La reforma de la Administracion y las retribuciones de los funcionarios
El autor comenta la necesidad de cambiar un sistema retributivo irracional para los funcionarios, que implica que se cobre por el cuerpo al que se pertenece y no por el puesto que se desempe?a. Asimismo defiende al funcionario, que en principio no es ni mejor ni peor que el trabajador del sector privado. Si la productividad de la Administraci¨®n espa?ola es tan insuficiente, se trata de un problema de organizaci¨®n imputable a los pol¨ªticos que han mandado en los ¨²ltimos 200 a?os.
La experiencia de los ¨²ltimos a?os est¨¢ demostrando la enorme limitaci¨®n que el bajo nivel de eficiencia del aparato administrativo supone para que el poder pol¨ªtico pueda aplicar una l¨ªnea de cambio determinada. Las m¨¢s brillantes ideas y los mejores prop¨®sitos pueden estrellarse contra la inercia y la rutina, y quedar sin virtualidad por no disponer de un eficaz instrumento para llevarlos a la pr¨¢ctica.Sin embargo, nada m¨¢s lejos de mi intenci¨®n que insinuar acusaciones o imputar responsabilidades que recaigan sobre los empleados p¨²blicos. El funcionario, en principio, no es ni mejor ni peor que el trabajador del sector privado, y si la productividad de nuestra Administraci¨®n p¨²blica es tan insuficiente, se trata de un problema de organizaci¨®n imputable a los pol¨ªticos que la han dirigido durante los ¨²ltimos 200 a?os y que, m¨¢s preocupados por las acciones brillantes y efectistas a corto plazo, han descuidado la ¨¢rida e ingrata labor de mejorar la infraestructura del sector p¨²blico.
Las insuficiencias
Ahora bien, el aparato administrativo del Estado adolece de tal cantidad de insuficiencias que si no se reforma en profundidad resultar¨¢ de todo, punto imposible modernizar y cambiar este pa¨ªs. Sin pretensi¨®n de exhaustividad, conviene recordar algunas de ellas: mala organizaci¨®n y falta de implantaci¨®n de m¨¦todos modernos de gesti¨®n, contabilidad, evaluaci¨®n y control, y notoria despreocupaci¨®n por la provechosa utilizaci¨®n de los recursos econ¨®micos; deplorable pol¨ªtica de personal, que fomenta la rutina y penaliza la iniciativa y la voluntad innovadora; sobrevaloraci¨®n del formalismo en perjuicio de la utilidad del resultado y la calidad del servicio; excesiva concentraci¨®n del poder y la responsabilidad en la c¨²spide, con el consiguiente desaprovechamiento de la capacidad y potencialidades de muchos funcionarios, que se ven, as¨ª, tentados por el absentismo y la inactividad; grave d¨¦ficit de cuadros, como consecuencia de una pol¨ªtica retributiva totalmente irracional.
?Qu¨¦ cabe hacer ante este estado de cosas? Una primera evidencia es que, en la organizaci¨®n administrativa, el personal constituye, con diferencia, el elemento fundamental, ocupando los medios materiales y la tecnolog¨ªa un lugar muy secundario. En el presupuesto consolidado de las administraciones p¨²blicas para 1.985, los gastos de personal, que ascienden a 2,6 billones de pesetas, representan el 70% del valor total, a precios de coste, de los bienes y servicios producidos. De ah¨ª que la correcta gesti¨®n de los recursos humanos resulte esencial en el an¨¢lisis de esta problem¨¢tica.
En mi opini¨®n, y a riesgo de pecar de simplista, la clave sobre la que hay que actuar es la motivaci¨®n. Hay que incentivar al funcionario esforzado y laborioso, y se debe penalizar al negligente, absentista u ocioso. Hay que atraer hacia la Administraci¨®n a las mejores cabezas del pa¨ªs, evitando, por el contrario, la fuga de cerebros que en la actualidad se produce hacia el sector privado.
En esta l¨ªnea, el sistema retributivo desempe?a un papel de primer orden, aunque, sin duda, no exclusivo. Se motiva con la promoci¨®n, con la formaci¨®n o con el simple reconocimiento p¨²blico de la labor bien cumplida, pero sobre todo con la retribuci¨®n econ¨®mica proporcional al esfuerzo realizado y al rendimiento obtenido. En la Administraci¨®n, como en cualquier organizaci¨®n productiva, el r¨¦gimen retributivo debe estar al servicio del resultado que se pretenda conseguir. La beneficencia o la redistribuci¨®n de las rentas constituyen objetivos pol¨ªticos principal¨ªsimos, pero su consecuci¨®n tiene otros cauces, como son la Seguridad Social o el impuesto sobre la renta.
