En busca del contribuyente perdido
Hacienda elabora planes inform¨¢ticos para localizar los ocho billones de pesetas que se ocultan al fisco
La Regada de la democracia trajo una nueva regla del juego: la de contribuir cada uno de acuerdo a su nivel de ingresos. Se trata de una pr¨¢ctica que ha ido entrando poco a poco, aunque muchos han quedado en orsay. En 1978 se presentaron 2.864.000 declaraciones por renta y patrimonio, mientras el pasado a?o sumaron 7.350.000. En total, por todos los impuestos se hacen m¨¢s de 10 millones de declaraciones que corresponden a 12 millones de contribuyentes individualizados. Sin embargo, faltan por controlar 3,5 millones de ciudadanos con obligaci¨®n de dar fe de sus ingresos. Un pa¨ªs como Espa?a, en el que se producen casos como el del m¨¦dico de prestigio que pone precios diferentes a la prestaci¨®n de sus servicios, seg¨²n se le exija o no factura, es buena muestra de que defraudar no es para la sociedad expresi¨®n de conducta antisocial. "Aqu¨ª a¨²n se acepta como normal", comenta un alto responsable de Hacienda, "algo que en Estados Unidos o en Europa es simplemente un. delito criminal".Los impuestos declarados proporcionaron al Estado el pasado a?o 1,1 billones de pesetas. Como los contribuyentes ocultaron algo m¨¢s de la mitad de sus rentas, cabe deducir que las arcas del Tesoro dejaron de percibir m¨¢s de lo cobrado. Es decir, una cifra muy pr¨®xima al d¨¦ficit p¨²blico anual, que se eleva a 1,3 billones. Quiz¨¢ m¨¢s si se tiene en cuenta que la mayor parte de las rentas clandestinas son altas o hubieran elevado el tipo medio de tributo.
Ante este c¨ªrculo vicioso para Hacienda de tener n¨²meros rojos por los pagos a la vez que ingresos morosos o incobrables, la inspecc¨ª¨®n fiscal ha puesto manos a la obra. Desde hace a?os se viene dotando de un inquietante equipo inform¨¢tico que ahora mismo tiene capacidad para almacenar 10.000 millones de datos, lo que da una media de 833 datos por cada contribuyente. Esa memoria gigante, en la que trabajan 2.100 personas para suministrarle informaciones y extraer luego sus ense?anzas, est¨¢ repartida entre las distintas provincias y el Centro de Proceso de Datos, en Madrid,
Todos pasan por la UPI
Las declaraciones presentadas en cada provincia son tratadas separadamente. Los datos de identidad y el resumen econ¨®mico contenido en la carta de pago son introducidos en el ordenador de cada Unidad Provincial de Inform¨¢tica (UPI). Autom¨¢ticamente, el cerebro electr¨®nico elabora una declaraci¨®n paralela. Cuando esa paralela no coincide con las cifras que refleja el contribuyente -casi siempre por diferencias a favor del Estado- se cumple la primera condici¨®n para iniciar las comprobaciones. Los disentimientos pueden dar pie tambi¨¦n a la acci¨®n inspectora, y en caso extremo al env¨ªo del expediente a los tribunales por si estimaran la existencia de delito. No siempre que se produce una discrepancia act¨²a Hacienda, porque el principio de economicidad y lo limitado de sus efectivos la impulsan a concentrar el trabajo all¨ª donde espera conseguir m¨¢s beneficios que gastos.
Los datos resumen de cada contribuyente pasan a final de a?o al centro de proceso de datos, a la Unidad Central de Informaci¨®n (UCI), donde se hace un nuevo rastreo (la segunda p¨¢ralela) y se elabora la cuenta corriente fiscal del contribuyente con los datos que ¨¦l mismo proporciona. Por eso Hacienda, desde hace un a?o, ha empezado a hacer acopio de datos significativos como los que proporcionan las transmisiones patrimoniales, la adquisici¨®n de autom¨®viles, la lista de tel¨¦fonos (hay municipios que tienen m¨¢s del doble de tel¨¦fonos que contribuyentes), las relaciones de inscritos en colegios profesionales y otras asociaciones...
La Administraci¨®n fiscal pre- tende conocer a los agentes del fraude y por eso elabora sofisticadas simulaciones inform¨¢ticas que den pie a localizar a los ocultos y ampliar el censo de contribuyentes. Se trata de comparar lo que uno dice que gana "con los datos que otras personas declaran de ¨¦l", con lo que Hacienda consigue de fuentes no tributa- rias, y comprobar si ingresos y gastos guardan entre s¨ª la debida coherencia.
