El concierto 'Live aid'
Me dirijo a usted en referencia al art¨ªculo publicado en EL PAIS internacional el 22 de julio de este a?o titulado Caridad, sexo, drogas y 'rocanrol' El autor, Jos¨¦ Mar¨ªa Mart¨ª Font, criticaba la presencia de "sentimientos autogratificantes de la caridad" en los promotores, cantantes y espectadores del concierto Live aid, celebrado el 13 de julio de 1985. El tono y contenido de su art¨ªculo era pesimista y no alud¨ªa a la recaudaci¨®n de 40 millones de d¨®lares en beneficio de seres hambrientos.Los promotores del concierto probablemente decidieron organizarlo movidos por diferentes causas, algunas m¨¢s nobles que otras, entre las que destaca la atenci¨®n mundial al disco lanzado en Norteam¨¦rica titulado We are the world. El inter¨¦s que este disco logr¨® alcanzar en diferentes esferas mundiales y la importancia de ayudar a las gentes de Etiop¨ªa probablemente fueron la semilla que creci¨® en las mentes de algunos promotores. Sin duda, la enorme recaudaci¨®n monetaria que un concierto de este tipo supondr¨ªa ayud¨¦ a convencer a personas interesadas en ganar dinero. Pero sin promotores no hay concierto. Alguien tiene que organizar a los artistas y establecer un centro donde el dinero obtenido se convierta en alimentos y medicinas destinados a ?frica. Es ilusorio pensar que estos promotores vayan a organizar un concierto movidos s¨®lo por sentimientos altruistas.
La noci¨®n popular de que los cantantes de rock and roll son gente, en su mayor¨ªa, ego¨ªstas y preocupados s¨®lo de satisfacer sus comodidades y placeres sufri¨® un duro golpe el 13 de julio de 1985, cuando varios cantantes de diferentes pa¨ªses se reunieron para cantar gratis en un concierto que dur¨® 17 horas. La mayor¨ªa de los grupos que actuaron forman parte de una nueva generaci¨®n de rock, que poco tiene en com¨²n con el folk de Bob Dylan y Joan Baez. Sin embargo, estos nuevos cantantes, impulsados por diferentes motivos, ya sean ego¨ªstas o no, participaron en el concierto. El resultado fue una recaudaci¨®n de unos 40 millones de d¨®lares. No todo este dinero llegar¨¢ a ?frica, pero, aunque s¨®lo una quinta parte sea mandada a Etiop¨ªa, el hecho es que millones de personas, impulsadas por estrellas del rock, pagaron precios exorbitantes por una entrada.
Finalmente, unas palabras sobre los ideales de la nueva juventud americana. Los a?os sesenta, a los que el autor Mart¨ª Font se refiere como felices, fueron para la juventud de Norteam¨¦rica un per¨ªodo duro, marcado por las protestas en contra de la participaci¨®n en la guerra de Vietnam y la lucha por la concesi¨®n de igualdad ante la ley de personas de diferente color. En los a?os ochenta, la juventud, desilusionada, envejecida, piensa en la acumulaci¨®n de capital y se viste con plumas de ostentaci¨®n. Pero aunque el idealismo de hace 20 a?os se haya perdido, eso no significa que la juventud sea peor que la anterior. Toda sociedad reacciona a los problemas planteados de forma desequilibrada, buscando soluciones a derecha e izquierda. La juventud conservadora de hoy no es la misma que fue a Woodstock. Los j¨®venes de hoy pueden pagar entradas caras y vestirse con prendas costosas, pero eso no impide que hayan dado dinero para la causa del hambre. Impulsados por el ejemplo de sus ¨ªdolos, pensando s¨®lo, tal vez en pasar unas horas al sol escuchando a sus grupos favoritos, estos j¨®venes han contribuido con su grano de arena en la lucha contra el hambre en Etiop¨ªa.Beatriz Garc¨ªa Glick. Nueva Jersey, EE UU.
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