A un a?o del AES: una reflexi¨®n cr¨ªtica
La insistencia de los firmantes del Acuerdo Econ¨®mico y Social (AES) (Gobierno, Uni¨®n General de Trabajadores y Confederaci¨®n Espa?ola de Organizaciones Empresariales) en el fracaso del mismo me parece un dato irrelevante por obvio. Lo que preocupa realmente es que ese fracaso sit¨²a la credibilidad y el desprestigio de la concertaci¨®n social en unos niveles alarmantemente bajos.Con el AES, lo que realmente quiebra es todo un modelo y una pr¨¢ctica de concertaci¨®n social, mantenida en los ¨²ltimos cinco a?os y cuyo balance gobal es a todas luces est¨¦ril e injusto.
La din¨¢mica de concertaci¨®n social de este ¨²ltimo lustro ha sido una coartada anti-social para una pol¨ªtica de ajuste econ¨®mico de corte liberal y monetarista.
El sacrificio salarial de los trabajadores espa?oles con empleo -y lo que ello comporta en tasas de empobrecimiento objetivo y retroceso de la demanda interna- no tiene parang¨®n ni precedente en el ¨¢mbito europeo. En contrapartida, el desempleo es m¨¢s abundante -casi el doble del registrado hace cinco a?os-; el empleo disponible es m¨¢s precario y gangrenado por la eventualidad; la econom¨ªa sumergida y el trabajo negro son realidades ascendentes, asumidas y hasta estimuladas como males menores; la negociaci¨®n colectiva es una caricatura reducida a la m¨ªnima expresi¨®n del automatismo salarial a la baja como ¨²nico contenido; la reconversi¨®n industrial y productiva y la renovaci¨®n tecnol¨®gica son procesos en curso, no s¨®lo sin el menor control o dimensi¨®n social, incluso en muchos casos sin el menor sentido de planificaci¨®n y racionafidad respecto a los propios objetivos que dice perseguir (a veces tiene uno la sensaci¨®n de que reducir plantillas y renovar maquinaria -las dos cosas, con esfuerzos inversores fabulosos- responden a una inercia de esnobismo m¨¢s que a un imperativo econ¨®mico y productivo razonado); se ha abierto una brecha irreversible en la Seguridad Social, que agudizar¨¢, generaliz¨¢ndolo, el car¨¢cter ben¨¦fico de ¨¦sta, como est¨ªmulo objetivo a la privatizaci¨®n de la cobertura y los servicios...
Balance injusto
Nadie, desde la sensatez, puede dar por bueno el balance hist¨®rico que arroja la concertaci¨®n social en nuestro pa¨ªs. Un balance injusto, insolidario y absurdo, por cuanto a la aportaci¨®n de sacrificios de las mayor¨ªas no se corresponde una contenci¨®n del paro y una activaci¨®n del empleo, ni una mejora m¨ªnima en la calidad de vida, de trabajo, de cobertura social de esas mayor¨ªas, ni una econom¨ªa sa?eada o en v¨ªas de ello para un pa¨ªs situado en la encrucijada de ser una potencia europea o un mercado colonial de f¨¢cil acceso a los capitales europeos y norteamericanos o la occidental¨ªsima iniciativa japonesa.
A tenor de lo dicho, a?ado m¨ª estupor ante la insensibilidad y el escaso sentido ¨¢utocr¨ªtico con el que los autores del AES contemplan su muerte. Parece como si fueran ajenos al hecho. Tal vez por eso el Gobierno, al tiempo que hace alquimia con las cifras del paro y los precios, reitera su apoyo a una concertaci¨®n social cuyo balance est¨¢ a la vista, en estrecha l¨®gica -y nulo prop¨®sito de enmienda- con sus planes econ¨®micos a medio plazo: congelaci¨®n -disminuci¨®n de hecho- de los salarios reales los pr¨®ximos cuatro a?os, reducci¨®n de la inversi¨®n p¨²blica y bloqueo de la aportaci¨®n estatal a la SS, etc¨¦tera. Es decir, que siga la fiesta de una concertaci¨®n social, coartada de una pol¨ªtica econ¨®mica desconcertante por su escaso sentido social.
En lo tocante a UGT, asume resignadamente la muerte del AES sin ligar ¨¦sta a sus causas y efectos profundos (?qu¨¦ se le va a hacer!) y no se le ocurre otra cosa que salvar del naufragio las previsiones salariales del AES para 1986 con. arreglo al ¨ªndice de precios que el Gobierno establezca (por debajo del 8% a fin de cuentas). Estas mismas lumbreras -incapaces de asumir sus fracasos y el resultado triste de su quieroy no puedo permanente, especialistas en endosar contra los trabajadores su propia incapacidad- son las mismas que teorizan sesudamente sobre la crisis sindical, la desafiliaci¨®n y el desencanto de los trabajadores, y nos proponen modelos sindicales de futuro como continuidad imposible de lo que hay.
Tal vez sea la CEOE la que menos vinculada se siente al fracaso del AES. Dif¨ªcilmente podemos incumplir todo o parte de un acuerdo en el que no figuraban compromisos medibles para nosotros, parece ser la reflexi¨®n de CEOE. Por contra, la negativa del Gobierno a concederles el despido a la carta, permite a la CEOE incluso columpiarse en el agravio comparativo. El liberalismo que se ha producido en materia de contrataci¨®n y despido en los ¨²ltimos cinco a?os, o la evoluci¨®n comparada de s¨¢larios y beneficios empresariales en ese mismo per¨ªodo, por lo visto no cuentan.
Voluntad de reconstruir
Quiero acabar dejando constancia de que esta reflexi¨®n cr¨ªtica sobre el AES, y por extensi¨®n sobre la experiencia de la concertaci¨®n social, sin precedente hist¨®rico en nuestro pa¨ªs, por otra parte, est¨¢ basada en un principio fundamental para la USO: la estrategia sindical de solidaridad y concertaci¨®n es irrenunciable para nosotros y creemos que imprescindible para los trabajadores y el pa¨ªs en su conjunto. Esta es una posici¨®n de principio, con especial vigencia en tiempos de crisis y absoluta necesidad de ¨¦xito frente al tremendo desarlo nacional que comporta el ingreso de nuestro pa¨ªs en la CEE y los oscuros presagios de ese ingreso a corto y medio plazo.
Por ello, la cr¨ªtica al AES y al modelo de concertaci¨®n m¨¢s vigente lleva impl¨ªcita en nuestro caso una voluntad profunda de reconstruir, reinvent¨¢ndola, la Concertaci¨®n Social con deliberadas may¨²sculas. Los contenidos cr¨ªticos de este art¨ªculo sugerir¨ªan por s¨ª solos las propuestas y coordenadas para ese relanzamiento de la Concertaci¨®n que proponemos. Pero, en todo caso, el tema est¨¢ pidiendo ya r¨ªos de tinta y esfuerzos tit¨¢nicos de imaginaci¨®n y coherencia, porque el agotamiento de lo que hay es evidente.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.