La salud
El caso concreto y localizado de la amenaza de reconversi¨®n del centro m¨¦dico Salus de Barcelona alerta sobre la racionalidad con que se est¨¢ llevando la reforma sanitaria, as¨ª en la tierra como en el cielo. Es decir, as¨ª en el Estado como en las comunidades aut¨®nomas. El Instituto Catal¨¢n de la Salud ha excluido al centro m¨¦dico en cuesti¨®n de la Red de Hospitales de Utilizaci¨®n P¨²blica, con lo que le fuerza a reconvertirse en un centro para enfermos cr¨®nicos, al margen de su actual potencial y tecnolog¨ªa asistencial, con la consiguiente reducci¨®n de plantilla, que puede afectar a un 70% de los 508 trabajadores actuales.Buena asistencia m¨¦dica reconocida, evidencia de escasez de camas en una ciudad donde los enfermos hacen cola aguant¨¢ndose las enfermedades como si fueran deseos, y, sin embargo, el Salus va a ser el chivo expiatorio de una pol¨ªtica de ahorro arbitraria. Cuando los trabajadores del centro m¨¦dico se han puesto a considerar el porqu¨¦ les ha tocado a ellos la china de la reconversi¨®n, han descubierto algo parecido a lo que en su d¨ªa descubrieron los obreros de Sagunto. No ten¨ªan padrinos claros y eran menos que los sider¨²rgicos de Asturias o el Pa¨ªs Vasco. Detr¨¢s de los trabajadores de Salus no est¨¢, como en otros hospitales parecidos, ni el poder religioso ni el lobby de los catedr¨¢ticos de Medicina capaz de impresionar a los pol¨ªticos sanitarios. Los valedores m¨¢s fehacientes del centro son los pacientes, como aquella se?ora que le peg¨® con la muleta al inspector del seguro porque no le quer¨ªa hacer el volante de ingreso.
Se tiende a pensar que el poder, sea bueno o malo, act¨²a seg¨²n programaciones que ¨¦l cree sensatas y razonables. Luego en la realidad se suele comprobar, con demasiada frecuencia, que improvisaci¨®n y chapuza est¨¢n a la orden del d¨ªa y que incluso algo tan delicado e irreparable como la salud pasa por los filtros de los intereses creados, las prepotencias y la relaci¨®n entre ballenas y sardinas. Antes a¨²n se pod¨ªa recurrir a la explicaci¨®n tel¨²rica de un nefasto centralismo programador a distancia. Ahora los programadores est¨¢n a pocos metros del lugar del suceso y siguen produci¨¦ndose homicidios y secuestros de la racionalidad. Eso s¨ª, autonomizados.
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