Los modernistas
Peregrin¨® el coraz¨®n de Rub¨¦n y trajo. Ortega: "La erecci¨®n es un pensamiento, y yo todav¨ªa tengo pensamientos". Rub¨¦n hab¨ªa estado en Par¨ªs como diplom¨¢tico, meteco y oyente. Villaespesa y Salvador Rueda, o el lumpem del Modernismo. Los modernistas espa?oles viv¨ªan de vender los aut¨®grafos de Verlaine. La generaci¨®n de entre dos siglos se parte entre Modernismo y 98. Machado, modern~sta de los pobres. 98 casticista y Modernismo cosmopolita. El Modernismo es m¨²sica, y el surrealismo, imagen. Unamuno y Valle, a Rub¨¦n lo llaman "negro". Mo.dernismo, primera progres¨ªa del siglo. Los jacintos menop¨¢usicos de Dolores Catat¨ªneu.
Los modernistas no sab¨ªamos si acababan de gustarnos o no. A los modernistas, mayormente, los conoc¨ªamos por los. postmodernistas -Fox¨¢, Dolores Catarineu y todo eso- y nos parec¨ªan unos antiguos y unas reinonas. Cuando Vicente Aleixandre me dijo, por primera vez, que su iluminaci¨®n literaria hab¨ªa sido Rub¨¦n, no entend¨ª nada y me qued¨¦ como decepcionado y cabreado. Hasta Pedro Mata, el porn¨®grafo de oficina, hizo Modernismo, y a Tierno Galv¨¢n le gusta mucho y le pone en forma. Lo dijo Ortega, a pregunta de Octavio Paz sobre su tard¨ªa vida sexual:-Mire usted -contest¨® magistralmente Ortega, en el bar de un hotel franc¨¦s-, la erecci¨®n es un pensamiento, y yo todav¨ªa tengo pensamientos.
Ah¨ª dejaba nuestro maestro, perdida en el fragor fr¨ªo de un bar, toda una teor¨ªa,y praxis de la sexualidad que no ha sido superada.
Los modernistas, ya digo, no sab¨ªamos si acababan de gustarnos o no. Rub¨¦n hab¨ªa estado en Par¨ªs como diplom¨¢tico, meteco y oyente. Ten¨ªa un o¨ªdo prodigioso incluso para los idiomas que no conoc¨ªa. Mayormente para los que no conoc¨ªa. Se le quedaba la guturalidad, que es lo l¨ªrico de un idioma. Y la acentuaci¨®n y la sintaxis (luego los estructuralistas nos han explicado que la poes¨ªa de un poema reside en algo tan sint¨¢ctico y escolar como la sintaxis). V¨ªctor Hugo, en sus momentos m¨¢s cachondos, le pasa su m¨²sica nueva a Baudelaire, que a su vez se la pasa a Verlaine/Rimbaud, y ya tenemos la modernit¨¦, el modern/style, el art/ nouveau, traducidos a Modernismo espa?ol y latinoch¨¦. Rub¨¦n, como digo, ten¨ªa gran o¨ªdo para los idiomas que ignoraba.
