Los poetas
Han matado a un combatiente por la emancipaci¨®n humana que a la vez era negro y poeta. En la vieja Europa impresiona que se ahorque a los poetas, porque la vieja Europa sigue respetando convenciones culturales y ese respeto forma parte de su encanto de vieja dama no siempre digna. La proporci¨®n no es exacta, ni me interesa que lo sea, pero por cada justo poeta asesinado cuelgan a 10.000 justos an¨®nimos que no sab¨ªan escribir versos. La guerra civil espa?ola tiene un asesinado s¨ªmbolo, Garc¨ªa Lorca, y miles y miles de asesinados an¨®nimos sin rostro ni apellidos que forman el coro de una tragedia que ellos fueron incapaces de escribir.Y en la historia de toda la barbarie golpista hay un balance de poetas asesinados, que conste V¨ªctor Jara, pero la mayor parte de poetas alcanza el exilio o el reino de lo oculto, mientras en las afueras fusilan a los justos cuyos nombres nunca saldr¨¢n en las primeras p¨¢ginas del New York Times, ni en los ap¨¦ndices peri¨®dicos y rituales de los diccionarios enciclop¨¦dicos. En situaciones de persecuci¨®n y ajuste de cuentas hist¨®rico los que peor lo pasan son los que no conocen ni los caminos ni las lenguas del exilio, ni siquiera las direcciones de las embajadas con impensables ternuras. ?sa es la carne de ca?¨®n de la barbarie y en esa carne se ceban todas las crueldades, porque casi siempre constan como crueldades. abstractas sin nombre ni apellidos ni rostros concretos.
No obstante, no hay que oponerle reparos totales a que los poetas ahorcados prolonguen su sombra sobre la geografia de los pa¨ªses c¨®mplices de que Sur¨¢frica sobreviva como r¨¦gimen y como centinela del Atl¨¢ntico Sur y del oc¨¦ano ¨ªndico, Al servicio de los intereses de muchos Estados en cuyas capitales se han celebrado protestas contra el exceso de ahorcar a un poeta. La diferencia fundamental entre Estados Unidos y Europa es que al Gran Jan del norte no le importa que los modales del ¨¦entinela sean brutales. En cambio, a la vieja dama, no siempre digna, le gusta que los centinelas ahorquen con los guantes puestos y que los poetas sean declarados ciudades abiertas.
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