El dinero siempre habla
Los an¨¢lisis demuestran que la mayor parte de lo que al fisco se le escapa corresponde a determinados colectivos: empresarios, profesionales y agricultores. Los asalariados en conjunto -declaran 62,5 pesetas de cada 100 que reciben, mientras el resto no llega a 25. No se trata, como dice Jos¨¦ Dami¨¢n Santiago, subdirector general de Rentas y Patrimonio, "de que tengan unos cromosomas especiales que los inciten al fraude; es que lo tienen m¨¢s f¨¢cil". Hay un factor psicol¨®gico que se vuelve en su contra, y es tener que pagar sus impuestos netos, mientras el asalariado s¨®lo paga diferencias, porque se le ha retenido de antemano.
Efectivamente, el dinero siempre tiene m¨¢s recursos. Primero est¨¢ esa econom¨ªa negra, desarrollada por personas sumergidas por debajo del alcance de las sondas fiscales. Nueve billones de pesetas invertidos en pagar¨¦s del Tesoro est¨¢n exentos de control, un privilegio de Hacienda para financiar m¨¢s c¨®modamente el d¨¦ficit p¨²blico. Cada vez con m¨¢s frecuencia los grandes ejecutivos, para evitar en parte la presi¨®n de los impuestos, negocian una parte de su salario en especie. Y tambi¨¦n est¨¢n las facilidades de la ley. Las disminuciones patrimoniales y otras operaciones financieras dan un margen de maniobra. Los profesiona-
En busca del contribuyente perdido
les, aparte de la dificultad de controlarlos, tienen a su favor el bajo porcentaje para fijar la base imponible. Una farmacia puede obtener 20 millones de ingresos en un a?o, pero ese farmac¨¦utico s¨®lo tiene que pagar impuestos sobre una base inferior a dos millones. En c¨ªrculos financieros de Madrid se comenta en voz baja que alg¨²n banquero y otros personajes de fortuna han presentado impecables declaraciones negativas.El control hacia esos colectivos va a ser m¨¢s minucioso y exhaustivo, porque en opini¨®n del director general del Centro de Proceso de Datos, el sancta sanct¨®rum de la inform¨¢tica fiscal, Rafael Sagrario, un inspector tributario reciclado en controlador, "justicia tambi¨¦n es tratar distinto a los que son diferentes". La mayor parte de los efectivos va a dedicarse a ello, y por cada inspecci¨®n que se realiza a los rendimientos del trabajo se investigan 50 de otras rentas.
El nuevo impuesto sobre el valor a?adido (IVA), que entrar¨¢ en vigor el 1 de enero pr¨®ximo, va a ser una fuente de informaci¨®n de valor incalculable. Sin embargo, en la inspecci¨®n de Hacienda hay preocupaci¨®n porque todo depende de lo que al final determine el reglamento del impuesto. Si el comerciante o empresario, al certificar el IVA, identifica, junto a sus compras y ventas, sus proveedores y clientes, no habr¨ªa problema y el control de las empresas marchar¨ªa sobre ruedas. Pero ah¨ª est¨¢ el fondo de la pelea.
El objetivo del ministerio, dice el secretario general de Hacienda, Juan Francisco Mart¨ªn Seco, "es hacer f¨¢cil el pago de impuestos y pon¨¦rselo muy caro y dif¨ªcil a los que intentan defraudar". Los planes inform¨¢ticos van orientados a agilizar al m¨¢ximo la gesti¨®n del cobro de impuestos y liberar para tareas investigadores un 40% del efectivo de inspectores, dedicado hasta ahora a recaudar.
Los responsables del Centro de Proceso de Datos opinan que "al final el dinero siempre habla". S¨®lo hace falta seguir el rastro que deja, porque los signos externos son el fallo que a veces impide estar fuera de control. De esta direcci¨®n general depende el control de rentas y patrimonio, la subdirecci¨®n que elabora programas espec¨ªficos para determinadas provincias y la que recopila y ordena los datos que proporcionan las aduanas, los impuestos especiales y el tr¨¢fico de divisas.
