaron las risas y sonrisas en el palacio de la Moncloa: sonrisas bien ensayadas de Ronald Reagan frente a las c¨¢maras de televisi¨®n y sentido del humor hisp¨¢nico.
La ma?ana empez¨® fr¨ªa, pero simp¨¢tica: a los fot¨®grafos y c¨¢maras de televisi¨®n que esperaban el encuentro de Reagan y Gonz¨¢lez en la esplanada principal del palacio de la Moncloa se les situ¨® en una tribuna montada justamente enfrente de las antenas de Presidencia que intentaron fotografiar los dos supuestos esp¨ªas norteamericanos expulsados por el Gobierno espa?ol el pasado mes de enero.
Luego, durante el paseo que Reagan y Gonz¨¢lez ten¨ªan programado realizar juntos por los jardines del palacio, el presidente norteamericano peg¨® un traspi¨¦s justo cuando e? espa?ol trataba de sacudirse una pregunta sobre la disminuci¨®n de fuerzas norteamericanas en Espa?a. En un tris estuvo Reagan de tirar al suelo a Gonz¨¢lez al tratar de salvar su equilibrio, y coment¨®: "No quiero crear un incidente diplom¨¢tico".
Comiendo donde Fidel
Vinieron luego los chistes de la bodeguilla. Reagan -o sus asesores- prefiri¨® este lugar para encontrarse a almorzar con Gonz¨¢lez, en vez de hacerlo en la acostumbrada y severa sala de las Columnas. Seg¨²n la versi¨®n coincidente entre los diplom¨¢ticos espa?oles y norteamericanos, se trataba de encontrar un "marco simp¨¢tico".
No parec¨ªa que se buscara en la bodeguilla un buen escenario para las tomas de televisi¨®n, ya que s¨®lo se dej¨® entrar en ella a un fot¨®grafo. Tampoco las cuestiones de seguridad parec¨ªan pesar en la elecci¨®n. Quiz¨¢ la ¨²nica raz¨®n consist¨ªa en que los asesores del presidente de Estados Unidos hab¨ªan querido que el encuentro se produjese en el lugar que Felipe Gonz¨¢lez ha elegido para encontrarse con sus amigos: el mismo en el que, hace 14 meses, almorz¨® con los l¨ªderes cubano y nicarag¨¹ense, Fidel Castro y Daniel Ortega, respectivamente, los dos vecinos menos queridos por Washington.
Mor¨¢n -que no puede disimular casi nunca su estado an¨ªmico, a pesar de su oficio diplom¨¢tico- era todo sonrisas al salir de la bodeguilla, confirmando por anticipado lo que su hom¨®logo Shultz dijo sobre los chistes intercambiados por Reagan y Gonz¨¢lez. As¨ª, cuando se le pregunt¨® por los atentados contra las libertades en Chile y Paraguay, y se despach¨® a gusto, pregunt¨® al final de su respuesta: "Ahora, claro est¨¢, me van a preguntar ustedes por Guti¨¦rrez Menoyo". Sin embargo, nadie le pregunt¨® esta vez por el espa?ol encarcelado en Cuba.
Alg¨²n diplom¨¢tico norteamericano, involuntariamente, protagoniz¨® tambi¨¦n alguna an¨¦cdota. As¨ª, uno de ellos aconsej¨® a los periodistas estadounidenses, al final del acto en la Fundaci¨®n March, que se retiraran de la recepci¨®n que el Rey y Reagan ofrec¨ªan a los asistentes, ya que "al Monarca espa?ol no se le puede ver comiendo ni bebiendo".
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