Reliquia t¨¦cnica

La aparici¨®n del formato cinemascope se anunci¨® hace ya m¨¢s de 30 a?os a bombo y platillo en todo el mundo y este filme de Henry Koster, un artesano de Hollywood poco imaginativo pero muy competente en cuestiones t¨¦cnicas, fue el escaparate del invento.Hoy, pasada la novedad y convertido el cinemascope en un formato habitual y en parte casi hist¨®rico, La t¨²nica sagrada no es m¨¢s que una pel¨ªcula com¨²n, de puro consumo y con algunas rarezas que ahora tienen un inevitable aroma ingenuo.

Por ejemplo, una de las invenciones t¨¦cnicas que este filme puso en marcha fue el sonido estereof¨®nico. Para hacer una demostraci¨®n de las posibilidades de este sistema de reproducci¨®n del sonido se idearon algunas escenas donde ponerle en situaci¨®n de dar un do de pecho y asombrar al personal. Una de estas escenas es la de la rocambolesca aparici¨®n fugaz de un Judas rimbombante, cuyo nombre es subrayado por un rotundo golpe de orquesta, que en d¨ªa abri¨® bocas y hoy sigue haci¨¦ndolo, s¨®lo que en sentido muy distinto. Cuando se estren¨® abr¨ªa las bocas el asombro; hoy, s¨®lo la risa.

Lo m¨¢s estimable del filme es el reparto, donde hay int¨¦rpretes de la talla de Richard Burton, un poco envarado y sin creerse lo que hace; Jean Simmons, siempre en su sitio; Victor Mature, nunca en su sitio, y Michael Rennie, un actor poco expresivo, pero eficaz, cuya estrella declin¨® pronto.

Sin embargo, lo mejor del reparto no est¨¢ en sus alturas, sino, cosa muy frecuente en los cast de lujo en Hollywood, en los humildes y admirables actores secundarios. La t¨²nica sagrada, en efecto, cuenta con la presencia de dos memorables secundarios, Richard Boone y Dean Jagger, que son lo mejor con mucho del mediano filme.

De la pel¨ªcula hoy apenas queda nada digno de verse. Una m¨¢s de las llamadas evang¨¦licas, con el a?adido de reliquia t¨¦cnica ya sobrepasada con creces.