En Espa?a, Villaespesa, Juan Ram¨®n y Valle-Incl¨¢n se ponen a hacer Modernismo a tope, m¨¢s el malague?o desmadrado y desmalague?izado que fue Salvador Rueda. JRJ, modernista exento, que deja su fornicaci¨®n con las cabras de Moguer para venirse a Madrid, por invitaci¨®n de Rub¨¦n, es un modernista interior que traer¨ªa coleta de cometa goethiano, progresando, "como el astro, sin pausa, pero sin descanso". Lo que tiene el Modernismo, vistas las cosas con perspectiva, es que no es un seco y adusto movimiento literario, corno el 98, sino queinfluye en la vida y en el personal. El Modernismo cambia la m¨¦trica po¨¦tica y la forma de las l¨¢mparas. Gentes que s¨®lo hab¨ªan le¨ªdo a Rub¨¦n Dar¨ªo en f¨®rmulas atenuadas y felices del Blanco y Negro, con ilustraci¨®n de musa evanescente, mandan todos los muebles al desv¨¢n y ponen una casa "modernista", con biombos asiatoides, jarrones Ming imitaci¨®n, muchos rododendros y un loro ultramarino que es como un Rub¨¦n m¨ªnimo y de alpiste, pero que parla todo el rato y lleva el uniforme natural, vistoso, del Rub¨¦n emba ador, cuando se emborrachaba en su habitaci¨®n del Hotel de Par¨ªs, todav¨ªa existente (Puerta del Sol) y lloraba tard¨ªas l¨¢grimas de ajenjo verleniano sobre sus galones diplom¨¢ticos. Unarnuno, tan insensible para la est¨¦tica, dice que al indio se le ven las plumas. Tambi¨¦n a ¨¦l se le ve la boina vasca bajo el disfraz acad¨¦mico y salmanticense. Rub¨¦n es un Baudelaire en castellano que alterna los poemas malditos y el spleen con los poemas diplom¨¢ticos,y la Oda de Roosevelt. "?Tantos millones de hombres hablaremos ingl¨¦s?". Parece el eslogan de una academia de idiomas de media tarde. En Espa?a, el modernismo cambia el modelo de las pantallas, entre la luz de gas y Edison el hombre, la forma femenina de los culos y las colaboraciones de La Ilustraci¨®n Espa?ola y Americana, cuadernillo l¨ªrico.
Somos, no hijos, pero s¨ª nietos del Modernismo, en cuanto que algo hemos le¨ªdo de Paco Villaespesa, que viv¨ªa en un piso altoburgu¨¦s de Covarrubias, que no pod¨ªa pagar, y dorm¨ªa en una cama de segund¨®n ilustre mien~tras su esposa sal¨ªa por Madrid a vender algo -un aut¨®grafo de Verlaine, una carta-, del pobre Paco, para hacer la compra del d¨ªa en el mercado de Barcel¨®. Villaespesa, juntamente con Rub¨¦n, como m¨¢s o menos se ha dicho, trajo.a Juan Ram¨®n a Madrid, s¨®lo que Juan Ram¨®n, despu¨¦s de Ninfeas y Almas de violeta y la revista Helios, se volvi¨® a Moguer, para consultarlo con los burros, y el resultado fue un Modernismo interior que le dur¨® ya toda la vida. No es f¨¢cil escapar al hierro de ganader¨ªa de la juventud. JRJ escribi¨® mucho, despu¨¦s, del "villaespesismo", en cuyo espesor hay ya algo -mucho- de peyorativo, pero la belleza de las espa?olas de la Restauraci¨®n/Regencia empezaba a ser "asim¨¦trica", como le gustaba a Baudelaire, y casi convulsiva, como m¨¢s tarde le hubiera gustado al surrealista Breton. El Modernismo cambi¨® la forma del polis¨®n, el dise?o de las luces de gas y el peluche de los caf¨¦s madrile?os, que necesitaban una "rapa das bestas". Salvador Rueda, en M¨¢laga, buscaba primero las palabras consonantes de un soneto, como si estuviera haciendo un crucigrama, y rellenaba luego el soneto con lo que fuese. El caso era asegurarse la m¨²sica. Porque el Modernismo, ante todo, es m¨²sica, algo tomado al o¨ªdo, como la Lista de la Loter¨ªa, que ?es como Rub¨¦n lo tom¨® de Par¨ªs y lo trajo a Espa?a, de paso para su Cono Sur. Las modernistas eran las progres de 1900 y hac¨ªan el amor libre a la luz de gas de la ¨¦poca, desnud¨¢ndose para Isidro Nonell en Barcelona y para el chorvo con marcha en toda Esparla.
Hay un dilema Modernismo/ 98, que es,un dilema meramente catedr¨¢tico. El 98 es la ¨²ltima generaci¨®n del XIX y el Modernismo la primera generaci¨®n del XX. Lo que complica las cosas es que esta partici¨®n se da a veces dentro de una misma persona, como Valle, Machado o Benavente.
