El rescate de galeones hundidos en la bah¨ªa de C¨¢diz, m¨¢s rentable que buscar en el Caribe
"En las costas espa?olas, concretamente en la bah¨ªa de C¨¢diz, existe m¨¢s riqueza de tesoros submarinos que en la zona del Caribe", afirma Dolores Higueras, que basa su aseveraci¨®n en las altas posibilidades de recuperaci¨®n de los pecios hundidos en las costas espa?olas, frente a los caribe?os, cuya b¨²squeda est¨¢ dificultada por las corrientes y las m¨²ltiples fosas marinas de la zona. Seg¨²n la especialista en historia naval, en el fondo de la bah¨ªa de C¨¢diz yacen riquezas incalculables, tanto desde el punto de vista arqueol¨®gico como desde la ¨®ptica de la rentabilidad econ¨®mica.Dolores Higueras se queja del expolio al que est¨¢n siendo sometidas las costas del Mediterr¨¢neo por parte de buscadores de tesoros aislados, que con frecuencia obtienen piezas de gran valor arqueol¨®gico, aunque "afortunadamente, nuestras leyes no permiten una b¨²squeda sistem¨¢tica similar a la del Atocha, lo que nos ha librado de los buscadores a gran escala, como Fisher, que ha movido todas sus influencias con el fin de obtener permisos para rastrear las riquezas submarinas de C¨¢diz".
El arque¨®logo norteamericano protagoniz¨® recientemente una pol¨¦mica, al denunciar el pasado mes de enero, en el congreso de arque¨®logos norteamericanos, que las riquezas submarinas de C¨¢diz est¨¢n sufriendo una de las mayores destrucciones conocidas y que de los documentos del Archivo de Indias se deduce la existencia de m¨¢s de 2.500 buques hundidos en la zona. Poco antes, el Gobierno espa?ol hab¨ªa rechazado la iniciativa privada para la recuperaci¨®n de restos arqueol¨®gicos, en una nota oficial con la que rechazaba las actividades realizadas en la bah¨ªa de C¨¢diz por dos compa?¨ªas privadas, al frente de una de las cuales estaba el propio Fisher.
Realidad y leyenda
La historia de los galeones hundidos en la bah¨ªa de Vigo en 1702, cargados con oro, plata y piedras preciosas, ha dado lugar a m¨²ltiples expediciones en el pasado, y todav¨ªa hoy existe una gran leyenda en tomo, pese a que la mayor¨ªa de los historiadores cree que el grueso del tesoro fue sacado a lo largo de los siglos XVIII y XIX La flota del tesoro parti¨® de La Habana en 1702, y ese mismo a?o atrac¨® en la bah¨ªa de Vigo, donde una armada anglo-holandesa se apoder¨® de una parte del bot¨ªn, valorado en un mill¨®n de libras esterlinas, pero nunca lleg¨® a saberse la cantidad exacta a la que ascend¨ªa el valor de lo que fue a parar al fondo del mar.
La historia de los galeones car gados de tesoros se remonta a la ¨¦poca del descubrimiento de Am¨¦rica. A finales del siglo XIV, el agotamiento de la reserva de metales preciosos en Europa impuls¨® los viajes de colonizaci¨®n. Crist¨®bal Col¨®n iba buscando dos fabulosos pa¨ªses donde, seg¨²n se dec¨ªa, las habitaciones estaban recubiertas de oro. No dio con ellos, pero s¨ª encontr¨® peque?os yacimientos de oro en las Antillas. Tras la conquista de M¨¦xico y de Per¨², la plata y el oro empezaron a llegar a Sevilla en cantidades crecientes.
El tr¨¢fico de la plata
Entre 1505 y 1510 fue importado algo menos de un mill¨®n de ducados, y entre 1595 y 1600 se superaron los 40 millones. En a?os sucesivos hubo un constante declive, pero el oro y la plata continuaron fluyendo regularmente a lo largo del siglo XVII. El tr¨¢fico era regulado por la Casa de Contrataci¨®n de las Indias, de Sevilla, cuyo puerto ostentaba el monopolio del mercado. Entre 1503 y 1560 llegaron a Sevilla cargamentos de cerca de 16 millones de kilos de plata, que triplicaban el valor de toda la reserva de este metal existente en Europa en aquellos momentos.
A partir de 1560, las naves portadoras de tesoros se agruparon en flotillas para protegerse de los ataques enemigos. La utilizaci¨®n de naves grandes y pesadas motiv¨® muchos hundimientos por la dificultad de maniobrar con ellas cerca de las costas del Caribe y tambi¨¦n a su regreso a Espa?a.
Babelia
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