El cruzado m¨¢gico
Todos estos datos proporcionan listas valios¨ªsimas, porque cada partida de exportaci¨®n, cada adquisici¨®n de un coche de lujo importado, cada crucero de placer, cada salida al extranjero en viaje de negocios deja tras de s¨ª un nombre propio. En Hacienda se insiste en que la acumulaci¨®n de datos tiene unos l¨ªmites marcados por la ley y que el ¨²nico objetivo es poseer informaci¨®n de tipo econ¨®mico. Las resistencias que despierta esa actitud inquisitorial del fisco tuvieron su reflejo en la propia Administraci¨®n, esa burocracia que emplea al a?o m¨¢s de un bill¨®n de pesetas para sus ingresos y pagos internos. Vencer esos recelos "corporativos ha costado esperar hasta el 15 de febrero de 1985 para aprobar una orden ministerial que regula las obligaciones de informaci¨®n tributaria de los organismos del Estado. Pero, por ejemplo, con las cuentas de los ministerios se pudo saber que del total de agricultores que hab¨ªan recibido subvenci¨®n oficial por el gas¨®leo s¨®lo un 14% hab¨ªa presentado declaraci¨®n.
Cuando la inspecci¨®n localiza un posible caso de fraude pide comprobaci¨®n al centro de datos. Entonces se realiza el control cruzado de esas listas de signos externos con los datos que figuran en la cuenta corriente fiscal y pueden surgir las contradicciones. La b¨²squeda se realiza con tres programas b¨¢sicos. El BUSCANO (busca nombre) rastrea todo lo anotado de una persona f¨ªsica y la documentaci¨®n en algunos casos ocupa "200 p¨¢ginas de listado de ordenador". El BASOCI (base de datos de sociedades) investiga todo, lo correspondiente a determinada empresa jur¨ªdica, y el BUSCACB (busca cuenta bancaria) las cuentas corrientes de un contribuyente o sociedad, que a partir del pr¨®ximo trimestre contar¨¢ tambi¨¦n con los saldos que bancos y cajas est¨¢n obligados a proporcionar. Estos controles cruzados no se hacen s¨®lo de una manera individual, porque el Sistema Parental permite poner en relaci¨®n al investigado con el c¨®nyuge, si es que para Hacienda figuran como casados.
Rafael Sagrario opina que los programas elaborados en Espa?a est¨¢n a la cabeza de lo que se estila, por ejemplo, en la Rep¨²blica Federal de Alemania. En ese pa¨ªs apenas se investiga a las empresas, pero es porque disponen de cuentas corrientes fiscales casi perfectas, elaboradas desde hace muchos a?os, con las que es f¨¢cil seguir la pista de cualquier anomal¨ªa. "Aqu¨ª en Espa?a s¨®lo muy tarde nos hemos dado cuenta de que es necesario funcionar como una empresa, de que nuestros clientes son los contribuyentes y es necesario saber cu¨¢nto deben y qu¨¦ pagan".
EL DNI fiscal
A veces la m¨¢quina no sirve. Basta con un fallo en el n¨²mero de carn¨¦ de identidad para que el contribuyente sea un ser perdido para Hacienda. En estos casos se recurre al IDCA (identificaci¨®n de candidatos), que selecciona a los posibles aspirantes a apadrinar ese error. Cuando se trata de millones de contribuyentes el n¨²mero de errores se cuenta por millares. Hay casos singulares que no ofrecen duda alguna, como el del Rey, que hace su declaraci¨®n cada a?o y tiene el n¨²mero 11 de DNI (el 1 estuvo reservado a Franco v ahora contin¨²a disponible). Pero con los mismos apellidos que el presidente del Gobier- no, Gonz¨¢lez M¨¢rquez, hay m¨¢s de 200 espa?oles, y el r¨¦cord lo ostentan los Jos¨¦ S¨¢nchez S¨¢n- chez, que son m¨¢s de 30.000.
El plan es extender las tarjetas de identificaci¨®n fiscal a todos los contribuyentes. Este objetivo est¨¢ combinado con el nuevo DNI, cuya identificaci¨®n ser¨¢ un n¨²mero, y una letra formando un todo. Con la tarjeta se elimina el error del contribuyente. Con el nuevo n¨²mero, el del t¨¦cnico inform¨¢tico, pues si al grabarlo se equivoca un d¨ªgito, el cere- bro electr¨®nico no lo admitir¨¢ por que no se corresponde a la coherencia que tiene programada. Salvo, eso s¨ª, que a uno le toque esa millon¨¦sima de posibilidad de convivir con el error fiscal. El proceso es claro: en cinco a?os, cuando todo el mundo haya renovado su carn¨¦ de identidad, Hacienda dis- pondr¨¢ de una lista de nombres completa con su identificaci¨®n fiscal, y entonces todos controlados.
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