Palmeras
Enchufas la radio viva y escuchas el a?orante son de las palmeeraas...". Pones la tele y te sale aquel negrito del anuncio palmeral ofreci¨¦ndote la cocopi?a colada que: del Caribe la traigo yo. Hojeas un color¨ªn dominical y te asaltan im¨¢genes paradis¨ªacas de yates al pairo en la calma chicha de las playas publicitarias cercadas de palmeras. Miras una revista dustrada y aparece Marraquech, "la ciudad de las 150.000 palmeras" (?tantas?). Abres tu correspondencia, y la tarjeta de cr¨¦dito para vips que te distingue con el codiciado t¨ªtulo de "estimado titular" te sugiere un crucero inoh¨¢dable por el Caribe, que ilustra con panfleto de agit-prop an¨ªmica en el que se ven palmeras en relieve sobre fondo de azules celestiales y transatl¨¢ntico de lujo. Desde los escaparates, la moda pre verano te invita a perderte en sus oasis de camisas estampadas... de palmeras.Nos est¨¢n rodeando las palmeras, testigos de cargo de conciencia de nuestro crimen de leso Para¨ªso, cuyas huellas datilares a¨²n coriservan; mudas predicadoras en el desierto de ut¨®picas Palm¨ªras; at¨¢vicas llamadas de la selva tropical al mono urbanizado, record¨¢ndole que nunca debi¨® descender del cocotero a la jungla de asfalto; tentaciones amorosas y a morosos para eludir vencimientos de efectos y otros pagos cotidianos, huyendo al exilio dorado al sur de Pago Pago.
Militante del frente de liberaci¨®n guay de las monococodatiled¨®neas, la palmera ondula insinuante su palmito para esc¨¢ndalo del castoviejo olmo machadiano, del asc¨¦tico ¨¢lamo orteguiano, la mojigata encina y el genuflexo chaparro mesetario.
Al contrario que el m¨ªstico cipr¨¦s, "ejemplo de delirios verticales", la palmera no cree en Dios, sino en Dionisos, y con las palmas tendidas parece incitamos a participar en m¨ªticas org¨ªas bananales.
Cartel indicador del Para¨ªso, que se trajeron como souvenir Ad¨¢n y Eva de su viaje organizado a Dios?landia, la palmera nos sale al paso en cada curva de los mapas ic¨®nicos trazados por los cart¨®grafos; del alma. Y uno est¨¢ tentado de seguir la flecha, aunque sepa que se?ala en direcci¨®n falsa, pues s¨®lo los para¨ªsos perdidos nos est¨¢n permitidos a los ¨¢ngeles ca¨ªdos en este valle de l¨¢grimas.
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