Irracionalidad
El sistema retributivo que se aplica en la actualidad es totalmente irracional, y no responde sino a la sedimentaci¨®n y consolidaci¨®n de decisiones hist¨®ricas que fueron con frecuencia fruto del favoritismo o la presi¨®n social de uno u otro colectivo. Prevalece lo que el funcionario es -el cuerpo al que pertenece- sobre lo que hace -el puesto de trabajo que ocupa-, y no se tiene en cuenta en lo m¨¢s m¨ªnimo c¨®mo desempe?a el empleado su cometido. Se producen as¨ª situaciones pintorescas: dos funcionarios que realizan el mismo trabajo y perciben retribuciones que difieren en m¨¢s de un 50%; el superior jer¨¢rquico que cobra al mes hasta 60.000 pesetas menos que un empleado de ¨¦l dependiente; el funcionario que ve sensiblemente disminuidas sus retribuciones totales por causa de haber sido promocionado, etc¨¦tera. De otra parte, el actual sistema no es transparente ni est¨¢ siempre regulado por normas publicadas, por lo que no impide la arbitrariedad ni ofrece garant¨ªa alguna de legalidad.
Los objetivos esenciales del r¨¦gimen retributivo de cualquier organizaci¨®n productiva en un entorno social de libertad y movilidad laboral, como lo es el de nuestro pa¨ªs, deber¨ªan ser: atraer y retener a los empleados y profesionales m¨¢s id¨®neos, y, en segundo lugar, motivarlos adecuadamente para que desempe?en su trabajo con el m¨¢ximo rendimiento que redunde en un resultado ¨²til para la organizaci¨®n.
El primer objetivo est¨¢ relacionado con el llamado equilibrio retributivo externo: los niveles salariales iniciales y el abanico que marca la diferencia en cualificaci¨®n y experiencia deben ser competitivos con el mercado. El segundo objetivo lo est¨¢ con el equilibrio interno: si no existe una justa correspondencia entre la preparaci¨®n, el esfuerzo y el rendimiento de distintos empleados y sus respectivas retribuciones, surgen el agravio comparativo, la desmoralizaci¨®n y la desmotivaci¨®n, que resultan, finalmente, en la ineficacia de todo el sistema.
Importancia del cambio
En base a estos principios, la Secretar¨ªa de Estado de Hacienda, en colaboraci¨®n con la Secretar¨ªa de Estado para la Administraci¨®n P¨²blica, ha dise?ado un nuevo sistema basado en la valoraci¨®n de puestos de trabajo; el funcionario percibir¨¢ un sueldo base, que depende de su titulaci¨®n; una retribuci¨®n adicional, que estar¨¢ vinculada al puesto de trabajo que ocupe, y un complemento de productividad, que depender¨¢ del esfuerzo, inter¨¦s e iniciativa con que desempe?e su trabajo.
El modelo est¨¢, sin embargo, pensando para que, inicialmente, las cuant¨ªas retributivas totales que percibe cada funcionario no sufran modificaciones significativas a la baja. Un cambio de r¨¦gimen retributivo no puede suponer un salto en el vac¨ªo, y la adaptaci¨®n requiere tiempo. La importancia del cambio reside sobre todo en la introducci¨®n de un nuevo modo de pensar; el funcionario ser¨¢ consciente de que en el futuro sus retribuciones evolucionar¨¢n en concordancia con el resultado que su trabajo aporte a la organizaci¨®n, y no en funci¨®n del grado de dificultad que, muchos a?os atr¨¢s, tuvo que superar para ingresar en uno u otro cuerpo, ni tampoco habr¨¢n de depender del n¨²mero de miembros de ¨¦ste que hayan ocupado puestos de influencia. El nuevo sistema permitir¨¢ negociar y discutir sobre lo que el funcionario realiza y en cu¨¢nto beneficia su trabajo a la organizaci¨®n, evitando as¨ª los actuales, planteamientos corporativos.
Otra importante consecuencia es que se producir¨¢ un proceso de reasignaci¨®n de efectivos dentro de la propia Administraci¨®n: los mejores funcionarios estar¨¢n motivados para ocupar los puestos de mayor responsabilidad y dificultad, y no ocurrir¨¢ como ahora, que es indiferente ocupar un puesto u otro, pues la retribuci¨®n no se ve afectada por ello.
Tampoco se puede ocultar que la modificaci¨®n de un sistema retributivo significa romper con el equilibrio vigente y puede dar lugar a que afloren en aluvi¨®n reivindicaciones que antes permanec¨ªan latentes. Pero tambi¨¦n el cambio levantar¨¢ adhesiones: l¨®gicamente, los empleados que trabajan bien ver¨¢n mejorado su nivel de ingresos, mientras que los ociosos e indolentes quedar¨¢n perjudicados. El objetivo bien merece el esfuerzo, pues al final podremos conseguir una Administraci¨®n p¨²blica racional y eficiente.
es director general de gastos de personal del Ministerio de Econom¨ªa y Hacienda.
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