Machado es el modernista de los pobres. Pone en versos de Rub¨¦n la miseria de Castilla. Los castellanos no comen con eso y siguen hablando de los comuneros. Pero los modernistas lo resuelven con un poema en alejandr¨ªnos pareados sobre los comuneros de Castilla. Lo que m¨¢s aherroja a las masas es la preceptiva literaria, ya ven. Gracias al Modernismo, corriente euroyanqui que domina el nacimiento del siglo con distintos nombres, las se?oras se dejan m¨¢s escote, Isadora Duncan baila desnuda, lo que siempre es de agradecer, y su novio, Gabrielle D'Arinunzio, se monta en avi¨®n, con el vendaje de la cabeza al viento, para dominar el mundo y Sicilia.
El Modernismo, mayormente, nos libra del 98, porque el Modernismo es cosmopolita y est¨¢ todo ¨¦l escrito en los Grandes Expresos Europeos, de un azul tan rubeniano, mientras que el 98 es casticista, m¨ªstico y co?azo, y por eso Jos¨¦ Carlos Mainer ha podido hablar de "Fascismo y 98". Los del 98 hab¨ªan ¨ªdolizado Espa?a, mientras que el Modernismo es internacionalista y "muy siglo XX", lo cual ten¨ªa su m¨¦rito cuando el siglo XX apenas hab¨ªa comenzado. El modernismo de Rub¨¦n se hace modernidad, mal que bien, en Espa?a y sus revistas, y es cuando Pedro Luis de G¨¢lvez, como cualquier otro, anda con el cad¨¢ver de su ni?o muerto en una caja de zapatos, por los caf¨¦s de Madrid, pidiendo para enterrarlo, y luego se lo gasta en vino.
Es el ala izquierda del Modernismo.
El Modernismo, ya digo, no acab¨¢bamos de saber si nos gustaba o no, a los lumpem de mi generaci¨®n, porque hab¨ªamos -sido educados en el parvulario del surrealismo, y la poes¨ªa, para nosotros, era met¨¢fora, texto imprevisible. Pero el hipermercado modernist¨¢ lo que vend¨ªa era m¨²sica, el alejandrino franc¨¦s y la cancioncilla lluviosa de Verlaine, todo prodigiosamente recogido por el negro Rub¨¦n. Valle lo dice a trav¨¦s de Max Estrella, que es ¨¦l mismo mucho m¨¢s que Alejandro Sawa (sutil juego de m¨¢scaras):
-Muerto yo, el cetro de la poes¨ªa espa?ola pasa a este negro.
0 sea que, entre Unamuno y Valle, a Rub¨¦n lo pusieron a parir. Pero Rub¨¦n tra¨ªa la nueva m¨²sica, clavicordio que ha durado todo el siglo, hasta el nov¨ªsimo acad¨¦mico Girriferrer.
El Modernismo, ya digo, fue la primera progresia del siglo: las muchachas empezaron a dejarse grandes escotes, Madrid se llen¨® de caf¨¦s de camareras, que estaban todas muy buenas, y todav¨ªa en los a?os treinta de la Segunda Rep¨²blica, contra don Manuel Azafia, Marianito Rodr¨ªguez de Rivas, hoffiosexual que practicaba un dandismo desplanchado, organiz¨® unas visitas a los cementerios rom¨¢nticos de Madrid, y luego unas visitas a los crep¨²sculos, como respuesta del Modernismo tard¨ªo al vanguardisnlo burgu¨¦s de la Rep¨²blica.
De aquello s¨®lo han quedado algunos jacintos menop,¨¢usicos de Dolores Catarineu. El Modernismo, aunque parezca obvio, nos hizo modernos. La m¨²sica del italiano es el endecas¨ªlabo, importado a Espa?a. La m¨²sica del espa?ol es el octos¨ªlabo romanceado, que est¨¢ ya en el Cid. La m¨²sica del franc¨¦s es el alejandrino Hugo/Baudel aire. Rub¨¦n la import¨® desde los bares de Par¨ªs, prodigioso de o¨ªdo, borracho de todo, y las progres del novecientos decidieron que, en vista de que hab¨ªa cambiado el metro estr¨®fico, ellas pod¨ªan ense?ar m¨¢s teta. Y la ense?aron.
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